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lunes, 24 de septiembre de 2012

POR ROBOS EN STA FE: Condenan a cuatro miembros de una gavilla de "paleteros" cordobeses


Se los acusaba de atracos ocurridos en 2009 en Pujato, Fuentes, Coronel Arnold y Granadero Baigorria. Ingresaban a casas con "paletas" o ganzúas. Despertaban y maltrataban a sus víctimas para robarles.
La Capital | 
Condenan a cuatro miembros de una gavilla de
Entraban de madrugada, entre las 3 y las 5, abriendo la cerradura de la puerta de calle con una ganzúa. Luego despertaban a sus víctimas encandilándolas con la luz de una linterna o de un teléfono celular mientras les requerían "la plata". Si el botín se hacía rogar, el maltrato aparecía en forma de violentas amenazas o golpes. En algún momento del atraco sonaba un celular y uno de los —usualmente tres— intrusos se comunicaba con un cuarto cómplice que los esperaba afuera en un auto. Varios robos con estas características fueron perpetrados en viviendas de pequeñas localidades santafesinas durante 2009 y, además de estos datos en común, todos los denunciantes coincidieron en remarcar "la tonada cordobesa" de los ladrones.
Tres años después la Justicia condenó a cuatro hombres oriundos de Córdoba por su participación en hechos similares ocurridos entre junio y septiembre de 2009 en casas de familias de Pujato, Fuentes, Coronel Arnold y Granadero Baigorria. Los sentenciados fueron arrestados tras una investigación de la policía de San Lorenzo que rastreó sus pasos a través de sus celulares hasta atraparlos en una vivienda de Rosario con parte de un botín robado la noche anterior.
Y si bien no todos fueron condenados por los cuatro hechos (cada uno fue absuelto en al menos uno de los casos) el juez de Sentencia Nº 8 Carlos Carbone los consideró como miembros de una banda de "paleteros", en alusión a las paletas (ganzúas fabricadas con rayos de bicicletas o motos) empleadas para entrar a las casas.
Bolsitas. La saga de los hechos que se le atribuyeron a esta banda comenzó el 23 de junio de 2009 a las 5 en una casa de Sáenz Peña al 300 de Pujato. Tres hombres despertaron a Héctor E., le pegaron y le pidieron "la plata grande", antes de atarlo junto a su esposa y su hijo. Como el dinero no aparecía, a los tres les colocaron bolsas de nylon en la cabeza para que recordaran dónde podía estar.
De esa manera, tras revolver la casa durante una hora y media, se llevaron más de 50 mil pesos en efectivo y moneda extranjera, así como joyas, una notebook y celulares.
Un mes después, el 23 de julio de ese año, ingresaron de igual manera en la casa de Juan Carlos S. en la localidad de Fuentes. Despertaron a la hija del propietario, a su novio y a un sobrino, antes de ir al dormitorio del hombre. "Si no me decís donde está la plata te hago hablar con la bolsita", amenazó uno de los ladrones, mostrando un envoltorio de nylon, sugiriendo que lo usaría para ahogarlo.
Sin embargo, los cien mil pesos que al parecer habían ido a buscar no estaban en el lugar. "Acá esa plata que vos decís no está", recordaron las víctimas que le dijo uno de los ladrones a alguien con quien se comunicó por teléfono en pleno atraco. Finalmente, con la familia atada, los intrusos se alzaron con 1.700 pesos, pulseras, anillos y cadenas de oro, relojes, artículos electrónicos y celulares.
Golpes y salamines. Casi un mes más tarde, el 20 de agosto se perpetró un hecho con la misma modalidad en Coronel Arnold. Fue a las 3 de la mañana, en una casa de Belgrano al 400 a la que ingresaron saltando un tapial y forzando una ventana de aluminio de la cocina.
Hubo golpes para el matrimonio dueño de casa, que terminó junto con sus hijos atados con un cinto, una bufanda y una soga. Además de zapatillas, un par de alhajas y unos billetes, el botín en este caso incluyó un costillar de vaca y salamines caseros.
También en ese caso las víctimas hablaron de una llamada telefónica durante el atraco y la presencia de un auto escapando a toda velocidad.
El blanco elegido para el mes siguiente fue una casa de Buenos Aires al 1300 de Granadero Baigorria, donde ingresaron con una ganzúa a las 4 de la mañana del 16 de septiembre. Los delincuentes afirmaron ser policías en el momento en que despertaron con linternas a José Luis C. y a su esposa.
Esta vez la amenaza fue la de llevarse cautivo al hijo de 5 años de la pareja si no les decían dónde estaba la plata. Finalmente, se llevaron unos 3.000 pesos, además de cinco armas, ropa, relojes y artículos electrónicos.
Ese fue el último golpe. La Brigada de Investigaciones de la Unidad Regional XVII de San Lorenzo ya estaba detrás de los pasos de un grupo de cordobeses sospechosos por hechos como este. En este marco, al día siguiente se allanó una casa de Presidente Roca al 2500, en Rosario, donde se hallaron algunos de los elementos sustraídos en el robo de Baigorria.
Antenas. Algunas coincidencias entre los dos primeros hechos, como la tonada cordobesa de los intrusos y las conversaciones vía celular con alguien que esperaba afuera, motivaron a los investigadores a pedir a las empresas de telefonía un informe de activación de antenas en el área de Fuentes (unos 70 kilómetros al sudoeste de Rosario), en el horario del robo.
Del listado de llamadas recibido se puso el foco en una realizada con un aparato radicado en la ciudad de Córdoba. Así, merced a escuchas ordenadas por una jueza casildense, los investigadores sanlorencinos detectaron que uno de los teléfonos intervenidos había sido utilizado en Fuentes y Pujato cuando ocurrieron los asaltos (ver aparte).
De ese modo se fue cerrando el cerco sobre Guillermo Martín Romero, de 31 años; Juan Marcelo Barrionuevo, de 33; Juan Carlos Pereyra (también identificado como Marcelo Salas), de 35 y José Alberto Peralta (también llamado en el texto de la sentencia Walter Mazzochi), de 30.
Enterados del atraco sufrido por la familia baigorriense y de la modalidad empleada, los investigadores fueron a buscar a los sospechosos a una vivienda de Presidente Roca al 2500, adonde llegaron pasado el mediodía del mismo 16 de septiembre de 2009. Allí encontraron algunos de los efectos robados horas antes en ese suceso.
Detenidos. En ese marco fueron apresados dos hombres y tres mujeres con quienes los cordobeses se venían relacionando en sus excursiones mensuales a la provincia de Santa Fe. En ese momento, según consta en la investigación judicial, una de las chicas se enteró de que su novio no se llamaba "Rodrigo" ni se dedicaba a la construcción. También se debe haber anoticiado sobre la procedencia de algunos de los regalos que había recibido por esos días.
Horas después, tras una persecución por algunas calles de la zona sur, otros dos cordobeses fueron detenidos en Presidente Quintana y bulevar Oroño. Entre otras cosas, en poder de los cuatro sospechosos se hallaron algunos de los teléfonos que habían sido intervenidos, cuyos números también aparecieron agendados en los celulares que llevaban al ser apresados.
Si bien en aquel momento se les achacó a los detenidos varios hechos similares ocurridos en distintas localidades de los departamentos San Lorenzo e Iriondo, finalmente llegaron a juicio por los cuatro robos mencionados.
Elementos. Entre las pruebas en su contra, además de la información obtenida al cruzar los datos de los celulares incautados y las escuchas, había elementos denunciados como robados en los hechos de Baigorria y Pujato (uno de los detenidos usaba una pulsera robada al hijo del matrimonio E.).
Algunos de los detenidos quedaron comprometidos por sus rasgos fisonómicos, en función de lo descripto por algunas de las víctimas.
  Sin embargo, el exhaustivo análisis de las pruebas por parte del juez Carbone no permitió establecer que los cuatro hubieran participado de todos los hechos por los que llegaron a juicio. Por esa razón, todos resultaron absueltos en al menos uno de estos casos.
Condenados. En este marco, Guillermo Martín Romero fue condenado a cinco años de prisión (con declaración de reincidencia) por los delitos de “robo doblemente agravado por haber sido perpetrado en lugar poblado y en banda, y por uso de llave falsa, ganzúa, y otro instrumento similar, en concurso ideal con privación ilegítima de la libertad agravada por haber sido cometida con violencia y amenazas”. En este caso, la sentencia se refiere a los hechos cometidos en Pujato, Fuentes y Granadero Baigorria. Por el hecho de Coronel Arnold, Romero fue absuelto.
  Por su parte, Juan Carlos Pereyra fue condenado a la misma pena por los hechos ocurridos en Pujato, Coronel Arnold y Baigorria, así como absuelto de las mismas imputaciones sobre lo acaecido en Fuentes.
  A Juan Marcelo Barrionuevo se lo condenó a cuatro años y medio por los atracos realizados en Coronel Arnold y Baigorria. Y a José Peralta le dieron cuatro años de cárcel por el hecho de Baigorria, aunque en su caso la pena se extiende a once años por otras condenas pendientes.
Coincidencias
Las coincidencias entre los hechos de Pujato y Fuentes orientaron la búsqueda hacia gente oriunda de Córdoba que hubiera usado sus celulares en las zonas y horarios en los que se perpetraron ambos robos. Las escuchas resultantes arrojaron, por ejemplo, datos sobre el sitio donde fueron arrestados los sospechosos. Uno de ellos tenía un celular que coincidía con el número con el que los ladrones se comunicaron durante los dos primeros robos.

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