Gendarmes de Rosario, internados
en la ciudad, describieron el fatal choque del martes en Chubut. El
recuerdo de sus compañeros muertos, el duro trabajo y por qué una misión
a la Patagonia.
La Capital |
A tres días de haber sufrido el
accidente donde murieron nueve camaradas, los gendarmes heridos Daniel
Rojas Pérez, Julián Ezequiel Romero y Daniel Córdoba —internados en
Rosario— coincidieron en opinar que el choque "le podría haber pasado a
cualquiera" ya que "nadie puede esperar que en plena ruta un camión se
te ponga de frente".
"Todos nos despertamos con el golpe y
eso era un desastre: los gritos de los heridos, algunos compañeros que
rompían los vidrios para salir, gente del segundo colectivo que venía a
ayudar, la ruta toda cubierta por el maíz volcado del camión...",
recuerda Rojas Pérez, de 24 años, nacido en San Juan pero radicado en
Rosario y familiarizado con la zona de Necochea y Viamonte ("cerca del
club Temperley", apunta) donde vive.
En las palabras de los jóvenes parece
no haber resentimiento pese a las heridas, la crudeza de lo que vivieron
y la muerte de los nueve colegas a quienes trataban todos los días.
"Sí, nos conocemos entre todos y estamos todo el día juntos porque así
funciona un destacamento. Federico Vilca y Sergio López además eran de
mi sección", apunta Rojas Pérez.
El accidente ocurrió el martes a las
6.20 a 65 kilómetros de Puerto Madryn: un camión cargado de cereal se
cruzó de carril y chocó de frente a un colectivo que transportaba a los
gendarmes. Un segundo ómnibus —también con gendarmes— trató de esquivar
pero rozó al primero, derrapó y terminó en la banquina. Los efectivos
volvían de custodiar el yacimiento de Cerro Dragón, en Chubut, tomado
por sindicalistas. Hubo casi 50 heridos; todos los gendarmes
correspondían al Destacamento Móvil 2 con asiento en Rosario, en avenida
San Martín y Virasoro.
Tras la mención que Rojas Pérez hizo
del fallecido gendarme López, el periodista les destacó que la esposa de
éste, Fernanda Cuello, acababa de aparecer en un reportaje de LA
CAPITAL dando cuenta de la dura vida que estaba llevando su marido y su
desconsuelo. "Lo que sufrió ese chico, por Dios", intervino Córdoba.
"Cuando el camión nos choca, él estaba parado (se ve que había ido al
baño) y sale despedido. Lo agarra el segundo colectivo y queda atrapado
entre los fierros. ¡Cómo gritaba, qué ganas de vivir que tenía ese
chabón!", recuerda Córdoba. "Murió camino al hospital arriba de la
ambulancia, según lo que dicen", cierra.
Córdoba, de 21 años, prácticamente ya
tiene dado el alta en el sanatorio Laprida, donde este diario estuvo con
los tres. Riojano, fue destinado hace unos años al Destacamento Móvil 2
de Rosario y también vive en las inmediaciones de Necochea y Viamonte,
cerca de la casa de Rojas Pérez. El tercero, Romero, también de 21 años,
es oriundo en cambio de Misiones: hizo la carrera de gendarme en Jesús
María (Córdoba), al igual que sus dos compañeros, y fue enviado también a
Rosario.
Los tres se casaron y se asentaron en la ciudad.
En otro piso del sanatorio Laprida hay
otros dos heridos, Héctor Juárez y el cabo Paz, mientras que en el
sanatorio Británico son atendidos el sargento Gildo Zampa y los
gendarmes Ivan Prado y José Romero.
Si bien Córdoba tiene el alta, la
recuperación de Rojas Pérez y de Romero llevará un tiempo: ambos deberán
someterse a cirugías para que les coloquen clavos, el primero con
fractura de peroné y de los ligamentos y el segundo con quebradura de
húmero.
Mientras transcurre el reportaje llega
de visita el gendarme Pablo González, quien se merece -según dijeron-
"una medalla al valor". Iba en el segundo colectivo y corrió en auxilio
de los heridos. "A cuánta gente ayudó sacándola de los asientos", lo
destacaron. El, por su parte, solo dijo: "Recuerdo el momento: miré al
costado y vi a mis compañeros colgados, apretados, desparramados".

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