sábado, 21 de enero de 2012

Capusotto: "El gran mal de la Argentina fueron los antiperonistas"

A punto de estrenar Peter Capusotto en cine y en 3D, consideran que la farándula argentina no es seria y que sienten ser una especie de "peronistas culturales".

 

 Por qué miramos tanta televisión? ¿Por qué es tan importante hablar sobre ella? Ves más tele de lo que tenés sexo. Eso es tremendo.” Palabras del director Pedro Saborido, quien junto a ex Cha Cha Cha y abanderado de la comedia sin sentido contemporánea, Diego Capusotto, ha creado con el programa Peter Capussoto y sus videos un reducto, al estilo la aldea gala de Asterix, para resistir, a base de absurdo, lugares comunes cotidianos, televisivos y hasta los no identificados. Ahora, Capusotto y Saborido trasladan la lógica PC a la pantallota y ¡en 3D! con Peter Capusotto y sus 3Dimensiones, a estrenarse el próximo jueves.
—La película descuartiza la palabra “entretenimiento”. ¿Por qué?
CAPUSOTTO: Es algo que siempre está en nuestras obsesiones: jugar con las significaciones que tiene una palabra como “entretener”, que tiene buena prensa pero que puede ser nociva.
SABORIDO: Nos divertía un poco la idea del entretenimiento de feria. Y ahí salió el tema de hacer una película en 3D en contra del 3D.
—Ya que el absurdo es su forma de comedia, ¿qué ven de absurdo en la Argentina hoy?
DC: No, bueno, en Argentina no. En el mundo yo veo situaciones absurdas. La propia existencia de uno: cuando uno da una mirada interna puede pensar que todo esto no sirve para nada. El humor es absurdo porque siempre se está mirando a sí mismo y lo que lo rodea, a veces hasta lo tamiza.
PS: A veces me niego un poco a eso, a ver en términos de la Argentina. No es lo mismo Jujuy, Córdoba o Buenos Aires. Supongo que un misionero se parece más a un paraguayo. Es medio narcisista eso de vernos como los peores, los mejores, los más absurdos.
—¿Y en la farándula argentina?
DC: No me interesa. Para mí no existe la farándula argentina, no es motivo de preocupación ni de atención. Es pasar por serio algo que no lo es.
—¿En la política?
DC: Más que absurdo, obsceno, que es otra cosa. Por ejemplo, los que dicen que estamos en una dictadura, me parece una obscenidad. Sobre todo porque se cagan en los muertos y en los que realmente fueron perseguidos. Es vulgar decir que Argentina va camino a ser la Venezuela de Chávez. Es una berretada.
PS: Me parece que son momentos. En este momento, te das cuenta de que todos los pronósticos que había con el quilombo con el campo, en dos años se dieron vuelta, Cristina terminó arrasando. La oposición terminó no existiendo. Vivimos en anticipaciones y el día a día es otra historia, y a su vez vamos a ser dos páginas o tres en un libro de historia. Estamos pasando por ahí, aunque en el día a día lo vivimos truculento.
—En la película hay una broma contra una campaña símil Mauricio Macri y un chiste sobre “6, 7, 8”. ¿Lo hacen para que no los asocien con ninguno de los dos?
DC: Nosotros nos permitimos reírnos de todo. No tiene que ver con una posición estratégica. A nosotros la cuestión política no nos atraviesa como si fuera lo más importante que ocurre en nuestras vidas.
PS: El humor siempre tiene algo de moralista. Esa cosa de mostrar cierta ridiculez o cierto absurdo. Es mantenerse no al margen, pero sí en una cosa media anarco. Siempre hay que tirar abajo algo.
—¿No hay estrategia?
PS: No hacemos marketing de la crítica: “Ay, vamos a ver de qué hablamos”. Lo tirás porque se te ocurrió.
—Pero siempre trabajan sobre la coyuntura y a veces eso implica una posición.
PS: Ideológicamente hay diferencias, pero cuando hacemos Bombita no hay una cosa programática.
DC: Aparte, desde ya porque la realidad nos atraviesa. Todos lo que nos sensibiliza para contar.
PS: No miramos el diario para hacer las cosas. No sentamos una agenda. Funciona a partir de lo que nos ocurre. Cuando hacía humor con Tato sí había una cosa de seguir la agenda.
—Violencia Rivas, en su actitud punk contra el día-a-día, ¿es el personaje que más se les parece?
DC: Hay algo que vomita Violencia que en definitiva es nuestra propia expresión. Hay algo del relato estafador de la realidad que Violencia desarma. Violencia sería, en algún punto, nuestro alter ego. Todo lo que los personajes dicen no es necesariamente lo que pensamos. Pero en su caso hay cierta empatía ideológica que tenemos con el personaje.
PS: De alguna forma sí. Pero a ella tampoco te la bancás porque no podés vivir así. Es un alter ego adolescente, petardo y anarco. Después crecés y te das cuenta de que a veces la aceptación, la comprensión y la resignación tienen límites difusos.
—¿Qué límites tiene su humor? ¿La dictadura?
DC: El único límite es que nos haga reír. Con la tragedia siempre se hacen chistes. A lo mejor la falta de chistes sobre tal tema, como la dictadura, implica que no se supo crear un relato con eso. ¿No hay millones de chistes sobre la guerra y sobre la muerte?
—Hablaban de militancia en el pasado. El peronismo es algo siempre presente en su humor. ¿Cómo lo viven hoy?
DC: Es algo que me ha atravesado desde mi infancia. Está siempre presente, más allá del movimiento histórico. De alguna manera como visión y revisión. Somos partidarios del sector Peronismo con Humor y Revisión (risas). Creemos fehacientemente que los grandes males de la Argentina siempre han sido los antiperonistas. Sobre todo los acérrimos, no aquel que tiene una diferencia. Los antiperonistas más rabiosos son los que más muertos tienen en el placard en este país.
PS: Para mí el peronismo son más preguntas que respuestas. Yo soy un peronista cultural. Hay mil contradicciones. ¿Peronista de Lorenzo Miguel o de Favio? ¿De Narvaja o de Jauretche?
—¿Y Cristina? ¿Les da miedo que asocien su humor al oficialismo por esa cuestión peronista?
DC: Ha pasado con el kirchnerismo que cuanto más uno y su sentido crítico conocen lo que se opone al kirchnerismo, más uno se relaciona favorablemente con él. Con el resto veo construcciones babeantes.
PS: Me chupa un huevo. De verdad. Siempre tienen que ver qué camiseta te ponen.

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