Central tuvo una tarde flaca desde lo futbolístico. Pero el fútbol volvió a demostrar que es un juego fascinante y que hacer un gol no tiene la complejidad que requiere organizar un viaje a la luna.
La Capital |
Minuto 83. Rosario Central empujaba, pero casi que no complicaba a la última línea de Arsenal. Como toda la tarde el conjunto canalla estaba errático, falto de confianza, le costaba horrores generar peligro y el local cuidaba sin sobresaltos la ventaja parcial. El partido estaba en la última curva de la carrera y Central desde lo futbolístico venía en tres cilindros, desbalanceado, a pesar de que jamás bajó los brazos. Pero el fútbol volvió a demostrar que es un juego fascinante y que hacer un gol no tiene la complejidad que requiere organizar un viaje a la luna. Todo lo contrario. Tres pases seguidos y a cobrar. Ferrari la cedió atrás para Méndez, gran centro con rosca de Jesús y cabezazo a la carrera letal de Pachi Carrizo para empatar la chapa 1 a 1. Mucho más que un gol fue una bocanada de oxígeno para lo que viene. Así, a siete minutos del final llegó el alivio.
El primer tiempo fue un martirio para Central. El equipo auriazul nunca le encontró la vuelta al trámite. Fue ingenuo para marcar, previsible para atacar y encima se encontró con un rival limitado, pero convencido de su plan de juego: desborde por afuera y centro al grandote Furch. El saldo no podía ser otro que la derrota parcial, que hasta pudo tener algún gol más que el 0-1 de no ser por los reflejos de Mauricio Caranta.
Fue tan inocente Central que cuando tuvo una chance neta para ponerse en ventaja se la devoró. Porque en la única aproximación seria de los auriazules, Acuña la cedió para la entrada a la carrera de Encina, que quedó de cara al arco y dilapidó un penal en movimiento. El Sapito se nubló ante el achique del desesperado Campestrini. Increíble.
Fue el único oasis canalla en los 45\' iniciales. El resto fue un desierto futbolístico. Arsenal era práctico y preocupaba. Sperduti insistía por la derecha y Central no le encontraba la vuelta a un desarrollo cada vez más adverso. Todos los intentos de ataque eran mal resueltos por Carrizo y compañía. Así, a los 40 minutos, llegó la apertura para los del Viaducto, como una fruta madura que cayó del árbol. El Gordo Sperduti le quemó las manos a Caranta y ante la pasividad exasperante de la última línea, Furch capturó el rebote (Donatti a esa altura ya no lo seguía) y la mandó a guardar. Se fueron al descanso un claro vencedor y un pálido vencido.
En el inicio del complemento fue tan poco lo que hizo Central en ofensiva que antes de los quince minutos Russo no dudó en mandar a la cancha a Abreu y Niell, por los aislados Luna y Acuña. Además ingresó Jonás Aguirre para abrir la cancha por la izquierda en reemplazo de Ballini. Arsenal mordía y parecía cómodo.
En el cuarto de hora final llegó la reacción, con más garra que ideas. Hubo un tiro libre a quemarropa de Donatti que tapó Campestrini y otro bombazo de Delgado que abortó el uno. Pero a los 83\' Central encontró la puerta de salida del laberinto que hasta ese momento había sufrido, con el cabezazo perfecto de Pachi Carrizo tras un centro preciso de Jesús Méndez. Lo que vale no haberse ido derrotado de Sarandí no tiene precio. Central rescató un punto, pero tiene muchísimo que mejorar porque está lejos de ser un equipo que juega como pretende.

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