sábado, 19 de septiembre de 2015

Denuncia por violencia institucional: Por la muerte de un paciente internado en Oliveros

Pablo Muñoz falleció el 21 de octubre de 2014. El joven estaba internado desde hacía unos meses en la colonia psiquiátrica de Oliveros y tuvo un accidente al intentar huir, por lo que se fracturó un brazo A los dos días, volvió al lugar de salud mental, donde sufrió una "muerte súbita". Su familia presentó una denuncia por violencia institucional contra la colonia, porque aseguran que la víctima fue "maltratada y sobremedicada". En el certificado de defunción, la causa de la muerte figura como "enfermedad".
Rosario 12 | 
 Ahora, el padre de Pablo, Alberto Muñoz, director de la Oficina Municipal del Consumidor, y Santiago, hermano de la víctima, pretenden constituirse en querellantes con el patrocinio del defensor público provincial, Gabriel Ganón. La Cámara Penal analiza el pedido que fue rechazado en primera instancia.
Según el escrito de apelación que estudia por estas horas el camarista Alfredo Ivaldi Artacho, la muerte de Pablo Muñoz ocurrió en el nosocomio Colonia Psiquiátrica de Oliveros. "Estamos haciendo una denuncia de violencia institucional porque a mi hermano le pegaron los enfermeros y operadores. La psicóloga y el psiquiatra justificaban con que `la empezó él\' o `se les fue la mano a los compañeros\'. Lo dejaban aislado en una sala, lo que está terminantemente prohibido por la ley de Salud Mental nacional. Además, le daban dos veces por semana un inyectable que se debía aplicar cada dos semanas. Cuando lo sujetaban, sé que al menos una vez, durante 24 horas, no le dieron de comer ni de beber. Cuando le planteamos esto a los responsables del área, ninguneaban la situación".
Según expresa la denuncia radicada en noviembre, Pablo estaba internado en Oliveros desde febrero de 2014. El día del accidente, 17 de octubre de 2014, fue trasladado al hospital Eva Perón, en Granadero Baigorria. Desde entonces, y hasta el 20 de octubre, se analizó una posible operación debido a una fractura en el húmero. Ese día le dieron el alta, con un yeso, y lo trasladaron a la colonia. "Cuando entré a la habitación noté algo raro. Pablo no estaba bien, no reaccionaba. Intenté reanimarlo, el enfermero le sacó el yeso para ayudarme con las prácticas de reanimación, haciéndole masajes en el pecho, y yo le daba reanimación por la boca. El médico se negó a pedir el desfibrilador y después se arrepintió. Cuando llegó no funcionaba o no sabían usarlo. Más tarde, el médico de guardia me dijo que falleció de muerte súbita".
Santiago expresó además: "En reiteradas oportunidades les hablé a los responsables del área de tratamiento de Pablo de mis sospechas en torno al inadecuado suministro de drogas inyectables con una regularidad peligrosa, utilizada como castigo y para aliviar la tarea de los operadores".
Si bien la familia reclama una autopsia desde el momento de la muerte, la Fiscalía de San Lorenzo informó que en agosto pasado se exhumó el cuerpo para hacerla. Frente a otros embates, solicitaron que la defensoría los represente en la investigación.

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