Escombros. Barras de hierro que asoman desde la arena. Botellas rotas y pedazos de vidrio semienterrados o escondidos en los yuyos. Caminar descalzo por la playa de Costanera Este puede ser todo un desafío. Así lo viven quienes acuden a esta costa en busca de un día de playa que dista mucho del ideal: no hay duchas ni sombrillas, y a veces tampoco baños. Lo que sí hay en el extremo sur es un solo parador para estos 500 metros del balneario con la carga de brindar todos los servicios.
EL LITORAL
Los dos baños químicos en la puerta son los únicos permanentes: los del parador -conocido como “el castillito”- con frecuencia quedan inhabilitados. La explicación detrás del mostrador fue que “la gente los rompe”. Hasta la semana pasada funcionaba sólo uno de los tres baños dentro del toilette de mujeres, “porque rompen las cadenas y los inodoros quedan sin agua”. La noche del sábado se rompió el último, y el domingo sólo funcionaron los dos baños químicos ubicados en la puerta.
“La gente rompe todo -agregó la vendedora-, hasta se robaron una canilla”. En plenas reparaciones, ayer el plomero explicó que “los baños se tapan muy seguido porque desechan todo tipo de basura en los inodoros”. Tras su intervención, hoy los tres baños para damas y los otros para caballeros están en funcionamiento.
Carlos Medrano, secretario de Desarrollo Social del municipio, contó que los baños del balneario son los ubicados en el parador, “y es obligación del concesionario mantenerlos abiertos”. Los químicos son parte de los 10 contratados por la Municipalidad y distribuidos en los balnearios habilitados en la ciudad, y la empresa contratada tiene la responsabilidad de limpiarlos una vez al día.
Desde la orilla
Sin echar culpas ni hablar de responsabilidades, para Belkis Moscón “el descuido es evidente”.
Disfruta de su tiempo de descanso al sol, en arenas santafesinas, y nota que en las de este balneario “hay escombros, restos de ladrillos y hierros”. Son los vestigios del parador de Triferto, derrumbado meses atrás, cuyo recuerdo se hace palpable al final de la escalinata de cemento y ladrillos que conduce hacia un desnivel de al menos un metro de altura, una especie de trampolín a una arena con escombros.
Este domingo, Martín Román llevó a su familia a disfrutar de las aguas que él elige en la semana para nadar y hacer remo. Dijo sin reparos que “siempre está muy sucia. A veces veo a una persona limpiándola pero es mucho para uno solo”. Su reconocimiento fue para los guardavidas, “quienes limpian constantemente el boyado y la orilla de camalotes, cuando deberían dedicarse solamente a cuidar a la gente”. Como Martín, también otros contaron que los reclamos suelen recaer en los guardavidas, cuya remera amarilla los identifica como únicos representantes permanentes del municipio en la arena.
Limpieza
En la zona de balneario, los tachos de basura son 5: cuatro tubos de hormigón dispersos a lo largo de la playa y un cesto de hierro, cada uno con su bolsa. A éstos se suman otros dos de colores, para residuos diferenciados. Todo parece indicar que no son suficientes para quienes eligen la orilla y no caminan el mínimo de 15 metros que la separan de los tachos.
El secretario de Desarrollo Social explicó que la basura de los cestos es recogida por las dos empresas recolectoras de residuos (Cliba y Urbafe). Para Medrano, “la playa está muy limpia, en buenas condiciones. Yo apelaría a que las personas que vayan a la playa se hagan responsables de sus residuos”.
Ante el reclamo, la Municipalidad informó que la limpieza de los balnearios de Costanera Este y Oeste (la Este, y las del Espigón I y II) es implementada a través de cooperativas y unos 30 ex limpiavidrios.
Son grupos de 10 personas que hacen rastrillaje, articulados en diferentes turnos: una decena de 8 a 12, otra de 14 a 18 y otra los fines de semana. La basura que se genera después de las 18 es recogida por 6 personas de la Asociación Civil Juventud Progresista, que hacen el trabajo de recolección entre las 2 y las 6 de la mañana. “Tenemos también, de cada uno de los paradores concesionados, el compromiso de limpiarlos”, agregó Medrano.
Los auditores naturales de su trabajo son los bañistas y quienes eligen la playa para disfrutar del aire libre. Pablo Sanchís hizo de la Costanera y playa este su campo de entrenamiento: allí prepara en remo y triatlón a las 50 personas de la escuela Tupac que entrenan en diferentes horarios, de lunes a domingo y durante todo el año. Con esta frecuencia, observó que en la Costanera Este “faltan cestos de basura: la arena y el piso suelen estar sucios por la cantidad de gente que viene. Si bien falta educación, no hay la cantidad de tachos suficientes para tantas personas”.

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