martes, 3 de septiembre de 2013

SANTA FE: Monseñor José María Arancedo pidió por la paz y las víctimas de violencia

El arzobispo de Santa Fe presidió una misa en memoria de las víctimas de hechos de violencia en la ciudad. Fue pedida por la asociación que nuclea a sus familias, presentes con banderas, remeras y un nuevo reclamo de justicia y paz.
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Monseñor José María Arancedo pidió por la paz y las víctimas de violencia

Veinticinco nombres resonaron anoche en el cielo de la Catedral Metropolitana. Veinticinco santafesinos que perdieron la vida en diferentes hechos de violencia y en cuya memoria se realizó una misa, presidida por el arzobispo de Santa Fe.
Con banderas, carteles y remeras alusivas, sus familiares colmaron los primeros bancos y escoltaron con sus fotos la salida de los fieles en el atrio. La misa fue pedida por Catalina Narváez, de la Asociación de Familiares de Víctimas, quien conoció a Monseñor José María Arancedo en junio, cuando ofreció una misa en la parroquia San Pedro por la muerte de Analía Morales. El arzobispo accedió, propuso que sea en la Catedral “porque es todo un signo”, y sumó la intención de “implorar al Señor el don de un corazón pacífico que se manifieste en gestos concretos de paz y concordia” en todas las misas celebradas ayer en la arquidiócesis.
Religiosos y laicos coincidieron en que fue una misa “emotiva, sentida, llena de dolor”. También destacaron -cada parte a su modo-, la necesidad de justicia y de paz.
Todos juntos
Catalina Narváez es quien preside la asociación que nuclea a una veintena de familias víctimas de la inseguridad en los últimos años. Es también una de las cuatro personas que anoche llevaron las ofrendas al altar, enfundadas en remeras con fotos de quienes perdieron como “víctimas inocentes de violencia”, remarcó Catalina. A sus ojos, la locación fue especial “por la cercanía con Tribunales y la Casa de Gobierno”.
Narváez, quien transformó la pérdida de su nieto -Gabriel Rosales (14) asesinado en el 2006- en la lucha por esclarecer otras muertes, destacó la necesidad de “que la lista no crezca, que no debamos lamentar más víctimas de inseguridad y violencia”. En este sentido, valoró el apoyo de Arancedo y destacó la “necesidad de unirnos para detener este flagelo. Es como dijo el Papa: en forma pacífica, tenemos que pelear nuestros derechos”.
Catalina también reconoció que la misa fue “movilizante” para quienes no están familiarizados con su lucha. Se dijo satisfecha por la convocatoria que anoche colmó la Catedral pero también destacó “la falta de compromiso de la gente, porque debimos ser muchos más”. Halló como razón que “estos acontecimientos pasan y quedan, y anoche estábamos todos juntos. A veces, más allá de la nota del diario en que sale el caso, la gente se va olvidando”.
Palabras y signos
Al pesar compartido por quienes perdieron a un ser querido, monseñor Arancedo sumó “la esperanza de justicia que se reclama como un bien que se necesita; no como un adjetivo sino como derecho de la persona que se sobrepone para sobrellevar el dolor”.
En su homilía, el arzobispo de Santa Fe y presidente de la Conferencia Episcopal argentina, destacó la necesidad de “crear las bases de una sociedad nueva fundada sobre las bases de la verdad, el amor y justicia”. Arancedo sostuvo que la Catedral Metropolitana “fue el marco que correspondía para esta misa, como Iglesia mayor de Santa Fe, como signo importante frente a la inseguridad, la violencia que nos tiene a todos preocupados, y la necesidad de exponer públicamente el tema”. También el arzobispo parafraseó al Papa Francisco, y sus palabras respecto de la inminente guerra en Siria: “Se han perdido las referencias básicas de los derechos humanos como la fraternidad, saber que el otro es mi hermano. Hay que recrear una cultura de paz, de encuentro, de diálogo y de amistad social”.
Tanto Catalina Narváez como monseñor Arancedo aseguraron, cada uno por su parte, que habrá más misas como la de anoche. Lo que esperan, es que no haya más nombres para sumar a la nómina de víctimas por la violencia y la inseguridad.
Rumores en Alto Verde
  • En la misa vespertina del sábado, en la parroquia Jesús Resucitado de Alto Verde, se generó un susurro entre los presentes: el Pbro. Javier Albisu habló en su homilía de “rumores de amenazas para que no le ponga ideas a la gente”. La voz corrió por todo Alto Verde: en la “misa de los niños” de la misma parroquia, ayer a las 10 de la mañana se pidió entre otras intenciones “que el Señor lo proteja al padre Javier”. “La gente pide por él, para que lo protejan”, contaron sus colaboradores.
Consultado por El Litoral, Albisu aclaró que no recibió amenazas: “Son rumores. No creo que sea nada concreto. Muchas veces son cuestiones que la gente supone y hace correr”. Desde allí, agregó que “no les doy importancia. Sé que el barrio tiene su nivel de violencia y me preocupa por la gente, no tanto por mí”.
Este sacerdote jesuita reconoció que el hecho de hablar en los medios sobre la situación de Alto Verde “no es agradable para quienes quieren seguir usando la violencia en el barrio”.
“No hay ninguna amenaza directa. Cualquier vecino está más expuesto que yo, porque yo no vivo en el barrio; y sin que amenacen a nadie de Alto Verde, están todos amenazados; porque una persona que sale con un arma a la calle ya es una amenaza”, agregó.
Consultado al respecto, el arzobispo de Santa Fe, José María Arancedo, reconoció que “eso pasa muchas veces, cuando alguien sale a hablar de estas cosas” y destacó que Albisu “tiene todo el apoyo del obispo, de la Compañía de Jesús y de la gente”.
“Hay que fortalecer estas acciones, alentar al padre y a todos los sacerdotes que están en la difícil tarea de predicar a contracorriente de la droga, la trata de personas y violencia. Hay un mundo de comercio detrás de todo eso. Hay que seguir predicando, creer es predicar y vivir -agregó Arancedo-. Es muy importante no callar y testimoniar con una vida coherente”.

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