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domingo, 24 de agosto de 2014

Obama se plantea ampliar los ataques contra las milicias integristas a Siria

El gobierno estadounidense ante una disyuntiva. La guerrilla de Estado Islámico (EI) ya controla aproximadamente un tercio del territorio en el norte y este de la nación persa.

Martin Dempsey es un hombre conciliador. El jefe del Estado Mayor de Estados Unidos y el más estrecho asesor militar del presidente Barack Obama evita hablar de guerra siempre que puede, pero cuando se trata de la milicia terrorista Estado Islámico (EI), su cautela se desvanece. Esa organización persigue una estrategia "apocalíptica", asegura, subrayando un objetivo bien definido: "Hay que derrotarla". Las palabras del más alto cargo militar (descontando al presidente) reflejan la opinión del gobierno estadounidense, así como también la de muchos congresistas en la oposición. El propio Obama se refiere al grupo terrorista como un cáncer que hay que erradicar y el secretario de Defensa, Chuck Hagel, señala que el EI es más peligroso que Al Qaeda. "Va mucho más allá de todo lo que habíamos visto hasta ahora", dijo. A ellos se suman las declaraciones del secretario de Estado, John Kerry, quien señaló que hay que hacer frente a la milicia "allá donde intente propagar su repudiable odio".

En pocas cosas están de acuerdo tantos políticos de diferente espectro en Estados Unidos. El video del brutal asesinato del periodista James Foley no hizo más que afianzar el puesto de EI en la lista de enemigos del Estado. Hagel incluso habla abiertamente del temor de un nuevo ataque terrorista al país como el del 11 de septiembre de 2001. La pregunta ahora dejó de ser si Estados Unidos interviene con su fuerza militar, sino cómo será esa actuación y en qué territorios se va a realizar.

Los analistas estadounidense consideran que la retórica más dura que están empleando la Casa Blanca y el Pentágono es una preparación para una guerra larga contra el grupo terrorista que probablemente vaya más allá de las fronteras de Irak. "¿Se puede derrocar sin poner la mirilla sobre la parte de la organización en Siria? La respuesta es no", dijo Dempsey. Esas son palabras del mismo general que hasta la fecha consideraba demasiado peligroso intervenir en la guerra civil siria.

Y no es que le entusiasme la idea de estar casi en el bando del odiado presidente sirio Baschar Assad al luchar contra EI. "No estoy pronosticando que vaya a haber (ataques aéreos) en Siria, al menos no por parte de Estados Unidos", explicó. Y es que sigue siendo muy arriesgado que los ataques estadounidenses maten civiles inocentes, que un drone estadounidense sea derribado o que Obama se vea envuelto en una guerra civil de la que se ha mantenido prácticamente fuera durante años, a pesar del descontento de muchos críticos. Pero ¿tiene otra alternativa? "Si Estados Unidos no lidera la guerra mundial contra el terrorismo, entonces esta guerra no se librará", escribió un analista en el Washington Post. Negar los problemas o aplazarlos no hace más que empeorarlos, agregó. La esperanza de los estadounidenses de que otras naciones lleven la carga militar parece inútil. "Hasta la fecha nadie ha presentado una estrategia plausible para vencer al EI que no incluya una intervención terrestre. Y nadie lo hará, porque no la hay", aseguró el experto en extremismo Brian Fishman. Pero intervenir en Siria sería un dilema para Estados Unidos y el resto de Occidente. La guerra civil, que comenzó como una protesta por mayor libertad y democracia en la primavera de 2011, se ha convertido en una lucha entre el régimen de Assad y los radicales de EI. Mientras el gobierno de Damasco controla amplias partes del oeste de Siria, el grupo terrorista domina enormes territorios en el norte y el este del país. En total un tercio de la nación árabe.

Refugio seguro

Combatiendo a la milicia en Siria, Obama le haría un favor a Assad, a quien le pidió infinidad de veces que dimita y al que definió como un brutal criminal que masacra a su propio pueblo. Para el inquilino de la Casa Blanca es como elegir entre la peste y el cólera. Como la frontera entre Siria e Irak hace tiempo que se borró, las armas y los combatientes circulan libremente entre ambos países. Aun cuando los iraquíes consigan con ayuda de los ataques aéreos de EEUU expulsar a EI, en Siria encontrarían una base segura como tuvieron hasta ahora.

Assad, entretanto, contempla la evolución de los hechos con satisfacción. Para Damasco está sucediendo lo que el presidente sirio siempre sostuvo, pues desde el primer momento él calificó la guerra civil en Siria como una "guerra contra los terroristas", y eso lo hizo mucho antes que el EI hubiese tomado tanto territorio. Durante mucho tiempo, los estadounidenses rehuían dar armas a los rebeldes moderados. Ahora estos están a la defensiva y corren el peligro de perder Alepo, la segunda ciudad en importancia del país y su principal bastión.

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