miércoles, 7 de marzo de 2012

Corte Suprema de Justicia de Santa Fe: "La posibilidad de entendernos es mucho mayor cuando se trabaja en conjunto"

Así lo manifestó la Presidente de la Corte Suprema de Justicia de Santa Fe, María Angélica Gastaldi quien advirtió “buena predisposición” para la relación con el Poder Ejecutivo, sin dejar de lado la “firmeza” en cuestiones que lo requieran.

—¿Como se siente con respecto al hecho de ser la primera -y hasta ahora única- mujer en la Corte santafesina, que a la vez llega a la presidencia?.

—La verdad es que es cierto que fue un cambio, por lo menos para mis colegas varones, que llegara una mujer a la Corte. Y también en la percepción de muchas personas, que estaban acostumbradas a ver solamente varones. Pero son cambios que se han dado en muchos lugares, y creo que la época ya estaba madura para eso. Fíjese que en muy pocos países han llegado mujeres a tribunales superiores. En Estados Unidos eso pasó recién en los últimos 25 años, con más de 200 de historia de la Corte. A nivel nacional, más allá de algún caso en períodos de facto, esto no había pasado hasta el ingreso de las doctoras Highton y Argibay. Porque también en el derecho se ha visto un lugar muy significativo del poder. Y más en las agencias jurídicas.

—¿A qué se refiere con eso?

—A que, pese a que hay tantas mujeres que ejercen la abogacía, ellas no han ocupado tantos espacios significativos en la estructura de lo que se conoce como el ambiente jurídico. Ahora las universidades están produciendo un cambio muy significativo, porque entre el 65 y el 70 % de los egresados son mujeres. Y también acá en los premios que otorga la Corte (a los mejores promedios de todas las facultades de la provincia) vemos más mujeres que varones. Pero ciertamente el Derecho siempre ha tenido que ver con estructuras de poder social, en las empresas, en la cultura. Y las mujeres no han estado en posiciones de poder en la Argentina, hasta el advenimiento de la democracia. Entonces, el Derecho siempre ha sido visto en ese lugar. Y creo que se han producido cambios muy importantes.En cuanto a la presidencia de la Corte, aquí cualquiera de los ministros la puede ejercer, no tiene ninguna característica especial. En otros países -también, como el caso de EE.UU.- la presidencia de la Corte es una institución, un lugar distinto al del resto. Pero aquí no lo es, y se puede designar por consenso, por votación, de distintas maneras. Y para este año mis colegas pensaron que era bueno que el lugar lo ocupase yo.

—Y eso aparece como el corolario -al menos por ahora- de una trayectoria que incluyó a los tres poderes: como funcionaria del Ejecutivo, legisladora provincial, Defensora del Pueblo.

—El cambio más significativo fue cuando me incorporé como ministro de la Corte, hace más de diez años ya. Pero todo el mundo que ha participado en el sector público advierte que eso amplía las miras, en general. Y también la gente que está en el Poder Judicial tiene su propia mirada. Para mí fue muy rica la experiencia como Defensora del Pueblo y como legisladora de la provincia, y antes de eso ejercí mucho la abogacía. Creo que todo eso ayuda a formarse.

—Una de las cuestiones más trascendentes que atraviesa la Justicia santafesina es la reforma del procedimiento penal, con bastantes demoras y complicaciones. ¿Cómo ve éste proceso?

—La Corte es un cuerpo colegiado y la mayor parte de las cuestiones que tienen que ver con el funcionamiento del Poder Judicial se deciden en conjunto. Entonces, toda la evaluación de la reforma procesal penal ha sido objeto de una particular atención. Yo creo interpretar que estamos todos ansiosos porque pueda ponerse en funcionamiento en el menor tiempo posible. Hay problemas coyunturales, todo cambio importante ha llevado mucho tiempo. Y también el tiempo que llevan los cambios provoca nuevas vicisitudes y problemas. Pero lo que sí tengo es una perspectiva esperanzada, por ciertas cosas que ya se han ido dilucidando y concretando, y porque veo mucho interés en todos los que están involucrados. Tanto los legisladores como los funcionarios del Ejecutivo, el Poder Judicial en su conjunto, están participando en la mesa del diálogo; que me parece una experiencia muy interesante donde a veces, pudiendo decir muchas cosas y que se vean en conjunto, se facilita el entendimiento. La posibilidad de entendernos es mucho mayor cuando se trabaja en conjunto. Ya la provincia tuvo algo extraordinario, a lo que a veces no se le otorga la exacta dimensión: que se pudiera sancionar la reforma. A veces la reforma de un artículo lleva meses, por la discusión, las distintas opiniones, compromisos, cuestiones políticas. Y aquí hubo un Plan Estratégico y se pudieron sancionar las leyes. Ese consenso inicial fue fundamental, y eso es muy valioso, lo puedo decir como ex legisladora.

—El Defensor General tuvo expresiones muy duras por lo que él denuncia como obstáculos a la autonomía de los nuevos órganos penales, y acusó a la Corte y al gobierno de tenerlos “de rehenes”.

—Hay cosas que hay que pensarlas muy bien antes de decirlas en público de esa manera. Se pueden pensar y decir en una reunión y se puede entender el significado, pero no creo que ese tipo de manifestaciones ayuden. Y lo que se dice tampoco es así. Hay todo un tiempo intermedio que es de dificultades. La Corte ha tratado de estar permanentemente al día con todos los requerimientos de la reforma. Ha cumplido a rajatabla con eso, todos sus miembros nos hemos impuesto esa voluntad. Y en más de una ocasión ha sido la Corte, por vía de acordadas, quien debió resolver situaciones que podían prestarse a interpretaciones diversas. Realmente la Corte ha puesto todo el empeño, así que cada cual que se haga cargo de las palabras que dice. Creo que incluso en la última reunión de la mesa del diálogo esto quedó muy claro. Por lo demás, cada vez que a la Corte han llegado expresiones que consideramos de alguna manera descomedidas, también por la vía institucional las hemos respondido.

—¿Como ve la relación con el Poder Ejecutivo?

—Yo estuve trabajando durante la feria judicial, con el gobierno que se instalaba -a pesar de la continuidad- y hemos dialogado en numerosas oportunidades. Y creo que existe la misma voluntad de entendimiento que tenemos nosotros. Lo digo con toda honestidad, vemos una buena intención de parte de todos los funcionarios. Después hay que ver cómo se plasma, pero la actitud es excelente. En particular, en la oportunidad que yo tuve de conversar con el señor gobernador, justo en el último día de la feria, he visto muy buena disposición. Creo que todas las personas que ejercen un cargo de significación están obligados a tener esa buena predisposición, porque nos necesitamos entre los representantes de los distintos poderes.

—Pero no siempre fue así. Porque a usted no se le escapará que en el pasado reciente hubo rispideces y cruces bastante fuertes.

—Sí, eso es lo que ha salido en público. Por ahí trascienden declaraciones fuertes que tienen que ver también con los contextos en que se dicen. Pero en los hechos se ha intentado siempre, por parte de la Corte, mantener un buen nivel de relación. Ahora, que la Corte plantee con firmeza algunos temas, es también lo que corresponde. Y siempre que haya respeto y dignidad en el modo de plantearlo, creo que construye y construye bien, aunque uno tenga posiciones fuertes.

—A las puertas del inicio del año judicial ¿como evalúa a la Justicia santafesina?

—Yo pienso que la situación del Poder Judicial de la provincia de Santa Fe es buena, es un Poder Judicial respetado en el país. En ese sentido, uno tiene que sentirse satisfecho. Esas cosas hay que reivindicarlas. Y también hay que detenerse en el rol que cumple la mayoría de los poderes judiciales en el país, y en el concierto de las democracias. Ralf Dahrendorf dice que esta es la era de los jueces, y se refiere a un fenómeno que tiene mucho que ver con cómo se están sincerando ciertas cuestiones vinculadas a los cambios que ha tenido la humanidad en los últimos 30 años. Nosotros no podemos dejar de ver lo que ha ocurrido en la sociabilidad de las personas, al influjo de monumentales cambios tecnológicos y particularmente comunicativos, que tienen que ver con cómo funcionan los sistemas políticos e institucionales en la mayoría de los países del mundo y el rol que cumplen. Más allá de las críticas, o situaciones poco claras que puedan afectar a algunos magistrados, yo digo que en la Argentina éstos son muy pocos. Y quiero reivindicar ese lugar desde la institucionalidad de lo que significan los poderes judiciales en la democracia. Porque la gente lo vive. Cuando uno va al fondo de la cuestión de algún problema, la gente acude al Poder Judicial. A veces se repiten cosas y habría que estudiar un poquito más. Si uno enfoca la indagación a lo concreto, como hicimos nosotros en un estudio en la Defensoría, va a ver que lo que se presenta como queja ciudadana contra el Poder Judicial no siempre es tan así. Muy pocas personas tienen quejas contra algún funcionario judicial o los jueces. En realidad hay otros sectores que tienen que ver con el derecho, que cuando uno hace preguntas bien dirigidas, aparecen mucho más en las críticas concretas.

—Claro, porque la queja general es que “no hay justicia”.

—Lo que ocurre es que la palabra justicia es muy impresionante, en el imaginario de la gente se vincula con la idea máxima del bien. Y aunque uno no se de cuenta, discurre por muchísimos ámbitos, que exceden lo legal, tiene que ver con lo profesional, con la vida diaria. Uno habla cotidianamente de lo justo, del justo trato. Porque acude a una idea de corrección y de verdad última. Entonces, cuando uno deposita esa simbología de “la Justicia” con mayúscula, alude a todo lo que históricamente ha arrastrado esa palabra, y que va quedando impregnado. Y toda esa simbología se proyecta sobre los tribunales. Y lo que ocurre es que el derecho discurre por muchas vertientes.

—De todos modos, es alentador en términos de civilización advertir que no solamente se acuda al líder providencial, o a la figura paternalista, sino a instituciones que se percibe que están para eso.


—Sí, eso tiene que ver con el lugar que la ciudadanía otorga a los poderes judiciales. Sobre todo al influjo de la cultura de los derechos humanos, que es una nueva cultura. En otros momentos históricos se pensaba que la sola organización de los poderes garantizaba los derechos. Cuando después de la Segunda Guerra Mundial se vio lo que podían hacer los poderes, aparece claramente en escena la cuestión de los derechos humanos. Y esto se ha ido profundizando, como pasa cada vez que hay cambios. La mente de las personas cambió cuando apareció la rueda, cuando apareció el fuego, con cada cambio de la tecnología cambia la forma en que vemos y entendemos el mundo. Y también cambia el modo de ser de las personas. Y eso es lo que debemos tener en cuenta, tener una visión ajustada de la realidad, no basta con conocer el libro. Porque si no sabemos lo que ocurre, se facilitan los discursos simplificados. Por eso tenemos que estar preocupados por saber lo que ocurre y por qué ocurre. Porque si no, parece que las cosas cayeran del cielo. Y, obviamente, las cosas no caen del cielo.

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