Varios testigos incriminan a un
hombre de 30 años en un homicidio por el cual hay un prófugo. El juez
pidió investigar a personas que aportaron una versión favorable al
sospechoso.
La Capital
Un hombre de 30 años fue procesado como
presunto coautor del crimen de un vecino asesinado de siete balazos en
el marco de una disputa por una conexión de agua potable entre dos
familias. Además, la resolución del juez de Instrucción Nº 9 Javier
Beltramone ordena investigar a tres testigos por la posibilidad de que
hayan incurrido en los delitos de falso testimonio y encubrimiento. En
este marco, aún se encuentra prófugo un hermano del imputado que también
está sindicado como responsable del crimen.
Osvaldo Daniel Deheza tenía 32 años y
murió días después de ser baleado el 24 de noviembre en la puerta de su
casa de Esquivel al 1300, en un humilde sector de la zona norte. Desde
ese día fueron buscados como principales sospechosos del crimen Roberto
Enrique Carreño, de 30 años y conocido como Kiko, y su hermano Fernando,
apodado Guchi.
Ambos fueron sindicados por testigos
como quienes dispararon contra el ayudante de albañil y padre de cuatro
hijos. ¿La causa? Al parecer fueron problemas vecinales que hicieron
eclosión ese día, cuando Deheza desconectó un caño de agua potable que
compartía con Carreño disconforme porque éste había estado lavando el
auto.
La pelea por el caño entre las
concubinas de ambos no habría pasado a mayores, según se desprende de
los testimonios citados en el fallo. Pero todo se desmadró cuando Kiko
llegó a su casa y su mujer Roxana le contó que la esposa de Daniel,
Sandra, la había agredido. Entonces ésta lo escuchó a Carreño decir:
"Ahora va a ver este gil de mierda".
Ese fue el preludio del breve
encontronazo en el cual Deheza, vestido con un short y una camiseta de
Central, recibió balazos en el rostro, cuello, tórax, brazos, muslos y
espalda.
Dos versiones. El
crimen de Deheza llegó a Tribunales desde distintos puntos de vista
según quien la contara, ya que declararon familiares, vecinos y amigos
que dijeron haberlo presenciado. Sin embargo, la historia que comienza
en una discusión por la conexión de agua se bifurcó en un punto para
tomar por caminos "inconciliables", según admitió en su fallo el juez.
Una versión se desprende del relato de
allegados a la víctima y vecinos de la zona. Entre ellos, Walter O.
contó que esa tarde iban en la moto de Daniel hacia la casa de éste
cuando, al llegar a la esquina, una hija de Deheza los detuvo para
advertirle que habían oído a Kiko decir que le iba a pegar un tiro.
Daniel no le dio crédito a los dichos
de su hija de 8 años y siguió hacia su casa. Entonces, según declaró O.,
vieron salir del pasillo a los hermanos Carreño y Guchi comenzó a
disparar a unos 8 ó 10 metros de distancia. "En ese momento aceleré la
moto y Dani se cayó, frente a su casa. Ellos se acercaron a él y le
hicieron varios disparos más", relató el testigo, para quien presenciar
"cómo saltaba toda la piel con la sangre" de su amigo le trajo problemas
posteriores para dormir.
"Después —continuó O.— Kiko salió
corriendo para su casa y Guchi le apuntó a la nena de Daniel que estaba
ahí viendo todo. Le dije que no tirara, que los chicos no tenían nada
que ver y me disparó a mí, desde tres metros. La bala pegó en uno de los
retrovisores de la moto".
A esta versión se le contrapone otra
aportada por tres testigos que aseguraron haber visto a dos personas que
iban en una moto YBR roja. Estas personas dijeron un chico que parecía
menor bajó del rodado y disparó contra Deheza, que estaba en la calle.
Los relatos coinciden en la falta de detalles y en la ausencia de los
Carreño de la escena.
Escape. Luego del
crimen, los testigos refirieron que Guchi se fue en un Fiat 600 blanco
en el que había llegado minutos antes y Kiko escapó por los fondos de su
casa.
Sin embargo, cuando lo detuvieron el 15
de diciembre en una casa de Blas Parera al 1400, Roberto Carreño negó
el hecho hasta el punto de afirmar que no conocía a su vecino.
Kiko dijo que ese día había llegado del
trabajo, entró a su casa y se bañó. Luego dijo que oyó unos disparos y
que al rato comenzaron a tirarles piedras a su casa. Entonces, temeroso
de que ingresaran a su vivienda a prenderle fuego, decidió escapar junto
a su mujer y su bebé.
Pero esa declaración no convenció al
juez. Entre otras cosas, porque omitía los motivos por los que Carreño
sintió que peligraba la integridad de su familia. Además, los tiempos
que expuso en su relato no coincidían con lo narrado por otros testigos,
entre ellos un matrimonio a través de cuya casa se escapó Kiko tras
forzar una reja.
Tampoco era congruente con los dichos
de vecinos que dijeron conocer los constantes problemas de convivencia
entre las familias Carreño y Deheza.
Verosímiles. Tras
analizar los dichos de varios testigos, Beltramone concluyó que la
versión aportada por los allegados a la víctima estaba más ajustada a la
realidad. Así, se refiere a "relatos coherentes, verosímiles y
esencialmente concordantes" que describen el hecho sin fisuras y desde
distintos puntos de vista: la viuda de Daniel que vio por la ventana de
su casa, el amigo que iba con él en la moto y a quien también le
dispararon, los hijos de Deheza, una vecina que lavaba ropa en el patio y
una mujer que atendía un comercio en las inmediaciones.
Además el juez destaca que esos "todos (esos testigos) justifican plenamente su presencia en el lugar y momento de los hechos".
Debilidades. Por el
contrario, el magistrado encontró contradicciones incluso entre el
relato de Carreño y el de su esposa. Pero además destacó las debilidades
de los testimonios que avalaban la coartada de Kiko.
Por ejemplo, dice que no se comprende
el relato de un testigo que no recuerda qué prenda vestía la víctima.
"Si vio los hechos a la distancia, lo más natural es identificar que al
que le dispararon llevaba puesta una camiseta de Central", dice el juez,
y aclara que la moto YBR roja a la que aludieron esos testigos era,
justamente, la de Deheza.
Pero el juez además destaca en su fallo
que los testigos que aportaron la versión que excluye a Carreño
"también se comportaron de modo diferente" a los otros: "Ninguno dijo
haber intentado ponerse a resguardo de los tiros".
Estas contradicciones motivaron al juez
a formularse unas preguntas. Entre ellas, ¿por qué Sandra iba a
endilgar el homicidio de su marido a un vecino inocente y al hermano de
éste? ¿Y por qué iba a colaborar en ello Walter O.? ¿Y por qué Fernando
Carreño está prófugo si nunca estuvo allí? Y por último: ¿cómo hicieron
las personas que no viven en la zona para ver a dos personas llegar en
moto, disparar y huir, algo que no vieron los vecinos de la cuadra?
Desvío. En este marco,
el juez consideró "falaz e incompatible" la versión aportada por los
testigos Soledad I., Mauro M. y Andrea T. quienes, a su juicio,
"ingresaron a la investigación con el objeto de desviar su curso". Por
ello el magistrado pidió que se investigue a estos testigos "por la
presunta comisión de los delitos de falso testimonio y encubrimiento
agravado".
En cuanto a Kiko Carreño, el juez
resolvió procesarlo por homicidio calificado por alevosía y agravado por
el uso de arma de fuego.
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