martes, 28 de agosto de 2012

Un mendocino creó un dispositivo que mueve sillas de rueda con el cerebro

El ingeniero Pablo Diez desarrolló en la Universidad Nacional de San Juan una interfaz cerebro-computadora que permite a un discapacitado motor mover una silla sin acción física alguna. Está en fase de desarrollo pero ya fue probada con éxito.


La tesis doctoral de un bioingeniero sanrafaelino sirvió de punto de partida para el desarrollo de un sistema que le permite a un discapacitado motor moverse en la silla de rueda sin esfuerzo físico alguno. Esto lo logra a través de un sofisticado dispositivo que lee las señales cerebrales, las interpreta y las convierte en una acción que hace mover la silla.

Pablo Diez (33) realizó en la Universidad Nacional de San Juan un doctorado en ingeniería con especialidad en sistemas de control. En ese marco, como miembro de un equipo de colegas, desarrolló la interfaz cerebro-computadora, tal como se llama el robot (según la RAE, máquina o ingenio electrónico programable, capaz de manipular objetos y realizar operaciones antes reservadas sólo a las personas).

La creación, que aún está en fase de desarrollo (por lo que no es posible adquirirla), le permitió a un discapacitado que no puede moverse por sus propios medios circular con la silla de ruedas.

El dispositivo consta de varias partes que se conectan entre sí para lograr el resultado. En primera instancia, frente a la silla de rueda está la pantalla de control, que tiene cuatro luces (izquierda, derecha, avance y freno) que destellan en alta frecuencia, de modo que no es visible para la persona.

El segundo componente son los electrodos, que se colocan sobre la cabeza y que reciben una señal muy pequeña que emite el cerebro (del orden de los microvoltios). Este paso no es sencillo, ya que la señal tiene que atravesar varios obstáculos antes de ser amplificada.

Los electrodos colocados en el cuero cabelludo convierten lo captado en señales eléctricas, que son enviadas al tercer componente de este dispositivo, un software que aplica algoritmos de procesamiento e “interpreta” lo que la persona quiere hacer (ejemplo: si mira hacia la luz de la derecha gira a la derecha).

Finalmente, hay una CPU que es la que termina ejecutando la orden a través de la propia silla de rueda.

Diez lo explica así: "Los sensores que van en la cabeza son los mismos electrodos que utiliza un médico cuando hace un electroencefalograma, salvando diferencias técnicas, o un electrocardiograma. Es una señal muy pequeña, en el orden de los microvoltios, cuando enchufás algo tenés 220 voltios, eso dividido entre un millón de veces, es lo que se mide en el cerebro. Entonces se toma esa señal, se la amplifica, se digitaliza y se ingresa a la computadora”.

Luego se le aplican algoritmos de procesamiento, algunos sencillos, como filtrar la señal, y otros más complejos. “Se trata de que la computadora interprete qué es lo que la persona quiere hacer. En nuestro caso particular usamos potenciales evocados, hay una luz que te estimula, se ve una luz pero nada más, esa señal se procesa en el cerebro y aparece un potencial determinado que nosotros buscamos en el cerebro; depende qué luz esté el discapacitado mirando se interpreta qué es lo que quiere hacer”.

El científico sanrafaelino añadió que “esa señal se envía hacia la silla de ruedas y, a través de la CPU, que controla el movimiento, se comandan las velocidades para que la silla haga el movimiento que nosotros queremos”.

Así se inició
Con el doctorado que Pablo Diez comenzó en 2006 comenzó a gestarse este invento. “El primer pasito se hizo en mi tesis de bioingeniero, después me presenté en el Conicet para una beca para continuar con la investigación, hasta que salió. Después vas cumpliendo objetivos que plantean en el Conicet y ya se empieza a trabajar más a conciencia”.

Pablo, que tiene una beca posdoctoral del Conicet y es docente en la Universidad Nacional de San Juan (UNSJ), donde se desarrolló el sistema, dijo que “la idea final de este trabajo es ayudar a personas que tienen discapacidades graves. No se pueden mover y la única forma a lo mejor que tienen de comunicación es el uso de sus señales cerebrales”. Como anécdota, Diez contó que “la persona discapacitada estaba muy contenta con las pruebas. La felicidad del rostro cuando vio que quería ir para adelante y la silla iba para adelante, es impagable”.

En síntesis, así funciona
Lectura. El dispositivo capta la actividad cerebral de una persona, la amplifica y la envía a un software.

Traduce. Ese software es el que procesa y mediante un complejo sistema interpreta lo que pensó la persona y lo convierte en una orden de movimiento.

La compu. Ahí viene una CPU, casi como una computadora normal, que es la que ejecuta la acción y controla la velocidad de la silla de rueda. Si se vendiera al público (por ahora no) el dispositivo saldría algo así como $30.000.

Nuevo canal “Con este dispositivo lo que hacés es establecer una comunicación nueva, un puente, a través de las señales cerebrales”, cerró Pablo Diez. 

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