domingo, 24 de febrero de 2013

ROSARIO: Cerca de 120 adultos y más de 30 chicos viven en la calles de Rosario


En general se ubican en la zona céntrica. Historias de una realidad que está a la vista. Muchos de los mayores tienen síntomas psiquiátricos y no se quieren ir. Los jóvenes, en cambio, revelan un problema habitacional.
La Capital | 

Cerca de 120 adultos y más de 30 chicos viven en la calles de Rosario
Cerca de 120 adultos y más de 30 chicos viven en las calles de Rosario y se concentran sobre todo en el microcentro, porque es donde consiguen más recursos para solventarse. Entre ellos hay quienes empezaron cuidando coches y se quedaron y también hay familias jóvenes que se tuvieron que ir porque les ocuparon la casilla que habitaban. Los cuadros son complejos de abordar. ¿Alguien hace algo por ellos? ¿Cuál es el papel de la Municipalidad y cómo reaccionan los vecinos?
Hace 20 años que el domicilio de Beatriz Bargalló es la calle. Tiene 67 y la primera vez que dejó su casa fue cuando su marido, que era alcohólico, le empezó a pegar. Desde entonces transita por distintos lugares buscando algún refugio. Hace poco la volvieron a correr de la esquina de San Martín y San Lorenzo donde se había instalado con su nueva pareja, en enero.
El caso de Beatriz es uno de los más de 120 que se encuentran en distintos rincones de la ciudad. Cada uno esconde una historia dolorosa que lo llevó a esta situación. Ninguno de ellos eligió vivir de este modo, pero lo cierto es que después de mucho tiempo les cuesta volver a adaptarse a las paredes y ,en general, si se trata de adultos tienen algún problema mental, pero no necesitan internación psiquiátrica.
La Municipalidad aborda estos casos desde la Secretaría de Promoción Social, donde realizaron un relevamiento para conocer cada caso. Hay un equipo de 12 trabajadores sociales, llamados operadores de calle, que analizan estas situaciones. Luciana Gracia es la coordinadora. "Son casos complejos", definió. "Lo primero que intentamos hacer es construir un vínculo con ellos porque en general los han roto todos", explicó.
Laura Saluzzo, directora de Atención de Situaciones en Vulnerabilidad Social confirmó que, en la mayoría de los casos, las personas "tienen algún problema de salud mental y por eso cada abordaje es particular". La funcionaria remarcó que el objetivo siempre es que abandonen la calle. "Si todo fuera enviarlos a algún lugar, habría muchos menos, pero no podemos sacarlos por la fuerza", subrayó.
A la hora de describir el perfil de quienes duermen en la calle, Gracia comentó de los que tienen más de 40 años "suelen padecer alguna enfermedad mental y generalmente son alcohólicos. Tal vez, la familia se cansó y terminó expulsándolos de la casa".
"La situación de los que tienen entre 20 y 40 años es distinta. En general, están en la vía pública por una cuestión económica y consumen sustancias como alcohol con pastillas, pegamento u otras que provocan serios deterioros físicos y psíquicos. Tienen otros códigos y formas de relacionarse", describió Gracia. En esta franja también aparecen familias o parejas que están en las veredas porque se quedaron sin la casilla donde vivían, porque se la ocuparon o porque estaban hacinadas.
Los chicos. El caso de los menores es distinto. "En general tienen varias generaciones en la familia que no trabaja, viviendas precarias y lazos familiares endebles. Están en la calle porque huyeron ante trifulcas familiares", explicó la secretaria de Promoción Social, Cecilia González.
El trabajo del área es tratar de conseguir una pensión donde puedan vivir los adultos, algún trabajo o subsidio. A la vez, se busca que tramiten el documento si no lo tienen y obtengan una pensión si les corresponde. También se hace un rastrillaje para saber si existe algún familiar cercano que pueda recibirlos. Esto último es lo más difícil, aunque la semana pasada apareció la hija de un hombre que hace muchos años que permanecía en la calle.
"No siempre es fácil que vivan en una pensión", explicó González. "Hay quienes ya no pueden habituarse más a las cuatro paredes".
Fabiana Martínez, de 42 años, es otro caso de desamparo. Vivía en Mendoza y San Martín, pero dice que la "corrieron". En enero se instaló en San Martín y San Lorenzo de donde también le dijeron que se tenía que ir. Lleva un carro de supermercado con su ropa, cartones y ollas. Llora. "No quiero vivir más en la calle, pero ¿a dónde voy a ir?", se lamenta. Recibe una pensión por 1.500 pesos, pero dice que aún no logró alquilar nada por esa suma. En el centro compra comida hecha o come lo que algún vecino le alcanza. Lava su ropa en una canilla de la vereda y pide permiso en bares para ir al baño.
Y si bien los vecinos suelen quejarse (varios los quieren sacar), muchos les dan comida o les calientan agua. Este es el caso de un hombre que vive en una esquina de zona oeste con su colchón, su mesa con mantel y un sillón. No se puede creer pero hace pocos días le robaron el equipo de mate. Todos los días ordena su "lugar" y lo limpia. Hay quienes se conmueven y hasta le lavan la ropa. Y si alguna vez lo vieron con una botella de cerveza, se lo prohibieron y él, obediente, dejó de beber. La realidad es que no se quiere ir de allí. Hace más de 15 años que su casa es la calle.
Las historias se repiten. Tal es el caso de una mujer que vivía bajo un alero en pleno centro y una de las vecinas fue quien la acompañó al Pami para conseguir una pensión. Algo parecido sucedió con otro hombre que permanecía en un sillón y los vecinos hasta le consiguieron la medicación. "Son experiencias complicadas, pero cada pasito es un avance", concluyó González.

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