Así opinó Joana Suárez, hija de
la mujer baleada el martes a la noche en su casa. Dijo que la “gravedad
del caso de su familia se extiende a todos los vecinos”.
“Mi mamá está en coma, de milagro no está muerta. Y si se llega a
recuperar, los médicos me confirmaron que tendrá secuelas gravísimas”,
explicó Joana Suárez sobre el estado de salud de su madre Marisa, quien
fue baleada en la cabeza durante la madrugada del martes, tras el
festejo del cumpleaños de su marido.
Según explicó Joana, tras el ataque y en los últimos momentos de lucidez, Marisa pudo informarle a la policía quién fue su agresor. Se trata de un vecino, que había mantenido un altercado con uno de los hijos adolescentes de Marisa.
Desde que ocurrió el intento de homicidio, ninguno de los siete hijos de Marisa pudo volver a la casa de barrio San Lorenzo. “Es que no podemos volver a vivir al lugar donde andan sueltos estos asesinos. Barrio San Lorenzo es tierra de nadie en este momento y necesitamos una respuesta política por lo que pasó”, indicó la joven.
Hace ya cinco días que Marisa agoniza en la sala de terapia intensiva del Hospital Cullen. Ahora, Marisa deberá afrontar una traqueotomía. “Le tienen que sacar el respirador porque corre riesgo de que se le sequen los pulmones”. Joana dice que cuando sus hijos le hablan a la mujer –aunque parezca que no escucha nada– responde a los estímulos.
“Quiero justicia, no venganza”
Mientras supera las operaciones que la mantienen con vida, su familia pide celeridad en la investigación y que los culpables “vayan presos”. “No puede ser que esta persona, que cometió un intento de homicidio esté libre y no lo puedan encontrar. ¿Qué pasó?, ¿desapareció de la faz de la tierra?”, cuestionó Joana.
“Yo no quiero venganza –continuó– pero sí exijo justicia y que alguien del gobierno se comunique con nosotros. El gobernador, el ministro de Seguridad tienen que saber qué es lo que les está pasando a su gente y ofrecer respuestas”.
Según explicó Joana, tras el ataque y en los últimos momentos de lucidez, Marisa pudo informarle a la policía quién fue su agresor. Se trata de un vecino, que había mantenido un altercado con uno de los hijos adolescentes de Marisa.
Desde que ocurrió el intento de homicidio, ninguno de los siete hijos de Marisa pudo volver a la casa de barrio San Lorenzo. “Es que no podemos volver a vivir al lugar donde andan sueltos estos asesinos. Barrio San Lorenzo es tierra de nadie en este momento y necesitamos una respuesta política por lo que pasó”, indicó la joven.
Hace ya cinco días que Marisa agoniza en la sala de terapia intensiva del Hospital Cullen. Ahora, Marisa deberá afrontar una traqueotomía. “Le tienen que sacar el respirador porque corre riesgo de que se le sequen los pulmones”. Joana dice que cuando sus hijos le hablan a la mujer –aunque parezca que no escucha nada– responde a los estímulos.
“Quiero justicia, no venganza”
Mientras supera las operaciones que la mantienen con vida, su familia pide celeridad en la investigación y que los culpables “vayan presos”. “No puede ser que esta persona, que cometió un intento de homicidio esté libre y no lo puedan encontrar. ¿Qué pasó?, ¿desapareció de la faz de la tierra?”, cuestionó Joana.
“Yo no quiero venganza –continuó– pero sí exijo justicia y que alguien del gobierno se comunique con nosotros. El gobernador, el ministro de Seguridad tienen que saber qué es lo que les está pasando a su gente y ofrecer respuestas”.
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