Compositor y ejecutante
singular, Carlos Guastavino es una de las figuras de la música
argentina más conocidas en el mundo entero. A cien años de su
natalicio, su prolífica obra renueva su vigencia. El Instituto
Superior de Música de la UNL organiza un Festival Centenario que se
desarrollará durante todo el año.
Carlos Vicente Guastavino, una de las figuras más difundidas de la
música argentina en el mundo, nacía en Santa Fe el 5 de abril de 1912,
el mismo año en que se registraba en el país la primera sonata para
piano compuesta por un autor argentino.
“Yo hago música porque me encanta. Me encanta la melodía, me encanta
cantar. Y ahora eso lo publico y veo que hay eco. ¡Fantástico! No
quiero escribir para que la posteridad se encargue de descubrir mi
obra”. Así expresaba el propio Guastavino la sorpresa ante la
recepción de su obra, que fue creciendo a lo largo de su vida y lo
instaló como un exponente del nacionalismo romántico argentino.
A cien años de su natalicio, el Instituto Superior de Música de la
Universidad Nacional del Litoral (ISM-UNL) organiza el “Festival
Centenario Carlos Guastavino”. Durante todo 2012 habrá conciertos,
presentaciones de libros, producciones audiovisuales y actividades
académicas sobre la vida y obra del destacado músico y docente
santafesino.
Nombre consagrado
Carlos Guastavino es un nombre consagrado en la música argentina de
tradición escrita, tan difundido como Alberto Ginastera o Astor
Piazzola, ponen en alto la producción argentina con proyección
internacional. Su trayectoria compositiva comenzó en 1938 y, tras un
intervalo durante la década del 70, la retoma desde los 80 hasta los
90.
Musicalizó versos consagrados como “Se equivocó la paloma” de Rafael
Alberti, versión que popularizó en el mundo de habla hispana Joan
Manuel Serrat con su interpretación aparecida en 1969.
Del mismo modo, “La Tempranera” compuesta por el santafesino y grabada
por Eduardo Falú, junto a “El Bailecito” o “La rosa y el sauce”, son
mojones de la composición de Guastavino que sobresalen en el
imaginario musical argentino.
“El ingreso de Carlos Guastavino al panorama de la composición musical
argentina coincide con un momento clave de la historia de ésta. Los
años alrededor de 1940, sólo considerados desde la perspectiva de la
literatura pianística, ofrecen obras emblemáticas, plenamente
representativas de los diferentes grados de modernidad según las
tendencias estilísticas en las que estaban enrolados los
compositores”, explica Edgardo Blumberg, especialista en Historia de
la Música y docente del ISM-UNL.
Sólo unas pinceladas bastan para dar cuenta del horizonte cultural de
los primeros años del siglo XX en el que floreció la música de este
santafesino: la vida musical giraba en torno a los conciertos,
institución muy fuerte y fomentada por asociaciones particulares como
Amigos del Arte, por ejemplo. Las tecnologías de difusión y
circulación de las producciones musicales estaban acotadas a las
interpretaciones en vivo, y las radios daban sus primeros pasos en la
transmisión de estos conciertos para un público ávido que comenzaba a
masificarse gracias a esta tecnología.
En este panorama de programas concertísticos consagrados que incluían
la interpretación de obras de Bach, Beethoven, Chopin, Schubert, Ravel
y otros, Carlos Guastavino puso su sello distintivo y a poco de
comenzar con las giras por el país y Latinoamérica, estableció un
programa enteramente propio en sus apariciones públicas.
“La vida concertística de Carlos Guastavino es muy fuerte y lo
convierte en un artista singular porque no todos los compositores son
ejecutantes o hacen vida de concertistas. Esta cantidad de
presentaciones, ya en 1943 realiza giras por Chile, Punta del Este en
el 46 y luego Rio de Janeiro, lo diferencia del estándar del programa
de esa época porque él se dedica a ejecutar su obra. Esto potencia la
circulación de su música y la recepción es muy buena”, opina Blumberg.
Las melodías, su sello
“Carlos Guastavino es un músico más de este proceso donde se mezcla lo
regional y los distintos grados de modernidad”, explica el
especialista.
Según su visión, la música de Guastavino “no es muy compleja, ni muy
moderna, siempre está en un sistema tonal, un sistema jerárquico que
tiene un anclaje en una tónica. Y un aspecto muy importante de su
estilo son las melodías, todas fraseables, memorizables para casi todo
el mundo. Sin embargo, esto no significa que toda su música tenga esta
sencillez”.
La difusión de su obra contribuyó a la construcción de una visión
sobre el compositor santafesino que lo identifica como un “músico
popular”. A esta imagen inscrita en la memoria popular, contribuyó
decisivamente el boom folclórico que en los años 60 vivió la
Argentina; permitió la difusión de composiciones argentinas y acompañó
el acento puesto en la música coral, arista en la que también
sobresalió la composición de Guastavino.
266 composiciones
La obra de Guastavino fue tan fecunda y heterogénea como los intereses
que la influenciaron. Sus 266 composiciones dan cuenta de una
cuantiosa producción multiplicada por los arreglos y versiones,
propias y ajenas.
Instalado como un referente de la música como expresión del
Romanticismo del siglo XIX, que nunca abandonó a lo largo de su
carrera, sus melodías son la base estética de su propuesta.
Siempre perfumado con aromas confeccionados por él mismo, técnica que
adoptó durante una carrera de Ingeniero Químico que cursó sin
finalizar en la UNL, la formación científica es otro aspecto que
describe a este músico singular. La incursión en la docencia fue
posterior al desarrollo del aspecto didáctico de sus composiciones,
entre las que se encuentran las canciones escolares, como “La marcha
del estudiante”, de su autoría.
También fue parte de la gestación de la Escuela Superior de Música y
canto --hoy el Instituto Superior de Música de la UNL--, e incluso
ejerció su vicedirección antes de marcharse a Londres con una beca que
le permitiría perfeccionar su carrera.
La alta calidad literaria de las poesías elegidas por Guastavino
revela su formación cultural e intereses literarios. Los poetas
españoles ocupan un lugar privilegiado. No sólo se interesa por poetas
de su siglo, como Rafael Alberti, Luis Cernuda, Lorenzo Varela, Manuel
Altolaguirre, sino del siglo XVII, José Iglesia de la Casa, del Siglo
de Oro, Francisco Quevedo, y la poesía anónima del romancero español.
También ocupan un lugar significativo algunos poetas latinoamericanos
como Gabriela Mistral, Juana de Ibarbouru, Pablo Neruda, Jorge Luis
Borges y otro santafesino, José Pedroni.
Compuso más de 150 canciones para voz y piano, y otras tantas obras
para solo de piano y guitarra, partituras corales y de música de
cámara, que en las voces de Joan Manuel Serrat, Mercedes Sosa, Alfredo
Krauss o José Carreras, desbordaron los circuitos habituales para
nuestra música.
Carlos Vicente Guastavino falleció en Santa Fe el 29 de octubre de
2000 y sus restos descansan en San José del Rincón. Más allá de la
innegable riqueza de su obra y de los reconocimientos obtenidos, quizá
uno de sus mayores méritos se encuentre en la cualidad refinada de sus
creaciones, que traspasaron la dicotomía entre “lo regional” y “lo
universal”, preservando inalterables los vínculos entre la obra
musical y el público masivo.
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