domingo, 19 de mayo de 2013

El cepo cambiario dificulta tareas humanitarias de los misioneros argentinos


Están en distintos rincones del mundo prestando asistencia y difundiendo los valores de su credo entre los pueblos más pobres. Sin acceso a moneda extranjera, sus apoyos locales no pueden enviarles fondos.


El cepo cambiario dificulta tareas humanitarias de los misioneros argentinos
"La cosa venía mal desde antes, porque no se podía transferir dinero al exterior. Pero se agravó cuando ya no se pudo extraer dinero de los cajeros automáticos, porque a casi todos nuestros misioneros los sostienen familiares, amigos y parroquias de Argentina", cuenta aInfobae Federico Bertuzzi, pastor bautista y coordinador para Europa de una ONG que presta ayuda humanitaria, educativa y sanitaria, además de realizar tareas de evangelización en países que van desde África Occidental hasta lejano oriente.
"En cambio, compañeros de trabajo que son de otros países tranquilamente manejan sus finanzas por internet, transfiriendo desde sus cuentas bancarias de origen en el país que sea de América Latina a África o Asia. Como en Argentina no se puede, hay que valerse de otros medios: gente que viaja y a la que se le pide que lleve el dinero que hay acumulado o con un amigo que es dueño de un negocio y hace el favor de pasar la tarjeta de crédito y devolver la suma en efectivo. Pero son cosas que se pueden hacer sólo algunas veces", agrega.
Así, las personas que están trabajando en organizaciones sin fines de lucro que hacen obras en el extranjero, y que de por sí deben llevar una vida austera, terminan teniendo serias dificultades para mantener su actividad.
"Yo mismo -dice el pastor-, si nadie me traía un dinero importante en efectivo por las donaciones que recibía en Argentina, vivía sacando a través de cajeros automáticos un máximo diario de 140 euros. Para pagar el alquiler tenía que ir todos los días al banco para ir juntando el dinero. Ni siquiera eso se puede ahora".
"Y uno se pregunta por qué tiene que ser así. Son personas que están haciendo un trabajo altruista, en muchos casos jugándose el pellejo en zonas inhóspitas para trabajar en la educación y en la evangelización. No creemos que sea digno", afirma Bertuzzi.
"No vinimos a hacer turismo"
En octubre de 2011 la AFIP y el Banco Central comenzaron la implementación de un conjunto de medidas que, con el tiempo, se fueron convirtiendo en un cepo cambiario.
Primero se exigieron requisitos poco claros para comprar dólares, luego se prohibió la adquisición de la divisa para atesoramiento y finalmente se eliminó la posibilidad de retirar dinero del exterior con tarjeta de débito.
Ante los reclamos por la imposibilidad de ahorrar en una moneda que sea reserva de valor en un contexto inflacionario, o ante la demanda de una alternativa para los turistas o estudiantes de intercambio en el exterior, la respuesta oficial fue siempre la misma: los compradores de dólares son un grupo reducido de personas acomodadas a las que sólo les interesa enriquecerse.
Es elocuente la reflexión de Julio de Vido, ministro de Planificación federal, ante la las movilizaciones de protesta que se produjeron el pasado 18 de abril. "Tocan la cacerola para ir a Miami", dijo entonces.
Pero el ejemplo de los misioneros, al margen de si se acuerda o no con su labor, es una clara muestra de que hay muchas actividades que no tienen relación con el lucro privado y que sin embargo se ven seriamente afectadas por las restricciones.
"Lo que duele es que se aplica una ley para todos cuando los que estamos en el campo, como nosotros y otros más, no estamos perdiendo el tiempo ni vinimos a hacer turismo. Renunciamos a muchas cosas. Algunos están haciendo una terea encomiable, y lo hacen por amor a Dios. Por eso, complicarles aún más una subsistencia de por sí difícil con estas medidas, nos parece que no hace honor al mérito que tienen", sostiene Bertuzzi.
"Si el Gobierno tuviera el temor de que ese dinero que sale sea malversado podrían desarrollarse mecanismos para fiscalizar y controlar la labor de los obreros evangélicos", agrega.
Teóricamente, existen algunas excepciones que habilitan las transferencias al exterior. Están contempladas por la Comunicación “A” 5330 del Banco Central, con fecha del 26 de julio 2012. Pero en la práctica los requisitos son imposibles de cumplir para organizaciones pequeñas. "Hasta los bancos nos dijeron que era tan complicado que ni siquiera ellos se querían meter".
Diferentes estamentos gubernamentales están al tanto de cómo la medida afecta a este tipo de organizaciones, ya que en reiteradas oportunidades se les comunicó la situación en la que se encontraban. Pero no hubo caso.
"Hace aproximadamente un año y medio estuvimos en Cancillería -dice Bertuzzi- y nos dijeron que el tema estaba muy difícil porque dependía del Banco Central y de la AFIP. Finalmente no pasó nada".
"Incluso -continúa- el presidente y el vicepresidente de la Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas de la República Argentina (Aciera), que nuclea a miles de iglesias en todo el país, se reunieron con diversas autoridades, pero por ahora tampoco obtuvieron ninguna satisfacción".
Un problema generalizado
La realidad de la ONG de Bertuzzi es igual para muchas otras que hacen trabajos humanitarios en distintas partes del mundo con el aporte de donaciones realizadas en Argentina.
"Yo tengo contacto con personas de diferentes organizaciones y este es el tenor generalizado, si bien puede haber algunos que reciben un subsidio o aporte de correligionarios que están en el extranjero", afirma.
Por ejemplo, hay muchos misioneros católicos que trabajan en Angola y en otros países africanos. La ventaja que tienen sobre los evangélicos es que, si bien son argentinos,dependen de las congregaciones mayores, cuyas sedes suelen estar en Europa. Por eso no viven sólo de los aportes que reciben desde Argentina.
"Pero el tema del dólar nos afecta a todos, porque nosotros hacemos colectas que mandamos a misiones ubicadas en otros países, y por las restricciones en el cambio de divisa se termina bajando mucho lo que se puede mandar", explica a Infobae la madre Marcela, que pertenece a la parte de infancia y adolescencia misionera de Obras Misionales Pontificias de Argentina.
El problema es evidente: como los donantes no pueden conseguir en el mercado oficial los dólares para enviar al exterior, se ven obligados a acudir al paralelo, lo que desvaloriza sustantivamente su aporte.
Entonces se puede dar el caso de que la recaudación de las colectas en pesos aumentaconsiderablemente de un año a otro, pero al hacer el cambio a dólares termina llegando un monto muy inferior.

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