Nada menos que 5 mil, el cupo completo de lo permitido para esta competencia en la que los participantes intentaron completar la prueba de media maratón (21 kms) o la integrativa de 11.
La Capital |
Como en los últimos cinco años, el puente Rosario-Victoria se tinó de color y a impregnarse de corredores. Nada menos que 5 mil, el cupo completo de lo permitido para esta competencia en la que los participantes intentaron completar, por distintas motivaciones, la prueba de media maratón (21 kms) o la integrativa de 11.
La carrera, una de las más esperadas del año para los corredores locales y los que llegan de distintas partes del país (incluso del extranjero), tuvo sonido de largada a las 8 en la parte del puente que se corresponde con la intersección de Boulevard Rondeau y el terraplén.
Portando remeras grises con el logo del maratón, los corredores llegaron a la rotonda de la Avenida de la Costa y el puente, donde una multitud de familiares y amigos los esperaba para darle un cálido recibimiento tras la competición.
La previa. Consultado sobre las expectativas que año a año despierta la segunda carrera de calle más larga de Rosario (después del Maratón de la Bandera, de 42 km), Juan Echeverría, organizador y titular de EcoRace, destacó: “El boca a boca de los corredores es una de las cosas que más la impulsan y que luego la hacen una de las pruebas más esperadas del año. Pero además el lugar es especial, correr arriba del puente, con esa vista tan diferente que tienen los corredores. Es una conjunción de cemento y naturaleza muy especial. No hay carreras de este tipo el resto del año”. Para Echeverría, esta competencia en el puente tiene una referencia muy interesante, ligada al origen de este tipo de pruebas, la maratón de Nueva York, anhelada por corredores de todo el mundo y de las primeras sobre puentes.
La proliferación y fiebre por el running posibilitaron que en el último tiempo más corredores se animen a los 21 kilómetros. Es todo un desafío. El desafío de Rosario-Victoria.
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