jueves, 19 de julio de 2012

INT. Narcos de México y Colombia buscan refugio en la Argentina de los Kirchner

La presión policial en sus países ha obligado a muchos traficantes a huir a Buenos Aires donde no son molestados.
 

Narcos de México y Colombia buscan refugio en la Argentina de los Kirchner


A María Verónica Colombo el mensaje le llegó claro, «cállate la boca que vas a terminar como Leo». Le habían puesto un arma en la cabeza. Ella y su hija escucharon la amenaza en el interior de una furgoneta. Los cuatro hombres que las retuvieron se referían a Leopoldo Vina, uno de los tres asesinados a tiros, después de sufrir torturas, en lo que se bautizó como el triple crimen de la efedrina. El caso, hace apenas cuatro años, destapó una red de trafico de estupefacientes donde confluyeron nombres de narcos mexicanos como el de Rodrigo Pozas Iturbe. Las noticias de muertes violentas y ajustes de cuentas donde aparecen involucrados ciudadanos colombianos y mexicanos se suceden en los últimos años en Argentina. El temor a que este país se convierta en paraíso de los carteles se extiende. En paralelo, soldados de las FARC y paramilitares de Autodefensas Unidas logran o tramitan su estatus de refugiados políticos. El terreno de la droga es el que genera mayor preocupación. Por un lado, se multiplican las microempresas de traficantes y por otro, los grandes capos de los carteles de Cali, Sinaloa, Tijuana y Juárez, envían desde hace unos años a sus hijos, sobrinos y allegados a estudiar a universidades de reconocido prestigio.
El hijo de Pablo Escobar, Juan Pablo, rebotado de Alemania, se refugió con su mujer y su descendencia en la capital argentina. Paseaba hasta hace un par de años por el coqueto barrio de la Recoleta, equivalente al de Salamanca en Madrid, como un porteño más. Iba sin guardaespaldas. Juan José Esparragoza, apodado «El Azul», envió a su hija a Buenos Aires a estudiar la carrera a una de las facultades privadas más reconocidas. La joven aún no la ha terminado. Continúa sus estudios sin que nadie, policía o mafioso, la moleste. Como ellos, «calculo que hay unos cincuenta o sesenta familiares de narcotraficantes que vinieron a estudiar a Buenos Aires», estima uno de los hombres que ha redactado para Interpol decenas y decenas de informes sobre el narcotráfico. «Cuando hablo de narcos me refiero a los Onassis del negocio, los que su fortuna supera los cinco mil millones de dólares», insiste la misma fuente. «El resto -puntualiza- son “dealers”, sicarios, “pichis” que dirían los castizos y que ahora están inundando Argentina».
El pasado año en el Alto Palermo, uno de los centros comerciales más céntricos de Buenos Aires, la Policía detuvo a un turista que estaba de compras. El sujeto resultó ser Luis Agustín Caice Velandia, más conocido como «Don Lucho», un traficante colombiano que se movía libremente con pasaporte guatemalteco. A mediados de 2010, Angie Sanclemente Valencia, quedó inmortalizada en la prensa como la «narcomodelo». La colombiana, ex reina nacional del café, había sido detenida en un hotel de Buenos Aires después de estar prófuga durante meses acusada de formar parte de una organización para transportar cocaína. El jefe de la organización era su amante, Carlos Adelmar Cabañas, un mexicano conocido como el «Monstruo». La lista de casos es inabarcable.
Diversas explicaciones sirven par entender por qué Argentina es hoy territorio abonado para la delincuencia del narcotráfico. «En 2005, la actividad de la DEA (Drug Enforcement Administration), deja a Perú, Bolivia y Colombia desprovista de los precursores químicos necesarios para la producción de cocaína. Los narcotraficantes buscan y encuentran en Argentina el lugar ideal para reanudar sus actividades. El país es productor de petroquímicos, los controles son bajos y la radarización del territorio mínima. Las Pampas se llenan de pistas de aterrizaje clandestinas y de cocinas (laboratorios clandestinos). La producción comienza y continúa porque, además, las penas son muy bajas si les atrapan. Si no tienen antecedentes es raro que lleguen a cumplir tres años». El resumen de situación lo hace alguien que conoce la DEA por dentro y añade que «la política del Gobierno de Calderón, que ha dejado un reguero de muertos cercano a los sesenta mil, a causa del narcotráfico, forzó la estampida a Argentina de “emprendedores” que huyen de la violencia y montan aquí su “pyme” de la droga», matiza.
Mariano Borinsky, jefe de la Unidad Fiscal de Investigación de Delitos Tributarios confirmó a la revista colombiana «Semana» que «Argentina se está constituyendo en un punto estratégico claro para el narcotráfico». España no está ajena al problema -explica un agente de inteligencia que prefiere guardar el anonimato-. «Entre 2003 y el 2004 los “Pepes” gallegos enviaron a sus lugartenientes a Argentina y ellos hicieron el puente para entrar en Europa». El narcotraficante colombiano, según el jefe de antinarcóticos de la Policía de Colombia, Luis Alberto Pérez Albarán, «se siente seguro en Argentina porque es un lugar neutral, un refugio"

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