Fue en el kilómetro 406,
aproximadamente a la altura de Punta Alvear. Prefectura resolvió no
autorizar el paso de los navíos hasta verificar las profundidades.
La bajante del río sigue
generando inconvenientes a la navegación comercial de buques de gran
calado. Al episodio vivido a mediados de enero a la altura de Arroyo
Seco, cuando un navío de carga encalló y afecto la transitabilidad
durante diez días, se sumó ayer la varadura de un buque cargado de
cereal en el kilómetro 406 del río, a la altura de Punta Alvear. Si bien
no obstruía la navegación, la Prefectura Naval Argentina dispuso no
autorizar el tráfico de buques hasta tanto se verificaran las
profundidades de la zona.
Se trata del Eirini K., un barco con
bandera de Malta que había cargado en el puerto Quebracho, de San
Lorenzo, y tenía como destino Israel y Grecia, según consignó a este
diario la Cámara de Actividades Portuarias y Marítimas.
El Eirini K. fue uno de los tres buques
que quedaron varados en la zona, y fue sin dudas el más comprometido.
Eran aproximadamente las 5.20 de ayer cuando la nave debió interrumpir
su recorrido en el kilómetro 406.
Fuentes de la Prefectura Naval con
asiento en Arroyo Seco, encargada de los trabajos de relevamiento del
suelo, revelaron pasada la media tarde que las tareas continuaban, y que
la navegación seguía interrumpida. Pero no ofrecieron más detalles
respecto del tiempo que podían demorar esos trabajos. Se trataba de
determinar las profundidades en distintos sectores de navegación.
Tampoco se pudo determinar en qué medida se afectó el tráfico de buques, ni las pérdidas que esto podía ocasionar.
Según trascendió, el carguero, de 189
metros de eslora y 32 de manga, transportaba unas 35.100 toneladas. Por
eso se vio dificultada la navegación, algo que ocurre cuando los buques
vuelven cargados con cereal.
"Además, la profundidad del canal va
cambiando, y con la bajante del Paraná, la situación suele complicarse",
explicaron desde la Cámara, donde aclararon que las varaduras se dan en
distintos puntos del río. Esto complica aún más el tema de la
navegación, porque si se tratara de un solo lugar podrían focalizarse
las tareas de dragado", comentó una fuente.
Además del Eirini K, otros dos buques
quedaron varados entre anteayer y ayer sin afectar la navegación. Estos
fueron el Prizco Elizaveta, que salió del muelle San Benito y quedó
varado al virar en la rada sur; y el Borak I, que cargó en Dreyfus y se
detuvo cerca de medianoche de anteayer, y ayer permanecía en rada
adrizando (enderezando, reorientando) y a la espera de nueva
determinante.
Antecedentes preocupante.
El 16 de enero de este año, el buque de bandera liberiana Aristeas-P
encalló en el río Paraná, en un tramo cercano a Arroyo Seco. La
embarcación mide unos 189 metros de eslora y 28 de manga (ancho) y
navegaba cargada, ya que había zarpado desde la Terminal de Puerto San
Martín con cereal.
En esa ocasión, la nave quedó varada en
forma perpendicular al sentido de navegación en el kilómetro 390 de la
hidrovía en uno de los canales, en las proximidades de Arroyo Seco.
Fuentes de agencias marítimas estimaron que la varadura fue consecuencia
de la pronunciada bajante que presenta el río debido a las escasas
lluvias que se están produciendo en la cuenca superior del Paraná, que
se encuentra ubicada en el norte de la Argentina y en el sur de Brasil.
Aquel accidente, que se prolongó
durante diez días, resintió notablemente la operatoria de los puertos de
la zona, interrumpió las tareas de al menos mil estibadores y generó
pérdidas millonarias.
En medio de un clima de tensión, recién
el 25 de enero comenzaba a normalizarse la navegación. Prefectura dejó
entonces comenzar a transitar a los buques durante el día, inicialmente
con naves de menor porte y calado.
Un día después, quedó finalmente
liberada la navegación. Desde entonces, varios buques sufrieron
problemas similares, aunque no con las misma consecuencias.
La bajante del Paraná se hizo sentir en
esta primera parte del año, y generó algunos problemas en la
navegación. Pero ahora, con la llegada de la cosecha gruesa y el gran
movimiento de buques hacia las terminales del cordón industrial y
portuario, el fantasma de las varaduras y sus consecuencias para la
actividad se vuelve más preocupante.
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