domingo, 16 de septiembre de 2012

CENTRAL CAYÓ ANTE OLIMPO EN BAHÍA Y SIGUE SIN ENCONTRAR EL RUMBO


Este Central no arranca. Ya pasaron seis fechas y no logra encenderse. Cada chispa que aparece no sabe provocar un efecto contagio y se desvanece con llamativa fragilidad.
La Capital | 

CENTRAL CAYÓ ANTE OLIMPO EN BAHÍA Y SIGUE SIN ENCONTRAR EL RUMBO
Este Central no arranca. Ya pasaron seis fechas y no logra encenderse. Cada chispa que aparece no sabe provocar un efecto contagio y se desvanece con llamativa fragilidad. Cada señal en el camino se pierde entre ilusiones pasajeras, intentos fallidos y excusas de ocasión. Todo es desequilibrio y confusión. Un cruel pantano de dudas que somete las ambiciones originales del equipo en el tramo inicial del torneo. Así, la derrota de ayer por 2 a 0 ante Olimpo significa un claro retroceso respecto de lo que mostró en la jornada anterior. El conjunto de Russo fue una mueca vacía, errante e inexpresiva en Bahía Blanca y por lógica consecuencia sufrió su tercera caída en lo que va de la B Nacional, una producción floja que dista demasiado de las obligaciones naturales que nacieron con este ciclo.
   Central pecó de ingenuidad de entrada. Apenas inició el cotejo, Yacuzzi durmió la siesta por su sector y dejó enganchar a Vega que dibujó un golazo de zurda, al segundo palo de Caranta que nada pudo hacer ante semejante acto de inspiración. Al minuto de juego, la visita ya estaba en desventaja y debía afrontar el desafío remando desde atrás. Con responsabilidades prematuras que condicionaron el normal desarrollo del partido. Sumó exigencias, por su gran culpa.
   En los primeros pasajes, Olimpo imponía su línea a través del desparpajo de Bou, quien fue un enigma para la resistencia canalla durante todo el duelo. El ex River, junto a Vega y Gutiérrez, complicó y generó muchas infracciones cerca del área visitante. El dueño de casa era más y se verificaba en el resultado.
   De a poco, con muchas dificultades, Central fue equilibrando la balanza en el trámite de la mano de Méndez que trataba de armar juego en el medio, pero esta vez no tuvo socios de ocasión. El pibe Becker estaba impreciso, Lagos no aparecía y los delanteros eran devorados fácilmente por la férrea zaga aurinegra. Así, las intenciones de Jesús se fueron diluyendo entre leves insinuaciones.
   La apuesta canalla no conseguía arrimar peligro al área adversaria. La única opción en la primera etapa estuvo a los 22’, cuando Costa no pudo conectar, dentro del área chica, un centro picante de Toledo. Muy poco.
   En el complemento, Central tampoco encontró la receta para pisar fuerte y torcer el rumbo de la historia del partido. Nunca encontró claridad, siempre deambuló lejos del arquero rival y encima a los 17’ sufrió el segundo golpe a través de Gutiérrez, quien transformó en gol un centro bajo de Vega. Ese fue un mazazo que ató a los canallas y los dejó presos de la ansiedad, los reclamos de los hinchas y de los caprichos del reloj.
   A los 36’ Bracamonte se perdió increíblemente solo frente al arco. De esta manera, Central se quedó con las manos vacías, encerrado en su propia encrucijada, perdido en un laberinto de incómodos interrogantes. Con el fútbol que no aparece, puntos que se escapan y promesas que siguen sin cumplirse.

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