miércoles, 13 de marzo de 2013

SANTA FE: instructor de investigadores en incendios y explosiones, Ricardo Brusa, “No hay forma de detectar un artefacto explosivo casero”


El instructor de investigadores en incendios y explosiones, Ricardo Brusa, se refirió a la aparición de bombas domésticas en distintos puntos de la ciudad. La última la encontraron el lunes pasado.

“No hay forma de detectar un artefacto explosivo casero”
 La mañana del martes 5 de marzo la ciudad vivió hechos violentos y desconcertantes. En el barrio Liceo Norte estallaron dos bombas caseras que lesionaron a una vecina y a un trabajador de una empresa de recolección de residuos. Minutos después la policía halló un tercer dispositivo y produjo una detonación controlada. Cuando todo parecía quedar en un episodio, grave, pero aislado, las malas noticias llegaron desde barrio Belgrano. Vecinos de Padre Genesio al 3.300 encontraron un artefacto sospechoso y decidieron llamar al 911. Minutos después, agentes de la Brigada de Explosivos se presentaron en el lugar e hicieron una deflagración controlada.

En diálogo con Diario UNO, Ricardo Brusa, instructor de investigadores de incendios y explosiones de Nafi (National Association of Fire Investigators) explicó que hay explosivos de alta y de baja intensidad. En este caso se trata de los primeros. “Los de alta intensidad tienen un quemado muy rápido que generan una expansión violenta de gases y esos gases hacen que se rompa el contenedor que puede ser de vidrio, metálico o de papel, como sucede con la bomba de estruendo. Eleva la presión a determinado punto hasta que estalla y lo que afecta a la víctima, básicamente, es la onda expansiva. Si la persona está muy cerca es posible que parte del material la toque y la termine hiriendo”, aseguró.

“Para que se inicie un artefacto tiene que tener un arrancador. Uno puede ser la mecha, sino tiene que ser un detonador”, explicó y agregó: “Si hablamos de un detonador eléctrico, ya la cosa es más complicada porque se necesita una batería, una pila, un dispositivo, un contacto que se abre o que se cierra, entre otras cosas. Ya se necesita una cierta tecnología”.

Brusa es titular de una empresa santafesina que se dedica a seguridad industrial y se especializó en la investigación de incendios y explosiones por la demanda de empresas que querían esclarecer siniestros ocurridos y para tener herramientas para evitar nuevos episodios similares.

A partir de sus conocimientos y su experiencia, Brusa asegura que “en toda explosión quedan restos”. Luego especificó: “Son materiales que han reaccionado y materiales que quedaron sin reaccionar. Puede estar en la piel de las personas afectadas, en su ropa, en el contenedor que tenía el dispositivo. Además, alguna parte del dispositivo queda porque con la explosión no desaparece todo. Pueden quedar piezas metálicas, plástico, cartón, algo va a quedar”.

“A partir de ahí se puede hacer un seguimiento para saber cómo fue armado el dispositivo que estalló. Eso puede llevar al posible origen. Si se encuentra un dispositivo que no se activó, eso también permite medir cuál es la potencialidad de daño que podía llegar a causar”, expresó.

Al referirse a los hechos que se sucedieron el 5 de marzo pasado y que terminaron con dos personas heridas, el especialista apuntó: “En estos casos lo que pudo suceder fue que los artefactos hayan tenido un dispositivo de iniciador automático y cuando lo tocaron algo hizo contacto y lo detonó. Son tipo cazabobos, con un dispositivo que los hace arrancar. El más común es la mecha, mientras que en el automático no hay calor, ni siquiera una simple chispa; el calor se produce cuando uno lo activa. Ahí sí ya se necesita cierta tecnología para hacerlo”.

“Si se hace el peritaje –continuó– se va a determinar cuál fue el iniciador, cuál fue el explosivo que se utilizó. Si encontraron una intacta y la hicieron detonar se puede saber qué tecnología se utilizó”.
Al ser consultado sobre qué tipo de potencialidad de daño pueden tener estos artefactos explosivos de fabricación casera, Brusa dijo: “Depende de la cantidad de explosivo que se ponga. Te puede dejar ciego, sordo, te puede quemar. Estos dispositivos se pueden hacer de tal forma que no sólo exploten sino también larguen una bola de fuego. Con eso no sólo tienen una onda expansiva más las esquirlas que puedan salir del dispositivo, sino también la bola de fuego que te quema. Te puede matar, te puede volar una mano. Los detonadores son de este tamaño (señala casi la mitad de una birome); eso te puede volar un dedo. Pero ésos no son elementos de obtención fácil”.

—¿Se puede armar un detonador casero?
—No un detonador digital o industrial. Sí se puede hacer un detonador a partir de elementos que están en el mercado. Si querés hacerlo, en el mercado tenés cosas para poder llevarlo adelante, aunque no de alta sofisticación. Pero estos dispositivos caseros utilizan elementos muy comunes.

—¿La gente puede detectar fácilmente este tipo de explosivos?
—No hay forma. Para la Navidad pasada, en Buenos Aires, una mujer abrió una caja de pan dulce arriba de su camioneta y le explotó. No hay forma de saberlo. Podés tener una bolsa en la puerta de tu casa, la movés y te explota. Si acá ya hubo varios casos y los dispositivos tienen determinada particularidad que te hacen pensar que fue una persona la que llevó adelante esto, estamos en presencia de alguien que está desequilibrado.

—¿Qué conocimientos tiene que tener una persona para armar este tipo de dispositivos?
—Hoy el problema está en internet. Si sabés algo de armas, podés armar un dispositivo. Hoy vas a una casa de pirotecnia y ya tenés un explosivo. Hay elementos disponibles.

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