Hasta las 20 de ayer, es decir, casi 22 horas después del incidente que lo tuvo como protagonista principal en la zona interna del club, ningún miembro de comisión directiva salió a sentar postura. Mucho menos a defenderlo. El imputado tampoco hizo declaraciones, ni siquiera en dependencias policiales donde directamente se abstuvo.
La Capital |
Una clara señal por entonces de que las acusaciones, asentadas inclusive con denuncias en la comisaría 9ª, de integrantes de la comisión directiva y de un jugador de Independiente Rivadavia de Mendoza tenían buena base de sustentabilidad. Y si algo faltaba para confirmar que los hechos fueron graves para la imagen institucional de Central, fue la renuncia de Gonzalo Belloso que llegó a la hora señalada.
La jornada de ayer, una nueva convulsionada en el universo auriazul, transcurrió con mensajes entrelíneas. Empezó con la altisonante clausura del Gigante de Arroyito, que seguramente será levantada en breve (ver página 3), por parte del juez de instrucción Javier Beltramone y que, aunque hizo más ruido que otra cosa, contribuyó al malestar general auriazul. Siguió con la supuesta condición de "detenido" o "demorado" del propio Belloso que no fue tal, aunque sí fue citado a declarar pero finalmente se abstuvo. Y continuó con la movilización policial de prevención en tres lugares distintos de la ciudad: en la sede canalla de calle Mitre (donde un grupo de hinchas se reunió a eso de las 20, vallado exagerado mediante), en la misma puerta de tribunales a la hora en que el magistrado hizo su conferencia de prensa y, por último, en la propia casa del ahora ex mánager.
Luego apareció otro síntoma, mucho más relevante acerca del futuro que se avecinaba, con la prohibición que dictó la Justicia para que Belloso concurra a cualquiera de las sedes canallas por el término de 30 días. En el medio, nuevas declaraciones de la dirigencia mendocina salvaban en todo momento a sus pares canallas, menos al Pejerrey. Y por eso no sorprendió demasiado que el broche del día posterior haya sido su renuncia.
Todo eso fue pasando ayer luego del lunes negro, donde de acuerdo a la versión mendocina, y que nadie en Central contradijo, el ex mánager le pegó al menos al gerente deportivo Daniel Valls y hubo robo de pertenencias, para lo cual se está tratando de identificar al ladrón con datos precisos. Y aunque se había culpado en los medios también al entrenador de arqueros Hernán Castellano como agresor, lo cierto es que sólo se denunció a Belloso. Los primeros insultos hacia su persona aparecieron durante el partido. Pero de ninguna manera parecían determinantes. La implosión fue lo que ocurrió después en la zona interna del Gigante, entre los dos vestuarios, y el desencadenante de su salida habría sido el poco apoyo que sintió el mánager en la comisión. Ayer no habría pensado de entrada en irse, pero todos esas señales que él también percibió lo habrían empujado a poner a disposición la renuncia. Que, en el último de esos síntomas, fue aceptada.
Belloso optó por no hablar en público. Después de que declare mañana en tribunales, probablemente lo hará. No dio su versión de los hechos. Ninguno en Central lo hizo. Pero sí quedó claro que ayer fue su último día como mánager, transformándose en la primera sangría de una comisión formada de apuro para intentar un rápido ascenso que aún no pudo concretarse y del que el hombre fuerte de Raza Canalla fue pieza fundamental, sobre todo para ganar las elecciones pos Usandizaga. Queda claro que habrá un antes y un después. Con las urgencias de siempre, eso sí.
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