domingo, 26 de mayo de 2013

Tres preguntas sobre los diez años de kirchnerismo

Nadie puede permanecer indiferente ante el kirchnerismo. PERFIL pidió a distintas personalidades de la política, la cultura y los movimientos sociales que evaluaran esta década.


1)Como balance general,  ¿es una década ganada, perdida o empatada?.  2)¿Qué elogia de los gobiernos kirchneristas?.  3)¿Qué critica de la gestión K en estos años?.
ADOLFO PEREZ ESQUIVEL
Premio Nobel de la Paz y titular del Cerpaj
1.Los diez años de kirchnerismo son una década ganada en algunos aspectos y perdida en otros.
2.Por un lado, hemos ganado una política internacional latinoamericanista; avances en derechos humanos; una tardía recuperación de YPF; una ley de medios y la Asignación Universal por Hijo, entre otras cosas.
3.Pero, por otro, nos encontramos con un país sin planificación, que no es capaz de pensarse a sí mismo a corto ni a mediano plazo. Y con un gobierno que trata de abordar problemas estructurales “sobre la hora”. Esto sucede porque, a diferencia de los países del ALBA, hemos perdido parte de nuestra soberanía económica, política y territorial. En lo económico, algunos ganaron más y otros menos. El modelo agroextractivo exportador ha estado destruyendo el medio ambiente y entregando nuestros recursos estratégicos. Hemos alimentado muchos fondos buitre. Y se han recuperado empresas privatizadas sólo cuando daban pérdida. En lo político ha faltado construir consensos. Se han impuesto muchas cosas y perseguido, dividido o reprimido a quienes pensaban lo opuesto. En lo territorial se ha impulsado el peligroso proyecto Pascua-Lama. No se han reactivado los ferrocarriles y sus talleres y no se ha protegido a la Antártida ni reglamentado la Ley Nº 26.659 para detener a las empresas en las Malvinas. La estructura económica neoliberal sigue vigente y tampoco se ha conformado una alternativa emancipadora para gobernar el país. Y eso también es parte de este balance.

MARTIN BECERRA 
Especialista en medios
1.Creo que en las principales iniciativas promovidas por el kirchnerismo es posible encontrar “ganancias” y “pérdidas”. En general, se trata de una década cuyos rasgos principales parecen decaer por el cambio en las condiciones en que fueron gestados y desarrollados, en muchos casos sin planificación. En la década, impulsados por el Gobierno y también por una sociedad cuyo hartazgo había detonado en 2001, se produjeron transformaciones y continuidades importantes respecto del ciclo anterior.
2.Destaco la recuperación macroeconómica; el nuevo modo de intervención estatal en áreas donde la gestión privada no correspondía (jubilaciones) o era pésima (aguas), la mejora del empleo y la recreación de discusiones paritarias (específicamente salariales), la orientación latinoamericana de la política exterior, la reactivación de juicios por violaciones a los derechos humanos de los 70, la inédita discusión en torno a la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, la despenalización de calumnias e injurias, la inversión en recursos educativos y científicos no siempre acompañados de estrategias de evaluación de impacto y el impulso de una Corte Suprema de Justicia independiente al comienzo del ciclo.
3.Las nuevas formas de intervención estatal carecen de control social y político. Eso conflictúa la asignación de recursos públicos para alcanzar niveles de prestación inclusivos o sencillamente dignos en servicios esenciales (transporte). También critico el incremento de la extranjerización y de la concentración económica en áreas estratégicas de la economía; la discrecional aplicación de políticas acompañadas por sectores que desbordan el continente kirchnerista, como la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, que se usa para generar una nueva correlación de fuerzas empresariales concentradas; la publicidad oficial como sistema de premios y castigos; la ausencia de reglas públicas de acceso a la información de interés público, y la nueva legislación para limitar la autonomía judicial, que contrasta con la decisión inicial que impulsaba un poder estatal con mayor autonomía del Gobierno. Y la indolencia de las autoridades con el padecimiento ajeno.

MARGARITA BARRIENTOS 
Fundadora del comedor Los Piletones
1.Esta década la considero un fracaso en todo sentido porque tendríamos que estar muy bien. La gente no tendría que vivir de los comedores, sino del trabajo digno.
2.Cuando Néstor era presidente, se podía elogiar algo de su trabajo. En cambio, con Cristina no defiendo nada. Estoy muy triste porque las cosas cambiaron. Vivimos como prisioneros y pidiendo permiso como si uno robara, cuando este gobierno es el que roba. Es el peor que conocí con 51 años que tengo y treinta que voto.
3. Se ve que hay mucha corrupción, una falta de respeto hacia toda la gente. Un gobierno muy corrupto. Además critico la falta de comunicación, la mentira. Los funcionarios que rodean a la Presidenta son unos patoteros. En el comedor les damos de comer, cada día, a 1.700 personas gracias a la ayuda de la gente común, de los trabajadores, no del Gobierno. La gente común y trabajadora es la que más aporta a que podamos hacer esto.

CLAUDIO MORGADO 
Actor, ex titular del Inadi
1.Es plenamente ganada por varias razones. Se pusieron en juego muchas cuestiones relacionadas con un poder estructurado hace mucho tiempo, como la estatización de las AFJP, Aerolíneas Argentinas, la movilidad jubilatoria y la pelea por la renta agraria. Es una década donde se cuestionó el poder del Estado como nunca antes se había hecho. La Ley de Medios, la generación de empleo, la reactivación económica y la Asignación Universal son otras cuestiones a favor.
2.El cuestionamiento intenso sobre los grandes decisores que siempre tuvo el país en el ámbito económico y mediático. Los juicios a los genocidas. El hecho de que Videla haya muerto en una cárcel común no es un detalle menor.
3.Hay muchas cosas que se hicieron, pero que no se les ha terminado de dar el apoyo político suficiente, como el tema de pueblos originarios. Si bien se sancionó una ley, con eso no basta. El tema de la minería a cielo abierto también habría que debatirlo a nivel interno. Hay intereses económicos que se cuestionan y otros que no. También está la cuestión de la discapacidad. Le dimos entidad de ley nacional a la convención internacional de los derechos de personas con discapacidad, pero no se termina de cristalizar el tema porque no hay suficiente presupuesto o articulación política. Entonces, hay un cuadro bastante precario para las personas con discapacidad. Hay muchos avances que son “zigzagueantes”. De todas maneras, es la opción más interesantes dentro de la política.

MANUEL CALLAU
Actor y fundador de la escuela de teatro ETB
1.Es una década de democracia, en el sentido de que este es un gobierno elegido por el pueblo, por lo cual es una década ganada. Más al tener en cuenta la historia de nuestro país, que ha estado marcada por golpes de Estado.
2.Las políticas de derechos humanos: juzgar a los genocidas, encarcelarlos, darles cárcel común. Esto es muy importante.
3.La política económica, la falta de trabajo y la falta de claridad en el rumbo del país. El doble discurso: decir que se beneficia a los sectores populares, cuando se enriquecen los más ricos. Corrupción, el manejo de los medios. Convertir la realidad en blanco y negro me hace dudar en la connivencia entre ese blanco y ese negro.

FORTUNATO MALLIMACI 
Sociólogo e investigador del Conicet
1.Son los diez años en los que más se avanzó en redistribución de capitales sociales, laborales, educativos, culturales, mediáticos y de género. Se profundizó lo mejor del gobierno de Alfonsín y se revirtieron las políticas regresivas del peronismo menemista y de la Alianza. Se demostró que es posible enfrentar y disputar en democracia el poder de los actores económicos, militares, mediáticos y religiosos nacionales e internacionales que dominaron y hegemonizaron  las últimas décadas.    
2.Recuperar la centralidad del Estado y la política como herramientas transformadoras de inequidades, impunidades y desigualdades, en especial entre los jóvenes. Particularmente la nacionalización del sistema jubilatorio y de YPF; la Asignación Universal por Hijo; el acceso a las jubilaciones; la lucha contra la impunidad y la defensa de los DD.HH.; el avance en derechos personales: matrimonio igualitario, salud reproductiva, identidad de género; la Ley de Medios.
3.La persistencia de la pobreza sigue siendo la principal deuda. Para ello, hay que abordar temas no tocados, como la reforma impositiva, y profundizar políticas económicas y sociales redistributivas. Por otra parte, hay un tipo de construcción de poder que no genera actores significativos y relevantes que permitan la continuidad en el largo plazo. Sigue siendo una asignatura pendiente avanzar en derechos de ciudadanía religiosa, anulando los privilegios de la institución católica y democratizando así los bienes de salvación.

JORGE SIGAL 
Periodista y docente
1. El kirchnerismo fue la consecuencia de una gran frustración nacional: un gobierno (el de la Alianza) que no pudo concluir su mandato, una seguidilla de presidentes provisionales que entraban por la puerta y salían por la ventana, una crisis económica terminal y un país atravesado por la violencia y los conflictos sociales. Por tanto, no se puede hablar de década ganada o perdida. Fue la alternativa que la democracia encontró para salir de una situación dramática, reconstruir el poder del Estado y salvar a las instituciones. Una anormalidad encauzada por carriles más o menos normales.
2. Esa capacidad para recomponer la formalidad institucional, recuperando el poder del Estado y apagando los focos de incendio sin una represión desembozada; la cirugía mayor realizada sobre una de las instituciones más dañadas, la Corte Suprema. En su primer ciclo, el control sobre las variables económicas para sacarle provecho a la salida de la convertibilidad. Rescato cuando el kirchnerismo se miraba en el espejo de un país “normal”.
3. El desvío de aquella pretensión de normalidad y su reemplazo por un proyecto hegemónico que reniega de la democracia como sistema de alternancias, agravado por falsedad ideológica: el uso de un supuesto progresismo que le ha permitido concentrar la economía, desmantelar organismos de control y habilitar atropellos a las instituciones (como la reciente reforma al Poder Judicial) con música de protesta de fondo.

MARCOS NOVARO 
Investigador del Conicet y director de Cipol
1.¿Una oportunidad perdida o un sueño que no podía durar?
2. El 25 de mayo de 2003 Néstor Kirchner inauguró la década que iba a llevar su nombre prometiendo un país serio y normal. Para mostrar que eran más que palabras impulsó, poco después, algo que ningún otro gobierno peronista había hecho antes: una Corte Suprema independiente y prestigiosa, medida que fue seguida de otras señales de transparencia que parecieron alejar el fantasma del “modelo Santa Cruz”. En aquellos años, y al menos hasta 2006, el país crecería y atraería inversiones, incluso por encima de lo que Lula estaba logrando en Brasil. ¿Qué nos llevó de aquella promesa y esas orientaciones a nuestra agobiante actualidad?
3. El extravío puede rastrearse en alguna de las muchas decisiones económicas e institucionales erradas que se tomaron desde entonces. Pero tal vez ninguna alcance para dar una explicación abarcativa del proceso. Que en cambio una simple palabra permite describir: voracidad. Es cierto que el kirchnerismo hizo cosas buenas (además de lo de la Corte, mencionemos la renegociación al menos parcial de la deuda y la ley de matrimonio igualitario) y malas (intervención del Indec, debilitamiento de los partidos, colonización del resto de la Justicia, corrupción, etc.). Pero lo más destacable es que no pagó por las malas: como le fue demasiado bien combinando unas y otras, tendió a convencerse de que podía hacer cualquier cosa. ¿Significa eso que la raíz del mal está en una sociedad que alimentó con su oportunismo y exitismo al monstruo que los Kirchner llevaban dentro? Por lo menos hay que decir que la deriva K habla mal no sólo de sus concepciones y preferencias, sino también de la cultura política argentina.

PABLO STEFANONI
Periodista
1.Si hacemos una comparación estática con 2003, sin duda es una década ganada; si en cambio pensamos en lo que se podría haber hecho con el crecimiento a tasas chinas hasta 2007 y los altos precios de las materias primas, se perdió una gran oportunidad de transformar el país. Yo creo que esta segunda consideración predomina sobre la primera. Los más de cien muertos por el “accidente” de trenes y las inundaciones sintetizan que el país cambió menos de lo que la inflación discursiva oficial y la retórica épica querrían.
En el caso del kirchnerismo, no puedo responder por separado ambas preguntas. Justamente, el problema con los gobiernos K es que lo “bueno” y lo “malo” está demasiado entrelazado. Se repone el rol del Estado, junto con manejos completamente opacos del dinero público; se estatiza YPF después de ocho años de alianza con Repsol, que destruyó la política hidrocarburífiera; se aprueba una ley de medios y se la aplica en beneficio de los capitalistas amigos; se propone una reforma para “democratizar” la Justicia que termina quitando derechos; se habla de soberanía y se da un cheque en blanco a las magamineras; se mejora la distribución y se destruye al Indec. Y así al infinito... sólo medidas como el matrimonio igualitario parecen escapar a esas tensiones y, en parte, un alineamiento internacional más favorable a la unidad y la autonomía latinoamericana.

DIANA KORDON 
Militante por los DD.HH.
1. Es necesario considerar la situación abierta con la rebelión de 2001 y los dispositivos asamblearios. Con marcado protagonismo popular, se abrieron expectativas de cambios en lo social, político y económico. Sin embargo, a lo largo de la década, se fueron ajustando los cerrojos del control social, a partir del ascenso de un grupo económico que restituyó la gobernabilidad a favor de los poderosos. Tuvo la ventaja de una situación de bonanza económica en la región que le permitió otorgar algunas concesiones que aliviaron enormes padecimientos producidos por la crisis previa. En los últimos dos años se deterioró la situación social por la inflación, al tiempo que la escena social se pobló de voces de resistencia.
2. El apoyo al proyecto encabezado por Patricia Walsh de anulación de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida, los cambios en la Corte Suprema, la Asignación Universal por Hijo, las facilidades de acceso a la jubilación.
3. El conjunto de su política: la profundización de la dependencia, el saqueo de los recursos naturales, el avance de las corporaciones, la sojización, el crecimiento exponencial de su propio grupo económico, utilizando sus posiciones en el Estado. El incremento de la desigualdad y el deterioro de derechos básicos (salud, vivienda, educación); el retroceso en derechos adquiridos, como la Ley de Riesgos de Trabajo. La reforma judicial. La Ley Antiterrorista y la profundización de la criminalización de la protesta social. La corrupción. La utilización de un discurso enmascarador, con una supuesta épica del cambio social. Su política de división de los movimientos populares.
SILVIO MARESCA 
Filósofo y escritor
1. Haciendo un balance general, debería hablar de década perdida. Sin embargo, no es la primera y –presumiblemente– tampoco será la última. La Argentina carece de rumbo desde hace mucho tiempo. Para no remontarme demasiado lejos, diría que desde la recuperación de la democracia en 1983 ha ido de de desencanto en desencanto. De ello no han sido responsables exclusivamente nuestros políticos –cuya mediocridad es inigualable– sino también un pueblo tan propenso a vivir en la irrealidad de la ilusión como reacio a enfrentar la dureza de la realidad. Me explico: en los 80 fue la ilusión de la recuperación de las instituciones democrático-liberales como panacea. Esfumado ese espejismo, se pasó casi sin transición a la apuesta neoliberal que dominó la década de los 90. Por fin, después de la catástrofe de 2001, de nuevo sin reflexión alguna, se confió en la receta populista-progresista que impera hasta hoy.
2. No todo lo realizado por los gobiernos kirchneristas ha sido malo. Después de la apertura salvaje de la economía llevada a cabo en los 90, las privatizaciones defectuosas, indiscriminadas y fraudulentas y demás medidas, con sus múltiples secuelas negativas, los gobiernos kirchneristas intentaron una reorientación tendiente a corregir los peores desatinos.
3. Pero su acción ha sido insuficiente e ineficiente, mucho más centrada en el discurso que en las “efectividades conducentes”. Ni hablar de los arrestos totalitarios procedentes de una suerte de neomarxismo trasnochado ni –más grave todavía– de un nivel de corrupción en gran escala, ya indisimulable.
DIEGO GORGAL 
Especialista en seguridad
1. En materia de seguridad, la década K es una década perdida. Primero, debido a que –si bien la violencia pareciera haber mermado levemente–, en los últimos diez años tenemos una tasa general de delitos que está por encima de la de los 90. La crisis de 2001 y 2002 fijó un nuevo piso delictivo que la década K no logró revertir, a pesar del crecimiento económico registrado. Segundo, por la amplia y silenciosa difusión de la criminalidad organizada en todo el país, algo que requiere de economías en expansión y de entornos institucionales de muy baja calidad. Si los años 90 fueron la década de la violencia, la década kirchnerista es la década de la expansión de la criminalidad 
organizada.
2. Es dable destacar algunas iniciativas como la fuerte inversión en equipamiento de las fuerzas de seguridad y policiales, luego de años de desinversión.
3. La principal crítica es la oportunidad perdida para generar las capacidades estatales requeridas para formular políticas de seguridad efectivas. Principalmente, la falta de implementación de un sistema integral de información y estadística criminal que permita conocer con mayor precisión el problema de seguridad que debemos enfrentar. Peor aún, la información sobre el delito fue sometida –ante el silencio y la complicidad de los grupos “progresistas” involucrados en la gestión– a una escandalosa manipulación que no hizo más que evitar la posibilidad de discutir públicamente una política de seguridad que efectivamente preserve la vida, libertad y patrimonio de las personas y resguarde las instituciones democráticas (policía, Justicia, organismos de control, etc.) de la creciente amenaza del narcotráfico.

MARIA SAENZ QUESADA 
Historiadora y escritora
1. Perdida.
 2. La década comenzó con expectativas favorables de acuerdo a la promesa presidencial: construir “un país normal”. Ya se estaba saliendo, en lo económico, de la crisis de fin de siglo. Los buenos precios de nuestras exportaciones contribuían a hacer posible el sueño de una sociedad más justa. Hubo más trabajo, más planes sociales, mejoras en los ingresos y servicios baratos. La autoridad del Estado se recuperó del golpe sufrido.
3. Entretanto, continuaban las prácticas clientelistas. En política se impuso el tratamiento del otro como enemigo, descalificarlo, ignorarlo, perseguirlo. Es decir, volver atrás en el camino de la convivencia democrática iniciado en 1983. Diez años después, están a la vista las limitaciones del modelo: escasez de inversiones, deterioro de la infraestructura de servicios, menos oportunidades laborales, crisis energética y descontrol de los actos de gobierno en beneficio de funcionarios deshonestos y de empresarios amigos. A esto se suman los resultados deficientes de la educación y la escasa capacidad para revertirlos. Lejos de aquella normalidad prometida, se insiste en reformar la Justicia de acuerdo a necesidades de la coyuntura política, se amenaza con reducir el acceso a la información, se distorsionan los datos de la inflación y se muestra predilección por regímenes políticos autoritarios (Venezuela, Cuba e Irán). En estos diez años, se volvió atrás con respecto a los valores de la tolerancia y del respeto a la ley que constituyen una democracia moderna continuadora del proyecto de Mayo de 1810. En su declarado afán de ir por todo, la Argentina de los K se acerca peligrosamente a épocas sombrías de nuestra historia.
AGUSTIN SALVIA 
Director del Observatorio de la Deuda Social de la UCA
1. En  mi  opinión, se trata  de una década lamentablemente “desperdiciada”. Durante estos años, se ha  esquivado el desafío de acordar, diseñar y poner en marcha un programa de desarrollo sustentable para, al menos, veinte años de historia. En sentido contrario, se debilitó la democracia y se facilitó  la apropiación de rentas extraordinarias en favor de los sectores más concentrados de la economía, incluso de amigos cercanos al poder.
2. No es mucho, pero sin duda debe valorarse el haber convocado inicialmente a grupos sociales y de intelectuales comprometidos con los cambios sociales y haber actuado en este sentido. Me refiero a la renovación de la Corte Suprema de Justicia, la defensa de los derechos humanos, la promoción  de los derechos laborales y  sociales, la ampliación de la seguridad social, el aumento  del presupuesto educativo,  entre otros. Sin embargo, lamentablemente, muchas de estas acciones se han truncado o contrariado en los últimos años.
3. Haber sido un gobierno que ha priorizado la  lucha por el poder y el capitalismo de amigos en  desmedro de los acuerdos democráticos y de un modelo de  desarrollo fundado en reglas de integración, sustentabilidad y equidad. De tal manera que, más allá de que haya crecido el nivel de consumo
y bajado la pobreza extrema, todavía en la Argentina hay 5% de hogares que sufren inseguridad alimentaria y 11%, necesidades básicas insatisfechas; el 30% de la población económicamente activa tiene empleos precarios y el 18% está desocupad o haciendo labores indigentes, el  10% de los hogares todavía no tiene agua corriente, el 30% no tiene cloacas y el 35% no tiene acceso al gas natural.

ANIBAL Y. JOZAMI
Rector de Untrefy director de Archivos del Presente
1. En el balance, la última década es sin duda alguna una década ganada, independientemente de las asignaturas pendientes.
2.Lo primero que hay que remarcar favorablemente es la política de derechos humanos, que ha sido ejemplar. No se puede obviar los grandes progresos que se dieron en el ámbito social. La Asignación Universal por Hijo y otros beneficios sociales fueron elementos que significaron una importantísima mejora en la situación de los sectores carenciados. Entre éstos, el programa Conectar Igualdad está implicando también un avance en la posibilidad de que los niños y adolescentes de las distintas regiones del país y de los diferentes sectores sociales accedan a una educación normalizada en el sentido sarmientino de la palabra. 
También, el incremento del presupuesto educativo, y en especial el universitario, permitieron alcanzar los niveles porcentuales del producto a los que se había aspirado durante muchos años. Lo mismo se puede afirmar en relación con los presupuestos de ciencia y tecnología.
3. Sin embargo, está faltando una mayor planificación en el área educativa, para utilizar con la mayor eficiencia posible los recursos que se están destinando. En relación con lo social, las políticas de ayuda sólo tendrán un éxito definitivo al lograrse un clima económico favorable a la inversión que haga posible la suficiente creación de empleo, para garantizar que los sectores más necesitados puedan ir saliendo de las políticas de ayuda e integrarse en la economía productiva. Esto será también lo que permitirá la integración de los jóvenes “ni-ni” a la sociedad, con la disminución de los riesgos a que están expuestos en su actual situación. Sin duda, también está entre las tareas pendientes la necesidad de encarar la vinculación con Brasil con un criterio estratégico que permita superar, encuadrándolos en sus reales y proporcionales términos, los problemas sectoriales para abordar definitivamente como proyecto de país la necesaria integración en los términos más amplios que sea posible.

JULIO STRASSERA
Abogado y fiscal del Juicio a las Juntas
1.Esta es una década totalmente perdida. Son tiempos de corrupción total. Y esto no es de ahora. Empezó con el Caso Skanska, la valija de Antonini Wilson, las coimas en el caso del accidente ferroviario de Once. Si estás en el Gobierno, sos inimputable. El enriquecimiento con la obra pública es de no creer.
2. No hay absolutamente ninguna defensa para estos años. Otra cuestión a señalar es la Justicia. No les alcanza con Oyarbide, quieren más para poder garantizar el poder y la impunidad.
3. Lo que más critico son las mentiras del Gobierno. Mienten con la inflación, con la información, con la corrupción, con la democratización de la Justicia, con la pluralidad que dicen querer en los medios y con el fin de los monopolios; cuando el monopolio más grande es el estatal. Vivimos en una cleptocracia, que viene de un vocablo griego que quiere decir “gobierno de ladrones”. Esta palabra hace referencia al establecimiento y desarrollo del poder basado en el robo de capital, institucionalizando la corrupción y sus derivados como el nepotismo, el clientelismo político, el peculado, de forma que estas acciones delictivas quedan impunes, porque todos los sectores del poder están corruptos, desde la Justicia hasta funcionarios de la ley y todo el sistema político y económico. En el caso de los gobiernos kirchneristas, los socios que tienen para llevar adelante este proceso son increíbles. Lo que dijó Carta Abierta sobre su reflexión acerca de las acusaciones mediáticas que recibió el Gobierno en relación con la corrupción es algo de no creer. No puede ser que un grupo de intelectuales no le preste atención al enriquecimiento ilícito que hay en todos los sectores. Partiendo de trabajadores humildes, como un chofer o un jardinero, que de la noche a la mañana se convierten en probados multimillonarios.

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