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martes, 7 de octubre de 2014

SANTA FE: Los tiroteos son constantes y ya no sorprenden a los vecinos

Quienes presiden las instituciones del barrio se mostraron afligidos por la muerte de Sebastián Emanuel Maciel, pero no sorprendidos: en sus calles, los enfrentamientos armados son constantes.

Por las características del suceso, la Regional IV del Ministerio de Educación autorizó la suspención de clases durante el día de hoy, por duelo.- Foto:Mauricio Garín

Florencia Arri
farri@ellitoral.com

“Se sufre pero se aprende”. Así indica el cartel que colgó el director de la Escuela Primaria Nº 1130 Cooperación Escolar en su despacho, detrás del escritorio, el primer día de este año escolar. “Lo puse porque sabía el desafío que el cuerpo directivo de la escuela debía enfrentar este año”, contó Alejandro Curcio, director del establecimiento desde febrero. La pérdida de Sebastián Emanuel Maciel, el nene de 11 años que murió ayer al quedar atrapado en una balacera, no lo sorprende.

En los últimos siete meses, su escritorio fue escenario de mediación entre cinco familias enfrentadas con hechos de violencia, testigo del caso de un papá que recuperó a su hija de quince años de un caso de trata y de la retención de una decena de armas blancas “que muchas veces los chicos decían portar para protección personal”, cuenta.

La escuela está ubicada en Regimiento 12 de Infantería 3989, en barrio Pompeya. En sus 28 cursos, este año un promedio de 2 alumnos por aula dejaron de asistir a clases por el traslado de su familia, tanto por usurpaciones violentas de sus domicilios, incluso con la familia en casa, como por la amenaza de muerte latente de enfrentamientos armados e incendios de sus casas. “Un día de esta semana, cuando salimos a las 12.15, a media cuadra se armó un tiroteo impresionante”, agregó Lucrecia Zanetta, la vicedirectora.

“Este año presentamos tres notas a la Regional IV y gracias a eso tenemos patrullaje en las inmediaciones de la escuela en horas del ingreso y salida de la primaria y secundaria, cuando se genera el movimiento de unos 700 chicos”, agregaron.

La violencia que rodea a la escuela está presente en un pizarrón, junto al ingreso. Allí se detallan, impresos, los protocolos de la Regional IV del Ministerio de Educación que indican cómo actuar en caso de inseguridad, accidentes, droga, arma, abuso y trata. Curcio indica que “todos los días aprendemos a manejar situaciones nuevas, se va aprendiendo y sufriendo a la par”. La vicedirectora agrega que “por suerte, la escuela sigue siendo referente: la gente viene mucho a pedir ayuda”.

A los tiros

Lucrecia Zanetta lleva 33 años trabajando en la escuela de Pompeya y destaca que “éste es un barrio de buena gente, trabajadora; estas cosas comenzaron a pasar hace poco más de un año”.

Mónica Vázquez, directora del Centro Cultural y biblioteca Amor y Fe, ubicado en Ayacucho y Roque Sáenz Peña, coincidió con los docentes: “Éste era un barrio tranquilo, pero desde hace unos meses los tiroteos son constantes”. En ese lugar, Sebastián era uno de los 126 chicos que todas las mañanas recibía la copa de leche, y unas de las 346 viandas de cada tarde. Mónica lo vio ayer, al llevarse su cena. Dice que por eso hoy se acercó a la escuela para hallar un modo de contactar a la mamá y ofrecerle un espacio para velarlo en el barrio. “Ahora, estoy pidiendo al gobierno que mande policía para custodiar el velorio y agentes de salud para atender por si hay heridos, uno nunca sabe qué puede pasar”, agregó.

En forma anónima, los vecinos indican que los tiros que alcanzaron a Emanuel partieron de la esquina de San Juan y Pavón, a sólo cuatro cuadras del comedor comunitario Los Gurisitos, definido Punto de Encuentro del barrio por la Municipalidad. Allí, cuatro personas cocinan y entregan todos los días unas 200 viandas a puertas cerradas con candado. “Cerramos por los robos, pero a veces se arman tiros en la vereda y tenemos que abrir para que entren los chicos”, dijo una de las colaboradoras. Una vecina contó que “casi todos los días se escuchan las balas que vacían un cargador, un breve silencio, hasta que del otro lado alguien vacía otro cargador como respuesta”. Las mujeres sabían de la muerte del pequeño, pero no se extrañaron. “Lo raro fue que estaba tranquilo, hacía mucho que no había tiros: dos semanas”. Sin decir su nombre, en la espera por su vianda, una vecina puso en palabras lo que otras decían entre líneas: “Da miedo salir de casa, a la vereda; salís pero no sabés si volvés”.
Los testimonios remiten al cartel de la Dirección: se sufre pero ¿se aprende?

Últimos casos

Sebastián Emanuel Maciel fue el tercer nene de Pompeya que este año fue alcanzado por una bala. El domingo 13 de julio pasado, un tiro alcanzó a Leandro N. de 9 años y lo dejó parapléjico.

En el mismo barrio, en Larrea 3600, el 26 de mayo otro pequeño, de un año y medio, recibió un impacto de bala cuando estaba en brazos de su mamá, en la puerta de su casa. Fue atendido en el hospital Alassia y dado de alta horas después.


EL LITORAL.

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