viernes, 7 de octubre de 2011

EN CENTRAL ES TIEMPO DE REENCONTRAR EL FÚTBOL PERDIDO

Difícilmente pueda atesorarse o retenerse algo que no se tiene lo suficientemente afirmado. Por eso a este Rosario Central le cuesta tanto marcar presencia y territorio y resultar, ni más ni menos, un equipo confiable, al menos desde la forma en la que está llevando adelante esta aceptable campaña (si hay algo que hoy no está en discusión es que desde los números la cosa no es mala).

EN CENTRAL ES TIEMPO DE REENCONTRAR EL FÚTBOL PERDIDO

Difícilmente pueda atesorarse o retenerse algo que no se tiene lo suficientemente afirmado. Por eso a este Rosario Central le cuesta tanto marcar presencia y territorio y resultar, ni más ni menos, un equipo confiable, al menos desde la forma en la que está llevando adelante esta aceptable campaña (si hay algo que hoy no está en discusión es que desde los números la cosa no es mala). Sin vaivenes del todo pronunciados la pregunta que cabe por estos días, y más después de lo que fue la derrota del miércoles en Mendoza, es si Central debe recuperar el juego perdido o si decididamente hallarlo de una vez por todas. Pizzi fue claro en el vestuario en cancha de Independiente Rivadavia: "El equipo debe recuperar la línea futbolística para ser protagonista", fue la sentencia del DT, aún en caliente por la derrota. Seguramente debe haber hecho referencia a buena parte del partido ante Gimnasia y Esgrima La Plata, al segundo tiempo contra Instituto, o a lo sucedido en el traspié en Jujuy, hasta aquí de las mejores presentaciones del equipo en cuanto a juego en sí. A partir de ahí los análisis pueden comenzar a entremezclarse precisamente por la delgada línea que separa, generalmente, el resultado de la forma en la que el mismo se logra. Y el tema pasa por saber si es esto a lo que hay que acostumbrarse o bien esperar que el equipo decididamente despegue. Porque dejando de lado algunas excepciones, en líneas generales nunca hubo una entrega concreta de elementos que sustentaran el objetivo de máxima. La solidez defensiva de las primeras fechas era la bandera que se izaba como estandarte. Hoy ya no es tanto. Si hay algo que Pizzi tiene en claro y de lo que está verdaderamente convencido, es que cuenta con el material como para hacer que el equipo sea convincente. Que juegue de una determinada manera y con un mayor grado de regularidad, pero por sobre todas las cosas que sea Central el que proponga y también disponga. Ya se había hecho mención a que no siempre iba a ocurrir lo de Corrientes, donde la fortuna tendió una mano. Contra Almirante siguió por la misma línea, no pudo ganar y después lo de Mendoza, que es el recuerdo más cercano. El ADN futbolístico de este Rosario Central aún se desconoce. Y cuando eso ocurre la irregularidad suele transformarse en una constante. Se insiste con que del lado de lo numérico la cosa parece más que viable, pero de la misma forma se recalca que, transcurrida la cuarta parte del campeonato, el equipo canalla se debate entre la tranquilidad de verse en el lote de arriba y la impaciencia de saber que si el juego es el exhibido hasta aquí, el salto de calidad será impostergable. Bandas sin explotar Desde que Pizzi comenzó su labor, todos sus trabajos futbolísticos apuntaron a una idea de juego clara: el desequilibrio por las bandas. Fue, básicamente, el único recurso utilizado, por eso cuando las cosas no se dieron tal cual lo pensado, al equipo le costó una enormidad adquirir volumen de juego. Ovación dio cuenta en su edición de ayer de varias sociedades que hasta aquí no entregaron resultados. Ni Ferrari, Zarif, Carrizo y Lombardi (por derecha); ni Rivarola, Ricky Gómez y Costa por izquierda pudieron darle ese salto de calidad al juego ni servir como sostén para el desequilibrio. Claro que resultaría injusto recargar las tintas en estos nombres, porque las alternativas nunca existieron. Más aún con la férrea apuesta por el 4-4-2, con un doble cinco compuesto por jugadores de similares características. Y, se sabe, cuando un equipo no logra tener la pelota, a los delanteros difícilmente el balón les llegue limpio y de la misma manera los defensores siempre estarán más expuestos. Por eso, las bandas deberían comenzar a dar sus frutos si la idea sigue siendo la misma, salvo que el equipo, con el mismo esquema, encuentre otras formas de marcar la diferencia.

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