miércoles, 29 de mayo de 2013

SANTA FE: Jubilados asaltados en su domicilio

Ocurrió en barrio Los Hornos. Actuaron tres mujeres que se hicieron pasar por familiares. Desvalijaron la casa.

“Se llevaron todo... dinero, objetos de valor y hasta la carne de la heladera. No sé cómo vamos a seguir viviendo”, dijo hoy Eleodoro Flores.

Fueron tres mujeres las que ayer atacaron el domicilio de un matrimonio de jubilados.
El hecho podría ser uno más en la estadística de robos contra ancianos, pero se diferencia del resto dado el grado de vulnerabilidad de las víctimas.
Eleodoro Jacinto Flores tiene 84 años y carga con los lógicos “achaques” de su edad. Así y todo hoy, mientras saboreaba un mate cocido, recordó sus años mozos cuando se desempeñaba como comisario principal en la seccional 4ta., jerarquía con la cual se jubiló.
Desde hace ya mucho tiempo, toda la atención de Eleodoro está puesta en su esposa y compañera de vida, Carmen Antivero (88), debido a que la mujer está ciega.
Ambos residen en una más que humilde vivienda ubicada en 9 de Julio 5530, en la zona próxima al Puente Negro, en barrio Los Hornos.
Los esposos atraviesan hoy una dramática situación debido a la acción de unas ladronas que irrumpieron en su casa y que los dejaron prácticamente “en la calle”.
Eran cerca de las 15 cuando tres mujeres llamaron a la puerta. “¡Venimos a ver a la tía!”, gritó una de las visitantes. “Somos las sobrinas”, agregó. La maniobra había comenzado.
Apelando a su oficio de policía, Eleodoro describió a las malvivientes: “Dos de las intrusas eran altas, de complexión delgada. Tenían cutis trigueño, cabello negro y todas vestían pantalones.
La tercera era una chica bajita, de 1,60 de estatura, gordita. Su edad sería de 18 años y llevaba un bebé en sus brazos”.
Mediante distintas maniobras las mujeres se ganaron al interior de la casa. En cuestión de segundos, dos de las mujeres llegaron hasta el dormitorio y comenzaron a revisarlo.
—“¡¡¡Ehhh, que estás haciendo!!!” -alcanzó a gritarle Eleodoro cuando comenzó a adivinar la malsana intención de estas “parientas”.
—No te asustés abuelo... estamos mirando porque vos aquí tenés un montón de cosas bonitas -explicó una de las rufianas.
En simultáneo, la restante de las mujeres ya se había instalado en otra parte de la casa donde se encontraba Carmen. Aquí las cosas resultaron más que sencillas para las ladronas debido a la ya señalada dolencia de la visión que padece la dueña de casa.
Cuando Eleodoro ya no tuvo dudas de lo que estaba ocurriendo, sacó fuerzas de su ser y enfrentó a las mujeres, con la intención de echarlas de su casa
La secuencia siguió luego en la vereda donde dos de las mujeres se alejaron del lugar a bordo de una moto. La tercera hizo lo propio pero escapando a la carrera.
El reingreso de Eleodoro a su domicilio no pudo ser peor. Con dolor e indignación constató que desde un sector del dormitorio faltaba un monedero donde el matrimonio guardaba el dinero de la jubilación.
También advirtió el faltante de otros objetos de valor, tales como vasos y copas “de las que uso cuando hay algún cumpleaños”, dijo. La ruindad de estas rufianas fue de tamaña magnitud que hasta se llevaron la carne que los abuelos tenían en la heladera.
“La verdad es que no sé cómo vamos a hacer para seguir viviendo...”, dijo hoy Eleodoro casi al borde de las lágrimas.

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