viernes, 2 de septiembre de 2016

Lucas Alario, un tostadense que dejará fortunas en Colón De irse al descenso a jugar al lado de Messi, en dos años


Foto: Agencia EFE

Enrique Cruz (h)

Enviado Especial a Mendoza

El 8 de octubre que viene, Lucas Alario cumplirá 24 años. Atrás quedó aquél inicio en San Lorenzo de Tostado, su llegada a Colón, la intervención del senador Gramajo para que Colón se vea obligado a hacer un convenio y reconocerle el 20 por ciento de una futura transferencia al club del norte de la provincia, aquella prueba en Newell’s Old Boys de Rosario y la excelente impresión que causó en el grupo de ex jugadores de Colón que trabajaba en divisiones inferiores en aquél momento, con Rubén Rossi a la cabeza.

Atrás también quedó aquella imagen en el partido con Godoy Cruz, el último del Bichi Fuertes en el Centenario antes de su despedida definitiva en cancha de Banfield, cuando el Bichi dejó su lugar para el ingreso de Lucas. Todo un símbolo, una entrega de la posta que el flaquito nacido en Cuatro Bocas (Santiago del Estero) supo tomar para empezar a darle envión a su carrera.

Lucas Alario se fue al descenso con Colón después de bancarse un campeonato haciendo dupla con otro producto de inferiores, Martín Luque, corriendo defensores rivales y a veces parándose en el círculo central como si fuese un volante de marca, para luego disparar a buscar algún pelotazo a dividir que le tiraban sus compañeros del fondo. Algo parecido, en cuanto a sacrificio, de lo que tuvo que hacer anoche en la fría noche mendocina, cuando el Patón Bauza le dijo que ingresara por Pratto, pero no para jugar de “9”, sino para hacerlo como un “8” al mejor estilo del “Pitón” Ardiles, con un ida y vuelta fenomenal.

Lucas se dio el gran gusto de combinar con Messi e ir a buscar la devolución de su pared, que no pasó por muy poco. Es el mismo Messi al que debió enfrentar el año pasado en la final del Mundial de clubes y el que parecía inalcanzable para él. Ahora, es su compañero en la selección, su líder espiritual y futbolístico y el hombre con el que se estrechó en un gran y sentido abrazo apenas terminado el partido.

Hace dos años, Lucas Alario se iba al descenso llorando desconsoladamente en los hombros de Sergio Villanueva, aquella tarde en la cancha de Rosario Central ante Atlético de Rafaela. Al poco tiempo le llegó el momento de vivir su primera gran emoción, que fue el retorno con Colón a Primera, marcando goles decisivos y mostrando su enorme personalidad. Después vino la segunda, que fue la venta a River y, enseguida nomás, la tercera, que fueron esos goles clave para que River volviese a alzar la Copa Libertadores.

“River quiere retenerlo, Lucas tiene un buen contrato pero le ofrecieron una mejora”, dijo Pedro Aldave, su representante, cuando Inter amagaba y negociaba con pagar los 15 millones de euros de su opción (el 40 por ciento le corresponde a Colón). El 31 de agosto (anteayer) cerró el libro de pases en Europa y Lucas Alario se quedó en River, seguramente por poco tiempo más. Mejor contrato y, posiblemente, una cláusula de rescisión que se habrá incrementado y que significa un plazo fijo con una tasa preferencial para Colón, pues cuando River lo venda tendrá que participarlo a Colón con un excelente porcentaje.

“Ya le avisé a mi familia que se preparen para viajar a Córdoba, porque quiero que vayan a ver el partido con Paraguay en octubre”, le comentó un amigo en común a Pablo García, un tostadense de nacimiento y neuquino de adopción, que fue al Malvinas Argentinas con su hijo y vistiendo con orgullo la camiseta de Colón. Para ellos, la de ayer fue una jornada completa e inolvidable. Vieron ganar a la selección, con Messi figura y autor del gol, y de yapa, el debut del hombre que, de chiquito, le gustaba jugar al fútbol descalzo por los potreros de Tostado, al mismo tiempo que Messi, el que lo abrazó efusivamente al término del partido, aparecía con todo su esplendor en la primera del Barcelona.

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