lunes, 26 de diciembre de 2011

Funes y Carcarañá cambiaron el color político de sus intendentes

Sin tanto ruido como Villa Gobernador Gálvez, Ramón Soques afirma que Carcarañá estaba organizada para el clientelismo político y no para brindar servicios. La radical Mónica Tomei denunció la gran "desorganización" que encontró en Funes.

No sólo en Villa Gobernador Gálvez se vivieron días convulsionados por las transiciones de gobierno. Las protestas de empleados y la necesidad de que la provincia asistiera económicamente al municipio que nuevamente comandará el histórico y peculiar dirigente justicialista Pedro González acaparó la escena mediática. Pero en Carcarañá y Funes los cambios de mando también resultaron complejos. "Era un Municipio más organizado como clientelismo político que para brindar servicios a la comunidad", descubrió Ramón Soques, el nuevo jefe comunal de la ciudad ubicada a 45 kilómetros de Rosario. "Gran desorganización en términos administrativos y de personal", encontró la intendenta del Jardín de la Provincia, Mónica Tomei. Ambos encomendaron una auditoría de las cuentas municipales.
Soques tiene 34 años, es radical y logró modificar el color político de su ciudad tras ocho años de gobierno de Mauro De Cándido, perteneciente a las filas del justicialismo y, en particular, a las del Frente Para la Victoria. En el marco de una transición desordenada, solo tuvieron una reunión tras el resultado electoral. Mejor suerte tuvieron los frentistas con los responsables salientes del área de Hacienda, con quien sí mantuvieron "otros" encuentros, aunque "informales". ?La realidad fue superior a lo que nosotros imaginábamos, no habíamos podido tener una transición muy ordenada porque a pesar de nuestros pedidos, incluso con un escribano, nos presentamos en la Municipalidad para que no hagan determinadas cosas y para poder informarnos de otras", detalló el nuevo intendente.
La situación financiera de la Municipalidad es "muy grave y preocupante". Por ese motivo, la gestión entrante decidió realizar una auditoria externa a fin de relevar el estado de las cuentas públicas. Recibirán un pre informe la próxima semana y en "dos o tres" meses todo el análisis. En el caso de que descubran graves irregularidades, Soques adelantó que efectuarán denuncias en la justicia. Un ejemplo basta como prueba para el jefe comunal: "Una semana antes nos habían dicho que iban a tener que librar cheques de pago diferido por 700 mil pesos y nos encontramos que ya tenemos por 1.800.000 pesos, a cobrar hasta junio. En la primera semana que asumimos ya había hasta 400 mil, entre ellos cheques librados al intendente y todos sus secretarios para cobrarse el dinero cuando teníamos un mes y medio de atraso de sueldos de planta permanente y dos semanas de ayudas sociales".
La deuda con proveedores asciende a los 500 mil pesos, por esa razón se decidió cortar nuevos pagos hasta tanto se equilibre la balanza. Por estos días, en pleno verano, "tratamos de priorizar los proveedores del Centro de Recreación y Turismo del Parque Sarmiento, que para nosotros es muy importante durante la temporada estival", comentó Soques. En la proyección de la Municipalidad aparece un déficit aproximado de 500 mil pesos por mes. "Nombraron 26 personas en planta permanente, pusieron una cantidad de gente mayor en Ayuda Social que cumplía otras funciones más políticas que contraprestaciones reales. Era un Municipio más organizado como clientelismo político que para brindar servicios a la comunidad", describió el intendente.
Medidas con este patrón se tomaron "en cantidades" en los últimos días de la intendencia de De Cándido. "Estamos pasando el día a día, podemos decir con orgullo que con un esfuerzo descomunal, por lo menos, todos los que prestan servicios en la Municipalidad, ya sea empleados de planta permanente como aquellos que tienen ayuda social con contrato estacional pudieron tener plata en el bolsillo como para pasar estas fiestas", explicó Soques.
En Funes no hubo cambio de partido. Siguió el Frente Progresista Cívico y Social gobernando la ciudad como desde el año 2003. Pero sí viró la línea política dentro del mismo espacio. Porque la radical Mónica Tomei remplazó a su correligionario Juvenal Rímini. Integrantes de un mismo bloque en el pasado, se distanciaron ferozmente al punto de no poder dirimir las diferencias puertas adentro. La ex diputada provincial lo venció en las internas y no se tuvo que esforzar para ganar en la instancia final. A pesar del lazo que los supo unir, Tomei no tuvo empacho en revelar la "gran desorganización en términos administrativos y de personal" que encontró al ingresar al edificio municipal.
Observó "bastantes deudas, sin sistemas de computación, con pocas computadoras que no trabajaban en red" y encaró una "reestructuración de horas extras y reubicación de personal". "Empezamos a trabajar con los pocos elementos que tenemos en el Obrador Municipal, donde hay poca gente, mucha en administración y con las pocas maquinarias que nos dejaron", describió Tomei.
Para optimizar la prestación de servicios básicos impulsó un Plan Integral de Mejoramiento Barrial "que dio sus frutos" porque se retiran "18 camiones diarios de restos de basura y verdes". Este proyecto fue acompañado de un incremento en los valores de la Tasa General de Inmuebles (TGI) del 50 por ciento para barrios abiertos y del 70 para barrios cerrados y clubes de campo que el Concejo local aprobó unos días antes de que ella asumiera.
Al igual que Soques, dispuso la realización de una auditoría. Todavía no cuenta con los resultados, pero sabe que se encontrará con un "gran desorden administrativo, sobre todo en la parte contable y compras". Por eso hay que "buscar nuevas formas de trabajo". El municipio tiene una deuda superior a los 500 mil pesos con los administradores del basural a cielo abierto Rapetta, ubicado en la ciudad de Pérez, donde se depositan los residuos de los funenses. También se deben compromisos con otras entidades locales, como Bomberos Voluntarios, el Fondo Extraordinario de Salud y el Concejo. "Siguen apareciendo boletas de gente que tiene deudas", se sorprendió Tomei, que se sintió perjudicada por la transición "demasiado larga". "Es algo inconcebible, una locura. El tiempo ideal sería de dos a tres meses", apuntó.

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