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martes, 8 de diciembre de 2015

Pablo Farías, futuro ministro de Gobierno "Trabajaremos con las demandas insatisfechas de la ciudadanía"

Ocupará la cartera política en el gabinete de Miguel Lifschitz. Desde allí, analiza la transición nacional, los tiempos económicos que puede enfrentar Santa Fe y el reto de una gestión que valorizará el diálogo pero que no rehuirá el debate.

“Los espacios puertas adentro del nuevo gobierno van a estar más repartidos, con una participación mayor del radicalismo en el Frente Progresista”. Foto: Pablo Aguirre
Guillermo Dozo

Faltan unas pocas horas para que asuma Miguel Lifschitz como nuevo gobernador de la provincia, tercera gestión del Frente Progresista Cívico y Social y tercer dirigente socialista. Pablo Farías, como ministro de Gobierno designado aborda algunos de los temas que generan preocupación, como un posible enfriamiento de la economía, pero también los objetivos de la gestión que están en “mantener los valores” que insuflaron Hermes Binner y Antonio Bonfatti.

—En la transición a nivel nacional -por lo que se está viendo-, no hay una comunicación entre los que se van y los que vienen. Por tanto, no hay señales claras sobre lo que va a venir. No es que nadie les pida que haya demostraciones de afecto pero sí que las últimas acciones de gobierno tengan en cuenta el traspaso de un modo más o menos ordenado. Como eso no ocurre, la falta de información abre una serie de interrogantes. En el caso de las administraciones provinciales que también están asumiendo, esta indefinición deja preguntas sin respuestas al momento de poder prever cómo va a desarrollar el próximo trimestre, es decir, los primeros cien días. Y se hace difícil porque no sabemos cuál será el nuevo cuadro de distribución económica. La provincia tiene un Fallo de la Corte Suprema que recupera el 15 % que habíamos perdido de coparticipación, pero más allá de eso, en las medidas económicas que más o menos se podían prever y que Mauricio Macri se había comprometido durante la campaña, hoy no se sabe si va a ser tan así como las expresó. ¿Cómo van a ser los cambios en Ganancias?, ¿se va a modificar el porcentaje en las jubilaciones...? En ese sentido a los Estados provinciales nos interesa saber -sobre todo los que venimos desde hace algunos años privados de los beneficios en obra pública y en tantos otros rubros- si vamos a formar parte en la toma de decisiones. Insisto, más allá de lo que sostiene el fallo de la Corte Suprema no hay mayores certezas sobre lo que va a suceder. Entonces, miramos nuestras finanzas y éstas se encuentran en una situación que no es la ideal. No estamos frente a una situación de crisis ni de cesación de pagos, ni mucho menos, pero estamos previendo algunas dificultades y por ello se ha tomado un financiamiento a corto plazo, absolutamente encapsulado y que lo puede afrontar la provincia apuntando a que no haya desfasajes ni inconvenientes en esta materia.

—La Nación apunta a una contención del gasto, ¿esto tendrá un correlato en la provincia?

—Sí, lo ha planteado Miguel Lifschitz, contener el gasto política, el gasto superfluo, el gasto en el Estado en General. En muchos casos, el efecto es más simbólico que real pero es importante hacerlo. Pero también vamos a estar alertas por lo que pase en el país porque algunos economistas hablan de un enfriamiento y una mayor lentitud en el desarrollo de la economía nacional, sobre todo en el primer semestre del año que viene. Esperamos que esto no tenga un impacto muy fuerte en las finanzas públicas.

—Y en la provincia, ¿qué pasará en la relación con el Legislativo?

—En la provincia hemos recuperado el control en la Cámara de Diputados mientras que en el Senado prácticamente se mantiene la misma situación, pero igual son importantes los niveles de diálogo, porque el Frente Progresista tiene una situación particular donde uno de sus socios principales tiene un posicionamiento fuerte con el gobierno nacional entrante y forma parte del Frente Progresista en la provincia. Esta situación del radicalismo nos pone en una situación de diálogo; somos optimistas y creemos que este intercambio será sin dudas provechoso.

—La situación del radicalismo es particular porque fue decisiva la participación en las elecciones más parejas de la historia de la provincia y que le permitió retener la gobernación al frente Progresista. El reto de aquí a cuatro años es el de corregir ciertos deterioros que se observan en algunos socios del frente que se encuentran incómodos...

—Tenemos el resultado electoral como un tema no menor. Además, ese resultado es la expresión más genuina de la gente que nos está dando el mensaje claro de que no hay ninguna hegemonía en términos políticos en la provincia. Eso nos lleva inevitablemente al diálogo y en ese sentido el gobernador electo se reunió hace unos días con Omar Perotti -quien fuera candidato a gobernador por el Frente por la Victoria- y con Miguel del Sel -candidato del PRO-, no solamente porque fue el compromiso asumido después de terminados los comicios sino porque es necesario sentarse con ellos y generar un espacio de diálogo que tenga directa implicancia en pensar acciones conjuntas en el gobierno. Por otro lado, también se ha tomado una decisión de mayor apertura y hoy los espacios, puertas adentro del nuevo gobierno, van a estar más repartidos con una participación mayor del radicalismo en el Frente Progresista. También esto es una lectura de la realidad y de la situación política a la luz de los resultados electorales, que tiene que ver con una impronta que se está dando en todo el país, con una mayor apertura, más diálogo y con la búsqueda de consensos a pesar de las diferencias.

—¿Cuál va a ser la característica del gobierno de Miguel Lifschitz; qué es lo que la gente tiene que esperar?

–El ciudadano tiene que esperar la continuidad en estilo de gobierno, con aquellas cosas que tienen que ver con la sobriedad, la austeridad, la contracción al trabajo y tomando los temas seria y responsablemente. Son todos valores que la gente reconoce y que van a seguir. Hace unos días, en una reunión de pregabinete, Lifschitz planteaba lo acertado que había estado Hermes Binner cuando se plantó en 2009 delante de la Corte Suprema de Justicia para reclamar lo que es nuestro, con todo lo que significaba reclamar en ese momento contra el gobierno nacional y sobre cómo éste administraba el poder. Ese gesto habla mucho sobre la forma de enfrentar los temas. Ésta es la bandera y el modo como, desde el Frente Progresista, vamos a abordar los problemas, haciendo que las decisiones se tomen en el seno de este frente y así dotarlo de mayor fortaleza.

Y el otro aspecto es el de la gestión porque hay muchos proyectos que se han puesto en marcha pero también reconocemos que hay sectores de la sociedad santafesina que nos están demandando más respuestas, más sólidas y más inmediatas. La seguridad es un ejemplo de la demanda sobre nosotros porque la gente siente -con razón- que no están dadas las mejores condiciones y sabemos que éste no es un problema exclusivo de la provincia de Santa Fe pero se nos está demandando fuertemente por ser el espacio político que está en el gobierno. Y tenemos otros problemas igualmente importantes como lo es el de la infraestructura que es un punto que ha puesto sobre la mesa Lifschitz y que va a ser uno de los ejes de su gestión es un tema reclamado fuertemente. Estamos en una provincia muy fuerte, muy dinámica, que se mueve con fuerza propia, muy productiva y que por lo tanto reclama tener una infraestructura acorde a lo que es su perfil de producción.

—Además, hay una promesa de Lifschitz de que esos fondos que surgen del fallo de la Corte se destinarán a la obra pública.

—Efectivamente es así como está asumido y así se va a hacer. Pero además, vamos a aprobar una ley que así lo disponga para que el resto del arco político se comprometa y dar el debate para ver cómo vamos a invertir estos fondos en las obras imprescindibles en la provincia. Nosotros tenemos una idea, sabemos que hay obras de fuerte impacto social como lo es garantizar el suministro de agua potable de la mejor calidad en todo el territorio o lo que es infraestructura social con hospital y escuelas que estamos necesitando, pero es interesante que la oposición también fije su opinión y sus consideraciones para que haya un marco legal que determine el destino de esos fondos.

—Hay una visión de algunos que opinan que “los gobernadores rosarinos trabajan para Rosario y se olvidan y postergan a Santa Fe”. ¿Lifschitz es otro rosarino que se suma a la lista?

—(Risas) No. Primero creo que nuestros gobernadores pueden ser de Rosario o de Santa Fe, pero cuando asumen la responsabilidad de conducir una provincia es difícil que inclinen la balanza hacia un lado o hacia el otro. Las decisiones políticas son bastante más complejas como para pensar que se puede beneficiar a una región por sobre la otra. Sí, Lifschitz llega con la impronta de que va a ser un gobernador para todos los santafesinos y que va a trabajar para atender los planteos territoriales. Al gobernador electo le interesa dar respuestas y por ejemplo ha hecho la presentación de su gabinete en las ciudades de Santa Fe, Rosario y también en Reconquista y, estando allí, los medios de comunicación y la gente con la que tomamos contacto coincidían en afirmar que tanto Binner como Bonfatti son los que más habían ido a Reconquista. Y esta política se va profundizar porque el gobernador electo tiene claro cuáles son los gestos fundamentales de su próximo gobierno.

Santafesino

—¿Se da cuenta de que después de ocho años del Frente Progresista y varios del peronismo es el primer ministro de Gobierno santafesino?

—Sí, y eso no escapa a nadie de que fue intencionalmente resuelto, más allá de las consideraciones que puede haber tenido Lifschitz, desde lo personal, para mi designación. Creo que también pesa esta idea de dar una señal hacia la ciudad de Santa Fe, porque hay cuatro ministros de Santa Fe y en lugares muy importantes dentro del gabinete.

Discusión política

“Estamos en una etapa de cambios fuertes en lo político, eso está claro, y eso necesariamente abre la necesidad de diálogo. Con otro tipo de diálogo, con un cambio en la modalidad de la discusión política... pero hay que tener en cuenta que cuando hablamos de diálogo no es que le estamos escapando al debate, porque es importante el diálogo y escucharse, pero también habrá debate, pero en otro marco de relaciones políticas. Esto es importante porque veníamos de una relación difícil y cualquier apertura al diálogo es trascendente”.

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