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domingo, 24 de agosto de 2014

Inseguridad: 2.000 vecinos de Santa Fe ya usan el sistema de alarmas comunitarias

Actualmente son seis los barrios de la ciudad que cuentan con el sistema de vigilancia comunitaria, conectado al Centro de Monitoreo Municipal. Afirman que contribuye a evitar hechos delictivos y a reforzar la confianza entre vecinos.
El Litoral | 
Inseguridad: 2.000 vecinos de Santa Fe ya usan el sistema de alarmas comunitarias
 La implementación de alarmas comunitarias, conectadas al Centro de Monitoreo de la Municipalidad, se extiende en la ciudad de Santa Fe. Ante el aumento de los hechos de inseguridad en los barrios y la colocación del sistema dentro de los domicilios particulares, los vecinos coinciden en afirmar que el método comunitario sirve de manera preventiva ante posibles hechos delictivos, ya que se conforman “corredores seguros”.
Desde que se comenzaron a instalar los dispositivos en 2012 hasta la actualidad hay 33 redes de alerta en los barrios Siete Jefes, Los Ángeles, Barranquitas, Los Troncos, Barrio Sur y Guadalupe. Generalmente, las alarmas están ubicadas en esquinas estratégicas, unidas a una columna del alumbrado público en donde se colocan tres potentes reflectores, dos sirenas y la alarma en sí, que al activarse replica un alerta en el CMM desde donde solicitan asistencia al 911. La colocación es sencilla y no requiere una inversión importante.
Hasta aquí son 120 cuadras cubiertas y unos 1.831 los vecinos que cuentan con el dispositivo para manejar el sistema, cada uno de los cuales están registrados con sus datos personales en el CMM. La activación se realiza de dos maneras. Por un lado, mediante un botón de alerta —1.608 casos—, un dispositivo —similar al de activación de una puerta de garaje— con el que se encienden las luces, dispara la sirena o el pedido de auxilio al CMM. En tanto, otros 223 vecinos cuentan con el acceso telefónico a la red de vigilancia, mediante un código personal.
Por el bien común
Sebastián Montenotte, subsecretario de Prevención y Seguridad Ciudadana de la Municipalidad, brindó algunos detalles sobre el funcionamiento del sistema de alarmas comunitarias en Santa Fe. Una experiencia innovadora, hasta aquí aparentemente satisfactoria, de trabajo mancomunado entre el sector público y los vecinos, aprovechando los recursos tecnológicos. El barrio que estrenó alarma comunitaria fue Siete Jefes a pedido de los mismos vecinos que, organizados, solicitaron a la Municipalidad “hacer algo por la inseguridad”.
Actualmente, los usuarios solventan la inversión para la colocación de los dispositivos y posterior mantenimiento, mientras que la Municipalidad asume el gasto de energía —que es menor— y brinda el servicio de vigilancia de manera gratuita.
Según Montenotte, si bien los vecinos hacen un uso permanente de la iluminación alternativa del sistema, “cada vez que sacan la basura o ingresan a sus domicilios en auto”, es baja la activación del alerta conectada al CMM. Lo que habla del buen funcionamiento de la alarma comunitaria como método preventivo o disuasivo. “Muchos delitos se evitan con sólo prender una luz o hacer sonar la sirena, principalmente los arrebatos en la vía pública”, resaltó Montenotte.
El buen resultado de la implementación del dispositivo también depende en gran medida de la solidaridad entre los vecinos, por eso en la reuniones previas con el municipio se trabaja justamente en este sentido. “El uso es social, porque generalmente los vecinos advierten cosas que le pasan al de enfrente o al de al lado. La colocación del sistema, obliga a que se relacionen entre ellos, se pasen los teléfonos y se preocupen por el bienestar común”, explicó Montenotte.
“Es un servicio comunitario”
El barrio Siete Jefes es casi perfecto. Casas prolijas, de césped corto y parejo, perfumado de azares, siestas silenciosas y la laguna, un privilegio cercano. Pero a pesar de ese contexto confortable, la inseguridad se quedó con la tranquilidad de los vecinos, un bien no tangible pero más valioso que cualquiera que esté a la vista.
Néstor Cuyati contó la experiencia de la implementación de la alarma comunitaria, como uno de los vecinos que impulsó el sistema en el barrio. Uno de los equipos, está ubicado en la esquina de A. Godoy y P. Díaz Colodrero.
“Teníamos hechos de inseguridad a diario, ahora hace seis meses que la alarma no se activa. Cuando arrancamos con esto, veníamos de tener en una semana 100 arrebatos callejeros, según un relevamiento de las vecinales de la zona. Soy de la época en que mis padres tomaban mate en la vereda, ahora lo terrible es vivir con miedo, que los hijos salgan y no saber qué les puede pasar. Lamentablemente no conocieron la época de mis padres, se criaron en este contexto. De todas maneras, lo peor que podemos hacer es acostumbrarnos a tener miedo. Sin dudas, la mayor perdida es la de la tranquilidad. Por eso, lo que buscamos es sentirnos protegidos, la vigilancia genera contención, seguridad y sin dudas que frenó los hechos. Acá hay personas mayores que salen a hacer las compras y lo llevan colgando del cuello, como un collar. Lo que nos cuestionan y quizás con razón, es que estamos trasladando el problema, el que no roba acá por la alarma, lo hace en el sector donde no hay. Lo importante para destacar es que el sistema es comunitario y solidario, porque incluso puede colaborar con la seguridad de una persona que no tenga el dispositivo. Por eso es fundamental el compromiso de los vecinos porque no podemos pedirle todo al Estado, también nos corresponde contribuir”.

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