sábado, 11 de octubre de 2014

Cómo Kicillof “embocó” al hermano de Fábrega

Secretos de la trama que desató la salida del presidente del Banco Central. Despedida y diálogos con CFK.
POR FEDERICO MAYOL

Hace un mes y medio, según pudo reconstruir NOTICIAS de fuentes cercanas a los Fábrega, un hombre se acercó a Rubén, el hermano de Juan Carlos, como la supuesta cara visible de un fondo de inversión extranjero dispuesto a desembolsar en el país la descabellada cifra de más de 10.000 millones de euros, en medio de la disputa del Gobierno con los fondos buitre y de la escasez de dólares.

Le llevaron una carta que, en teoría, había sido presentada a las autoridades del Ministerio de Economía, y le aseguraron al hermano del ex funcionario que Cristina estaba al tanto de ellos.

Volvieron a reunirse un par de semanas después, en un hotel céntrico, y redundaron en lo mismo: el supuesto ejecutivo del fondo de inversión insistió con la idea de avanzar en el ingreso de capitales, y blanqueó la intención de abonar una comisión por la concreción del negocio, como recompensa por las gestiones del hermano de Fábrega para agilizar el trámite con sus contactos en el Gobierno.

Rubén Fábrega, un viejo conocido de los banqueros y los operadores financieros, olió algo extraño. Se convenció de que lo querían hacer pisar el palito cuando recibió el llamado de un amigo, que lo alertó: “Te quieren hacer una cama, tené cuidado”.
Nunca más se reunieron.

Un operador de la City, de roce diario con banqueros y con funcionarios económicos del Gobierno, aseguró a esta revista que, efectivamente, Kicillof infiltró al hermano de Fábrega con el solo objetivo de “embocarlo” en alguna maniobra que pudiera salpicar al ex presidente del Central.

Horas después de su renuncia, el abogado Alejandro Sánchez Kalbermatten denuncióen los tribunales de Comodoro Py que el hermano del ex jefe del BCRA estaría detrás de una “cueva” financiera en el piso 17 de un edificio de 25 de Mayo al 500, en el microcentro porteño.

La denuncia cayó en la fiscalía de Guillermo Marijuán y del juez Rodolfo Canicoba Corral, el mismo que también deberá investigar una denuncia contra Kicillof por favorecer supuestamente al fondo de inversión Latam Securities, del empresario Diego Marynberg, una información divulgada en los últimos días por el diario Clarín.

Carpetas y diferencias. Hacía dos meses que Fábrega quería dejar el Central y más de cuatro que las discusiones entre él, la Presidenta y el equipo económico, encabezado por Kicillof, eran casi diarias. La puja con los fondos buitre –con los que, a diferencia de la postura oficial, el ex presidente del Central y antes del Banco Nación siempre se mostró proclive a acordar– precipitó la caída. La dura acusación de Cristina, a última hora del martes 30 de septiembre, terminó de empujarlo al vacío: lo acusó por cadena nacional, sin nombrarlo, de filtrar información a los bancos en operaciones de contado con liquidación.

El miércoles 1, horas después de la renuncia, Fábrega habló por teléfono por última vez con la Presidenta. Fue una charla tensa. Cristina le dijo que la acusación no había sido para él, pero que su permanencia al frente del Central ya era insostenible. El ex funcionario solo le creyó lo segundo.

Histórico hombre de confianza de Néstor Kirchner, Fábrega consolidó en el último año su relación con los bancos y los principales empresarios del establishment, una ofensa para el relato revolucionario K.

La Presidenta tomó nota desde el primer día de que el ex jefe del Central intentaría independizarse del ala dura del cristinismo. En diciembre pasado, 56 senadores –solo una abstención– aprobaron su pliego, un récord de unanimidad que trascendió al oficialismo. “Veo que tenés diálogo con todos”, lo chicaneó Cristina, disgustada. La oposición lamentó la renuncia.

Federico Mayol

fmayol@perfil.com

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