Fue este martes a última hora de la tarde. La línea elegida fue la 142. Dos agentes lo llevaron desde la terminal de ómnibus a las Cuatro Plazas. El relato de los testigos.
Dos policías trasladaron a un detenido en colectivo, según relataron tres testigos a Rosario3.com y Radio 2. Fue este martes a última hora de la tarde. La línea elegida, la 142 roja. La unidad, la número 40. De acuerdo al relato, el trío se subió en la estación de omnibus Mariano Moreno y se bajó a la altura de las Cuatro Plazas. Desde el Ministerio de Seguridad aseguraron que de ninguna manera ese es un procedimiento que esté dentro de la normalidad y que hoy por hoy no faltan patrulleros
El hecho fue alertado ayer mismo a través de las redes sociales por Nerina, una de las pasajeras que compartió el viaje con ellos.
Siempre según el relato de las testigos, cerca de las 19.30 un hombre y una mujer policía detuvieron el colectivo en Santa Fe y Cafferata y sin mayores preámbulos se subieron con sus bártulos: un bolso y un colchón. El agente varón pagó los tres boletos mientras su compañera sujetaba al muchacho, que con sus brazos trataba de ocultar su rostro. No obstante, tanto Alicia como Lorena, lograron ver en él rasguñones de un lado, y un ojo morado del otro.
Contaron que el colectivo iba repleto, empero el trío logró hacerse paso e incluso conseguir un asiento. El policía le pidió a una joven que le cediera su butaca, allí sentó al supuesto reo y acto seguido lo esposó al caño.
Según el relato de Lorena, el detenido no paraba de fijar sus ojos en ella y en el adolescente sentado a su lado. Tal era la intensidad de la mirada del joven –que a su vez no pasaría de los 21 años–, que el viajero lo abordó y le preguntó si necesitaba algo. Ante dicho requerimiento no fue el detenido quien le contestó, sino el efectivo uniformado: le advirtió al pasajero que se guardara sus palabras o de lo contrario lo golpearía y haría arrestar.
“¿Qué te hacés el guapo? –habría gritado– Mirá que te puedo hacer cagar a palos; te voy a dar un cachetazo, bajás y quedás preso”.
Minutos después, ya pasadas las 19.40, mientras el colectivo esquivaba el tránsito por Mendoza a la altura de Fraga, el mismo agente le pidió al colectivero que se detuviera en las Cuatro Plazas, no sin antes esperar a que los agentes pudieran esposar nuevamente al muchacho.
Contaron que el colectivo iba repleto, empero el trío logró hacerse paso e incluso conseguir un asiento. El policía le pidió a una joven que le cediera su butaca, allí sentó al supuesto reo y acto seguido lo esposó al caño.
Según el relato de Lorena, el detenido no paraba de fijar sus ojos en ella y en el adolescente sentado a su lado. Tal era la intensidad de la mirada del joven –que a su vez no pasaría de los 21 años–, que el viajero lo abordó y le preguntó si necesitaba algo. Ante dicho requerimiento no fue el detenido quien le contestó, sino el efectivo uniformado: le advirtió al pasajero que se guardara sus palabras o de lo contrario lo golpearía y haría arrestar.
“¿Qué te hacés el guapo? –habría gritado– Mirá que te puedo hacer cagar a palos; te voy a dar un cachetazo, bajás y quedás preso”.
Minutos después, ya pasadas las 19.40, mientras el colectivo esquivaba el tránsito por Mendoza a la altura de Fraga, el mismo agente le pidió al colectivero que se detuviera en las Cuatro Plazas, no sin antes esperar a que los agentes pudieran esposar nuevamente al muchacho.
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