Hay estanques y fuentes que acumulan mucha basura. Además, hay grafitis, bancos y farolas rotas. En los “lagos” casi no quedan aves. En 2009, el municipio invirtió $ 2 millones para ponerlo en valor.
Foto: Flavio Raina
Hediondo
El estanque de la esquina noroeste del parque está lleno de basura, malezas y huele muy mal.
Foto: Flavio Raina
De la Redacción de El Litoral
area@ellitoral.com
A 6 años de las obras de puesta en valor, el Parque Garay vuelve a estar desprolijo, sucio y con problemas de mantenimiento. Hay bancos y farolas rotas, estanques llenos de basura y en los lagos El Litoral encontró un solo ganso y apenas un pato, lo que demuestra que los escépticos tenían razón: los parques santafesinos son un ambiente muy hostil para la supervivencia de las aves.
Luego de años de abandono, en 2009 la gestión del intendente Mario Barletta invirtió $ 2 millones para sanear y recuperar los 20.000 metros cuadrados que ocupan los lagos, limpiar las islas centrales, reparar los bancos y las 152 columnas de alumbrado público y agregar más juegos y mobiliario urbano.
Además tuvieron una idea propia de una ciudad más civilizada. Le pidieron a la Granja La Esmeralda 25 gansos y también trajeron patos para poblar los lagos y estanques. Los escépticos sentenciaron: “Van a durar un mes”.
Al principio funcionó. En las crónicas de El Litoral de ese año se puede leer la emoción cuando nacían nuevos gansos y patitos. Los chicos les sacaban fotos y las familias hacían “picnics” en el borde de los lagos.
Con el tiempo, a pesar de que había vecinos que se preocuparon por darle de comer a las aves, los gomerazos, los perros —sin correa— y hasta el robo de aves (cuentan que vieron gente subirlos a sus autos) llevó a la especie al borde de su desaparición en el parque. Los vecinos también denuncian que faltó control del municipio en la zona para preservar los gansos y los patos.
La fuente de los “tetras”
Pero los gansos no son el único problema del parque. Hay sectores que parecen abandonados. En el rincón sureste (avenida Perón y Crespo), en la fuente flotan envases de “tetra” y bolsas, está sucia y también pierde agua. Así y todo, el viernes a la mañana un remisero mojaba un trapo en la fuente para limpiar su auto, un ejemplo más de un uso sorprendente del parque.
Muy cerca, dos pequeños estanques están sin agua, llenos de malezas y con basura. Y las “súper macetas” de la década del 30’ tienen grafitis obscenos y algunas pintadas ridículas, por ejemplo una que tiene la cara de Pinochet y dice: “A Pinochet le gusta esto”, acompañada de un pulgar de Facebook.
La postal más fea del Garay —el parque que homenajea al fundador de la ciudad— está en el otro extremo, el rincón noreste. El estanque que viene después del puente huele muy mal y está repleto de basura, ramas, tierra y malezas. En ese puente, además, las cuatro farolas están rotas.
En cambio, la postal más cuidada es el cantero central que está enfrente del Centro de Educación Vial, el eje transversal del parque. Allí, hay flores, plantas y un jardinero que emprolija cada metro cuadrado. El contraste con otras zonas del parque es muy fuerte.
El comienzo de la temporada de verano, el 15 de noviembre, tal vez sirva para poner en condiciones, al menos, el sector de los piletones, pero no le vendría mal una buena limpieza y “lavado de cara” al resto del parque.
El último ganso
En 2009, la Granja La Esmeralda donó 25 ejemplares para que vivan en los lagos. Ayer, El Litoral encontró uno solo.
Foto: Flavio Raina
Banco roto
El mobiliario del parque sufre los actos de vandalismo, como otros espacios de la ciudad.
Foto: Flavio Raina
Breve historia de un parque emblemático
Hasta 1904, el sector que hoy ocupa el Parque Garay funcionó como cementerio católico y luego fue vivero municipal, hasta que en la década del 30’ ingresó a un programa provincial de desarrollo de parques.
El parque se inauguró el 13 de noviembre de 1939. En la crónica de El Litoral, se destacaba el soberbio pórtico de calle Suipacha (desaparecido hace décadas), la gran fuente de calle Junín, “una visión de los jardines de Versalles” —exageraba el cronista de El Litoral—, con 100 chorros de agua que alcanzan los 20 metros, tejiendo “un finísimo encaje” y una iluminación que cambia de tonalidades automáticamente.
También contaba con más de 6.000 rosales de numerosas variedades y “jarrones monumentales” con flores colgantes (los que sobrevivieron están sucios con grafitis).
El espacio contaba, además, con tres canchas de tenis, un buffet americano —donde ahora esta el Centro de Educación Vial— y una pista circular para los amantes del baile y el patinaje.
“Las características de su estructura organizativa, proviene de los tipos de parques y jardines de fines del siglo XIX, basada en el predominio de los ejes compositivos para lograr la mayor integración del parque con la ciudad”, se explica en la página web del municipio.
En 1987, se construyó un velódromo, zonas de camping, un piletón y una fuente, con nuevos juegos y un pequeño anfiteatro. En los lagos se realizaban paseos en canoas y la gente también daba vueltas en las lanchas a pedal, un recorrido que todavía se puede hacer.
En 2003, la inundación del Salado lo deterioró mucho y durante los años siguientes los vecinos denunciaron constantes actos de vandalismo y la falta de mantenimiento del espacio.
En 2009, la gestión del intendente Mario Barletta invirtió $ 2 millones para sanear los lagos, sumar mobiliario urbano y ponerlo en valor.
Abandonados
Los pequeños estanques del sector sureste están vacíos y con mucha basura.
Foto: Flavio Raina
En foco
Este viejo puente tiene los escalones en mal estado y varias pintadas. Los grafitis ensucian macetones y paredes a lo largo y a lo ancho de todo el parque.
Foto: Flavio Raina
Pérdida
Esta antigua canilla derrocha agua durante todo el día y también pierde agua la fuente de la esquina sureste del parque. Foto: Flavio Raina
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