Entre 2014 y 2015 se produjeron 42 detenciones de mecheras y punguistas detectados por el Centro de Monitoreo Municipal. La mayoría reincide. Desde las entidades que agrupan al sector comercial apuntan a la falta de prevención de parte de la policía y a la “ineficacia” del procedimiento judicial.
El Litoral |
Para el sector comercial es un problema que no cesa, se recicla. El estratégico accionar de las mecheras tiene en jaque a los comerciantes de las peatonales San Martín y San Martín Norte, a pesar de que, en toda la extensión, cuentan con cámaras de vigilancia. Los dispositivos fueron colocados en 2009 en el tramo que va desde Eva Perón hasta Corrientes, y luego en otros sectores, con el control permanente desde el Centro de Monitoreo Municipal.
Ante la reiteración de los hechos, la Asociación de Amigos de la Peatonal abona el servicio de una agencia privada, que dispone de un vigilador de lunes a jueves, y un refuerzo para viernes y sábado.
A pesar de las medidas, los comerciantes afirman que los delincuentes rediseñan sus maniobras para eludir el sistema de control y operar dentro de los locales. En segundos, pueden causar un serio daño económico. “Si te llevan una pila de pantalones, que tienen un precio de venta de 1.000 pesos, en un minuto perdiste 10.000 pesos”, estimó a grandes rasgos el secretario del Centro Comercial, Jorge Barenberg, para reflejar la preocupación del sector.
Según datos de la Subsecretaría de Prevención y Seguridad Ciudadana, desde el 1º de enero de 2014 hasta la fecha, las cámaras detectaron 210 situaciones delictivas en las peatonales. De ese total, 111 fueron hechos perpetrados por mecheras y punguistas, que en 42 oportunidades fueron detenidos por la policía y trasladados a la comisaría. De lo que no hay registro es de lo que ocurrió con esos casos tras la detención, aunque el subsecretario de Prevención y Seguridad Ciudadana de la Municipalidad, Sebastián Montenotte, reconoció que “algunos fueron trasladados más de una vez”.
Sobre el accionar de los delincuentes, el funcionario señaló que suelen ingresar a la peatonal por las galerías que tienen salida a calle 25 de Mayo y San Jerónimo, en donde no hay cámaras. “Eso nos exige que el control sea permanente y nos exige que ajustemos el trabajo tanto con la policía, como con la vigilancia privada, cuando las vemos merodeando”, dijo Montenotte.
Ante el incremento de los casos, desde la subsecretaría están realizando un trabajo conjunto con el Ministerio Público de la Acusación para hacer un seguimiento de los hechos, unificar causas y asegurar la continuidad del proceso judicial. “Hemos ido a la casa de las personas que fueron robadas para devolverles objetos, solicitar que hagan la denuncia para así acumular pruebas y que continúe el proceso”, indicó Montenotte.
Táctica y estrategia
Los comerciantes destacan el rol del Centro de Monitoreo, pero reconocen que no es suficiente y reclaman mayor presencia policial. Al día de hoy, tienen un relevamiento preciso de quiénes son los integrantes de las bandas de mecheras y sobre todo, cómo operan con total impunidad.
En el centro comercial todos hablan de “las hermanas S”, que acompañadas por un hombre, ya esquilmaron varios locales. “Es un problema constante pero que se intensifica en determinadas épocas. Generalmente es una pareja, con una criatura que usan para distraer u ocultar lo que roban.
Las ‘hermanas S’, roban ropa y son pungas”, precisó Andrés Doce, coordinador de la Asociación de Amigos de Calle San Martín. Como estrategia preventiva, cuando los comerciantes detectan al trío delictivo en el centro, inician una cadena de mensajes de alerta. A su vez, la entidad está conectada por handy con el Centro de Monitoreo y con la agencia privada.
Los locales predilectos de las mecheras son aquellos que venden ropa que esté expuesta o elementos pequeños. Generalmente actúan de jueves a sábado, cuando hay mayor circulación de personas.
“Por el costo no podemos contratar más vigiladores privados. Por eso sería muy bueno contar con más presencia policial, porque hoy es intermitente. Hay semanas que sí hay policías caminando, pero después pueden pasar meses que no se ve uno en toda la peatonal”, mencionó Doce, aunque no estableció un correlato entre la ausencia de la policía y el incremento de los hechos delictivos.
“Ocurre que después del robo o cuando se detecta a las mecheras con las cámaras y llamamos al 911, quedamos librados al azar. A veces cuando llamamos a la comisaría primera no dicen que no tienen móviles y no pueden acudir. Sin dudas, falta la decisión política de reforzar la seguridad en todos los centros comerciales”, remarcó Doce.
Por su parte, Jorge Barenberg apuntó a la Justicia y denunció que “existen zonas liberadas” en el centro y en las avenidas. “Tenemos casos en los que la policía las detuvo y quedan en libertad antes de que salgamos de la comisaría de hacer la denuncia. O sea, estábamos sentados haciendo la denuncia y ya estaban en la calle robando de nuevo”, describió el secretario del Centro Comercial.
Según Barenberg, el problema de los robos recrudeció por estos días “porque sabemos que las ‘hermanas S’ volvieron de Buenos Aires”. Es que aparentemente, los mismos grupos que roban en los centros comerciales de Santa Fe, se trasladan por temporada a Paraná, Santo Tomé y Buenos Aires.
“Tienen un esquema que está a la vista de todos. Y es el colmo, porque un hombre las espera en la peatonal sentado, tomando un café. Le dejan la mercadería y vuelven. Por lo que la decisión de hacer algo es política”, reclamó Barenberg.
Duelo de dos
El jueves a la mañana una mechera robó en el local de venta de accesorios, Todo Moda, de San Martín al 2500. Fue captada por las cámaras cuando tomó por calle Tucumán hacia 25 de Mayo. A los pocos minutos, reingresó a la peatonal por calle Mendoza.
Las mujeres se miraron fijamente a los ojos durante un rato, como en un duelo en el que “ganaría” la más paciente. Y así fue. “Es una chica que está todos los días en el centro. La vi y me quedé mirándola, pero una clienta me preguntó algo y la atendí. Cuando me di vuelta, ya había sacado mercadería y salió. Había un hombre esperándola a unos metros”, contó una empleada del local que solicitó la reserva de su identidad.
Por orden de la empresa, las trabajadoras no pueden dirigirse a las mecheras ni perseguirlas. Sólo deben activar el botón de pánico que les provee la firma, que está conectado a una agencia de seguridad privada y a la comisaría primera.
La joven comerciante describió con precisión a la mechera: tiene unos 28 años, en el centro está de jueves a sábados y generalmente “se la ve como drogada”.
“Para nosotros son casos menores”
Consultado sobre los casos, el fiscal general del Ministerio Público de la Acusación, Ricardo Fessia, reconoció que es un problema “recurrente”.
“El accionar de las mecheras y punguistas es un hurto simple, cuya pena es menor. Nuestra actuación en estos casos queda estrictamente vinculada al accionar policial. Es decir que la policía las detenga y nos mande el sumario”, precisó el funcionario judicial. Tras detener a alguno de los delincuentes, como medida se aplica la probation: si tras un determinado plazo, la persona vuelve a incurrir en la misma conducta, se anula la probation y se lo imputa, con posibilidad de una pena de cumplimiento efectivo.
A pesar de la frecuencia con la que ocurren los hechos, Fessia dijo que para la fiscalía representan casos menores. “Los fiscales están abocados a los hechos del turno, los graves. A esta altura de las circunstancias, no tenemos capacidad ni para aplicar los procedimientos alternativos, que el sistema contempla para los casos menores”, asumió Fessia.
El funcionario judicial consideró que “sería ideal” acordar con el Centro Comercial una estrategia para, con el apoyo de las cámaras del centro y las particulares de los negocios, detener a las mecheras in situ. “Así podríamos armar un ‘paquete’ de casos, que los reciba el mismo fiscal y hacer el seguimiento de las causas que tenga”, propuso Fessia.
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