domingo, 14 de abril de 2013

ROSARIO: Buscan convertir seis áreas barriales en zonas de preservación histórica


Son más de 400 inmuebles que están arraigados a la historia de los barrios y que el municipio propone catalogar como de valor patrimonial como Saladillo, Fisherton y Acindar.
La Capital | 
Buscan convertir seis áreas barriales en zonas de preservación histórica

 Son más de 400 inmuebles que están arraigados a la historia de los barrios y que la Municipalidad propone catalogar como de valor patrimonial. La iniciativa, que busca conformar en la ciudad seis nuevas áreas de protección donde se distribuyen estos viejos edificios, forma parte de la última etapa del proyecto de actualización del Plan Urbano que desde septiembre pasado está en el Concejo Municipal para su aprobación. Se trata nada menos que de corredores tradicionales como la avenida del Rosario en el barrio Saladillo y el corazón del viejo Pueblo de Fisherton con orígenes aristrocráticos en el final del siglo XIX, pero también de barrios obreros nacidos en pleno siglo XX como jardín Acindar, una serie de casas en Azcuénaga, y otras dos de barrios de viviendas en la zona sur.
   “Tienen características diferentes a las del área central, ni mejor ni peor, pero sin lugar a dudas son sectores representativos de la conformación de los barrios y están arraigados a la identidad de los vecinos, incluso más que en el centro”, afirmó la directora del Programa de Preservación de la Municipalidad, María Laura Fernández.
   Las nuevas áreas de preservación están por fuera no sólo del centro, sino incluso del primer y segundo anillo, y se extienden en los corredores oeste, sur y sudoeste, norte y noroeste. Y allí no se trata sólo de establecer una protección directa sobre 474 inmuebles en forma específica por su valor particular, sino de preservar los sectores enteros que hicieron a la conformación de los barrios.
   “En la mayoría de los casos hacen a la identidad de esas zonas y a sus diferentes momentos históricos. Además, hay una identificación más fuerte por parte de los vecinos que conocen estos lugares históricos, se identifican con ellos y saben de su historia”, explicó Fernández y consideró que, a diferencia del área central, “en estos sectores el patrimonio es más heterogéneo, en materiales y en tipologías”.
Viejos pueblos. Los sectores y la identificación de los inmuebles, uno por uno, se llevó adelante a través de una comisión integrada por distintas áreas municipales e instituciones (Concejo, Facultad de Arquitectura y colegios profesionales) que relevaron toda la trama de la ciudad. Ahora, con los resultados del área central y los primeros dos anillos aprobados por los ediles, es el turno de los barrios donde incluso algunos sectores (que hoy son parte del ejido urbano) nacieron como pueblos aledaños.
   Ese es el caso de Fisherton, cuyo núcleo fundacional con la Estación Antártida Argentina, su iglesia y la plaza, tiene más de 120 años. “Nació con manzanas dividas en cuartos y sus primeros inmuebles ya no existen, pero el objetivo es mantener las características de barrio jardín, con ese eje fundacional como centro”, detalló Fernández. Sin embargo, a ese centro se suman otras muchas edificaciones de valor que se extienden sobre la zona delimitada por el ferrocarril, Sánchez de Loria, Olmos y French.
   Lo mismo sucede con el llamado Pueblo Saladillo, que nació sobre 1880 con el desembarco de Manuel Arijón y la construcción de viviendas destinadas al descanso de las familias acomodadas de la ciudad para convertirse ya en el siglo XX en barrio industrial y obrero. Las marcas de esa época se extienden a lo largo de todo el barrio, pero fundamentalmente lavenida del Rosario atesora desde su nacimiento en el Acceso Sur hasta San Martín los principales edificios de valor patrimonial que el municipio se propone conservar. Muy cerca está la calle Bermúdez y, en el tramo que va de Arijón al ex Batallón 121, el Programa de Preservación la propone como Area de Protección Ecológica y Ambiental. "No son tanto los inmuebles de valor que hay allí, sino la importancia de conservar la flora, el paisaje y el uso del suelo que es muy característico del sector", detalló Fernández. También en el distrito sur están emplazados otros dos complejos habitacionales: los chalets bajos sobre San Martín y los edificios que, sobre Laprida, se levantan frente a la plaza José Hernández y que fueron construidos a mediados del siglo XX.
En el distrito sudoeste está uno de los enclaves obreros más significativos de la ciudad: barrio Acindar, que incluso lleva el nombre de la empresa siderúrgica que le dio origen en los años 40. Paralelamente a las chimeneas y el tanque de agua que es todo un hito para el barrio, nació el sector de casas bajas levantadas en manzanas irregulares y sobre calles zigzagueantes que tienen jardines en el centro. "El objetivo es proteger esa conformación de chalets a dos aguas, uno junto a otro, y sobre todo avanzar en la recuperación de los espacios de los interiores de las manzanas, que en la mayoría de los casos fueron ocupados como sitios para cocheras o modificaciones de las viviendas", explicó la directora de Preservación, que destacó el "apego de los vecinos al barrio".
Sin embargo, Acindar no será el único barrio de trabajadores que se transformará en área de protección histórica. En la zona oeste, en pleno barrio Azcuénaga —entre las vías del ferrocarril Belgrano y las calles Mendoza, Perito Moreno y Haití— se levantan una junto a otra las llamadas Viviendas del trabajador, que se hicieron entre finales de los años 20 y principios de la década de 1930 con financiamiento del Banco Municipal.
Activa. En estos sectores, el objetivo del programa no apunta sólo a preservar, sino a "darle sustentabilidad económica y en el tiempo a la idea de reservación", indicó la funcionaria. "Se trata de evitar la sustitución de esos inmuebles y marcar límites de altura, pero también de mantener las características barriales en sí: las veredas, la flora, los espacios abiertos y los usos de esos sectores, y eso se logra a través de una preservación activa que le dé sustentabilidad económica a esos edificios, a través de la refuncionalización y de nuevos ciclos que les permitan seguir existiendo y no convertirse en ruinas", afirmó Fernández y remató sin dudar que "es sólo un mito que a los inmuebles de valor patrimonial no se los puede tocar".

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