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jueves, 4 de septiembre de 2014

SANTA FE: Identifican a una estudiante de la UNL desaparecida en 1977

Se trata de María Cristina Alvira, secuestrada junto a su marido y su hermana en la ciudad de San Nicolás. Había sido enterrada como NN en La Chacarita.
María Cristina Alvira estudiaba en la UNL y trabajaba en la UCSF

El Equipo de Antropología Forense logró identificar los restos de una estudiante de la Universidad Nacional del Litoral, desaparecida en 1977 junto con su marido y su hermana y enterrada como NN en el cementerio de La Chacarita. Se trata de María Cristina Alvira, quien a la fecha de su desaparición tenía 23 años y estaba casada con Horacio Martínez. Ambos tenían un bebé llamado Fernando y vivían en la ciudad de San Nicolás, Buenos Aires.

En Santa Fe, María Cristina había estudiado bioquímica en la UNL, había trabajado en la Universidad Católica de Santa Fe y militaba en la Juventud Universitaria Peronista.

Cuando la pareja fue secuestrada, también desapareció Raquel Alvira, la hermana de María Cristina que estaba de visita en la casa de la pareja. El operativo de fuerzas conjuntas se produjo el 5 de mayo de 1977 y estuvo a cargo del Batallón de Ingenieros de Combate 101, encabezado por el coronel Saint Amant.

El hijo de unos pocos meses de María Cristina y Horacio fue dejado con un vecino, a quien luego le ordenaron entregarlo al capellán militar Regueiro. Alertada por el vecino, la familia buscó al bebé y a fuerza de insistencia logró recuperarlo. Lo tenían en una casa a las afueras de San Nicolás, y había otros bebés en las mismas condiciones.

Manuel Fernando Saint Amant fue jefe del Área Militar 132 entre 1975 y 1977 y en diciembre de 2012 fue condenado a prisión perpetua por la desaparición de María Cristina y Raquel Alvira, Horacio Martínez, Rosa Baronio, Eduardo Reale y Regina Spotti, así como la sustracción de los niños Fernando Alvira (nueve meses), Martín Almada (siete meses) y Víctor Almada (un año y ocho meses).



Mientras la buscábamos

Ayer, Adriana Alvira, hermana de María Cristina y Raquel, contó cómo se enteró la familia de la identificación del cuerpo de María Cristina y pidió que avancen las investigaciones hasta que todos los responsables sean condenados pero también hasta que todos los restos sean recuperados.

“Este es un momento muy difícil para nosotros. Siempre buscamos la verdad y es durísimo enfrentarla 37 años después. A mi hermana la sepultaron como NN en el cementerio mientras nosotros la buscábamos desesperadamente”, expresó. Y agregó que es muy difícil convivir con la condición de familiar desaparecido.

“Uno siempre necesita conocer la verdad y tener un lugar a dónde ir a recordarlos. En la Facultad de Química de la UNL hay una placa que recuerda a sus estudiantes desaparecidos, y allí figura María Cristina. Para los familiares es muy importante, porque es un lugar a donde visitarlos. Sin embargo, para poder hacer el duelo completo, aún nos falta encontrar a Raquel y a Horacio”.

Adriana fue una de las testigos en el juicio que se llevó a cabo en el Tribunal Oral Federal Nº 2 de Rosario, durante el segundo semestre del 2012. En la declaración, la mujer contó cómo fue la última vez que vio a su hermana, cómo se enteraron del secuestro y cómo fue la búsqueda de su sobrino, Fernando.

“Yo iba a la secundaria –recordó Adriana–, a quinto año. Mis hermanas mayores tuvieron que salir de la casa para hacer la secundaria pupila a un pueblo. Una vez que ellas terminaron el secundario, María Cristina (año 71), y Raquel (año 72), se fueron a estudiar a Santa Fe, María Cristina bioquímica y Raquel derecho”.

La testigo relató que sus hermanas “vivían juntas en una casa que alquilaban con otras compañeras. Junto con Horacio Arístides Martínez eran militantes de la JUP y participaban del Centro de Estudiantes”, y que por esos días “María Cristina se había puesto de novia con Horacio y estaban planeando casarse”.

“Mi hermana y mi cuñado me llevaban a peñas en la Facultad de Derecho. Horacio era uno de los oradores a la hora de los discursos políticos. Era como un hermano mayor”, rememoró Adriana. La testigo precisó que “con la intervención de las universidades comenzó la persecución política”, y que “en agosto del 75 (María Cristina y Horacio) fueron suspendidos”.

“En diciembre del 75 nos reunimos por última vez los seis integrantes de la familia. Hablamos horas. María Cristina nos contó que estaba embarazada de Fernando. Dijo que se iría a vivir a San Nicolás. Raquel nos dijo que se volvía al campo”, comentó a los jueces Adriana.

Y relató cómo el 5 de mayo de 1977, en la casa de San Nicolás donde vivía María Cristina, con Horacio y Fernando, y justo cuando estaba de visitas Raquel, secuestraron a sus hermanas, cuñado y sobrino. “Fue a las 11. 30, cuando María Cristina estaba preparando la comida. Irrumpieron hombres armados, con uniformes, llegados en vehículos militares”, indicó Alvira al tribunal, e informó que los datos la familia los recogió por un “vecino, Perazzo, que vivía al fondo”.

“Perazzo vio todo –describió la testigo–, lo llamaron para que se hiciera cargo de Fernando, y lo tomó en sus brazos. María Cristina le dijo: «Dale de comer, ya es la hora». A ella la amordazaron, la tiraron al suelo, la cargaron en un auto, mientras retenían a Horacio en el piso, con borceguíes encima de la cabeza. Eso es lo que nos contó. Al día siguiente se llevaron todas las cosas que había en la casa –prosiguió su relato Alvira–. Le dieron la orden a Perazzo de que debía entregar el nene a Saint Amant. Perazzo quería quedarse con el niño. Era un bebé muy simpático. Pidió para quedárselo, pero lo obligaron a entregarlo. Lo dejó en el mismo escritorio de Sain Amant. Varios días después, Martínez les avisó a mis padres que tenían que viajar. Fueron al regimiento a pedir por mis hermanas, cuñado y sobrino”.

“Mamá con Fernando, volvieron al regimiento con el cura, el capellán, Miguel Ángel Reguerio”, contó Adriana y agregó: “Mi mamá le pedía que les diga dónde estaban sus hijas. Se encontró con una pared. El cura le dijo: «Señora, eran delincuentes, pensaban matarnos al teniente coronel y a mí»”.

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