Se trata de un chico palestino que jugaba con unos amigos. El balón cayó en una zona militar controlada por Israel.
El Litoral
Un chico palestino jugaba días atrás con un grupo de amigos a la pelota cuando pateó con tal fuerza al balón que en su trayecto traspasó un alambrado del ejército de Israel en la ciudad de Kafr Sur.
Triste por la pérdida el pequeño intentó sin resultados que le devuelvan el "bolo" y hasta llegó a enviarle un mensaje al secretario general de las Naciones Unidas Ban Ki-moon y espera su respuesta.
Según replica el sitio web rtve.es, en la misiva le piden que interceda ante las autoridades de Israel para recuperar un balón. Le cuentan qué pasó ese día y le dicen "señor, pídale al soldado que me devuelva la pelota".
La noticia fue publicada inicialmente por el diario Times of Israel y pronto tomó trascendencia mundial.
El pequeño, de nombre Amir le explica a Ban Ki-moon que no pudieron buscar la pelota ya que la empresa implica un riesgo para su vida. Se queja de que los soldados israelías han "violado sus derechos humanos básicos".
La pandilla de Amir es consciente de que no serán capaces de recuperar el balón y algunos vecinos se han ofrecido a comprarles otro, pero Amir no pierde la esperanza de poder volver a jugar al fútbol con sus amigos utilizando su pelota.
Triste por la pérdida el pequeño intentó sin resultados que le devuelvan el "bolo" y hasta llegó a enviarle un mensaje al secretario general de las Naciones Unidas Ban Ki-moon y espera su respuesta.
Según replica el sitio web rtve.es, en la misiva le piden que interceda ante las autoridades de Israel para recuperar un balón. Le cuentan qué pasó ese día y le dicen "señor, pídale al soldado que me devuelva la pelota".
La noticia fue publicada inicialmente por el diario Times of Israel y pronto tomó trascendencia mundial.
El pequeño, de nombre Amir le explica a Ban Ki-moon que no pudieron buscar la pelota ya que la empresa implica un riesgo para su vida. Se queja de que los soldados israelías han "violado sus derechos humanos básicos".
La pandilla de Amir es consciente de que no serán capaces de recuperar el balón y algunos vecinos se han ofrecido a comprarles otro, pero Amir no pierde la esperanza de poder volver a jugar al fútbol con sus amigos utilizando su pelota.
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