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domingo, 27 de diciembre de 2015

ROSARIO La cerveza artesanal toma impulso y gana cada vez más lugar en los bares rosarinos

Los locales especializados suman casi una decena. Destacan su calidad y variedad frente al producto industrial, además de sumar un plus importante: no da resaca. Para los especialistas la cerveza no envasada adquiere un sabor especial y mucho más si está a la temperatura justa.
La Capital | 
La cerveza artesanal toma impulso y gana cada vez más lugar en los bares rosarinos
 Cuando en 2009 abrió en Rosario el primer brew pub nadie sabía demasiado de qué se trataba. Llegaba a la ciudad Antares, un bar que vendía exclusivamente su propia marca de cerveza artesanal. Hoy ya son cerca de 10 los espacios gastronómicos especializados en esta variedad, con cartas que mayoritariamente se nutren de proveedores locales que cultivan la pasión cervecera y producen una bebida ciento por ciento rosarina. Los protagonistas de esta tendencia afirman que el éxito es consecuencia de una mejor calidad y mayor variedad frente a la oferta industrial, además de sumar un plus importante: no da resaca.
"Cuando llegamos la gente no entendía demasiado qué vendíamos. Al principio nos pedían una cerveza clásica, o la más parecida a cierta marca", confiesa Santiago Solari (26), uno de los titulares de Antares, que hace 6 años se instaló en la esquina de Catamarca y Callao, replicando en la ciudad un negocio que tiene su origen en Mar del Plata, donde en 1998 comenzaron a producir cerveza. Al poco tiempo inauguraron un local en avenida Pellegrini y lejos de dividir la clientela, la marca se potenció.
Se hace difícil encontrar una mesa libre en alguno de los bares cerveceros de Pellegrini un viernes a la tarde: universitarios, oficinistas y hasta familias enteras aprovechan el happy hour para degustar la gran variedad de bebidas que ofrecen Baum, Sttuttgart o Collins, por nombrar algunos de los espacios que surgieron en los últimos años.
"La gente nos toma como un lugar de encuentro", afirma Ariel Figliolo (42), uno de los encargados de Stuttgart, que abrió sus puertas a fines de 2014 con una carta con el ciento por ciento de marcas locales. "Lo bueno de tener proveedores cerca es que cualquier consulta se la trasladamos y ellos nos tienen en cuenta. Puede pasar que les pidamos cervezas con más o menos gas, y rápidamente obtenemos una respuesta", repasa.
Federico Martínez (34), titular de Collins Art of Beer, ofrece en su bar 20 tipos de cerveza artesanal, dos de las cuales las produce con sello propio. "El movimiento cervecero estaba hace varios años en el país, en localidades como Córdoba, Mar del Plata o Neuquén, pero en Rosario se está poniendo de moda en los últimos años", cuenta. Coincide Cecilia Ansalas (35), socia de Downhill (cerveza rosarina que desde 2011 se puede conseguir en bares, vinotecas y supermercados), quien afirma que la ciudad "se ha subido a la ola en cuanto al consumo de cerveza artesanal".
El presidente de la Asociación Empresaria Hotelero Gastronómica y Afines de Rosario (Aehgar), Rodrigo Pastor, explica que el inicio de la tendencia se ubica pos 2001: "A los cerveceros les aparece la oportunidad por el cierre de la importación: se abrió una ventana y en ese momento se desarrollaron las que son hoy las principales marcas nacionales, como Antares, que se incorporaron al mercado de manera muy fuerte", comenta quien fue uno de los pioneros en el rubro con su bar O\' Connell\'s.
"El crecimiento se viene dando de forma sostenida y va a seguir creciendo", apunta Pastor, para luego decir que "lo que se dio con el vino en un momento se está dando con la cerveza. El consumidor hoy tiene mayor conocimiento de lo que bebe. Es una transformación que también alcanzó a la coctelería y la gastronomía en general, que cambió mucho en la ciudad en 15 años".
De alguna manera el cliente creció junto al producto, y en ese ida y vuelta se fue ampliando la cultura cervecera, amoldando el paladar a sabores que antes no existían, en gran parte porque las marcas tradicionales se encargaron de ofrecer una variedad exigua. De a poco los brew pubs (que pueden definirse como un espacio donde se produce y vende una determinada marca de cerveza) fueron explicando de qué se trataba una IPA, una stout o una scotch. "El público está afinando el paladar, hemos aprendido en estos años que la cerveza no solo se acompaña con maní y que la temperatura para tomarla no siempre es la más baja", aportan desde Ouroburos, una marca local que por ahora solo comercializa en círculos cerrados (amigos, conocidos y familiares).
La retroalimentación entre fabricante y consumidor es más fácil en el cara a cara. Al menos así lo entiende Daniel Van Der Veen (33), uno de los titulares de Fenicia, el brew pub que funciona en Francia al 100. "Si no tenés el cliente en frente es muy difícil hacerle la venta. Es una gran ventaja ser un brew pub en ese sentido, porque podemos explicarle qué es lo que está tomando, de dónde viene", afirma.
Para Daniel, las diferencias de su producto (que prefiere llamarlo "elaborado con pasión" antes que "artesanal") con lo que ofrecen las grandes marcas es abismal, y por ello agradece que el consumo esté mutando. "El mundo se está dando cuenta de que nos están sirviendo un producto malo, sin sabor a nada, con el 99 por ciento de los recursos invertidos en marketing y el restante uno por ciento en distribución", opina categórico, al tiempo que detalla uno de los secretos mejor guardados de la cerveza artesanal: "Uno puede tomar 10 litros y al otro día no tener resaca", revela.
El presidente de Aehgar coincide en cuanto a la comparación de ambas cervezas, tanto por la calidad como por la variedad de productos que se ofrecen. "Las hay premium, pero el resto se reducen a un segmento muy reducido, son tan masivos que se venden como si fuera un vino standard", indica.
Federico, titular de Collins, agrega que al estar de moda, el efecto es que cada vez más gente se vuelque hacia esa moda. El éxito es tal que tras la inauguración de su primer local en 2014, para fines de este año ya serán cuatro los locales funcionando en paralelo: uno sobre Pellegrini, otro en avenida Francia (también abierto) y los restantes (cuyo corte de cintas será en los próximos meses) en Fisherton y Pichincha.
Otro de los espacios que abrirá en breve y seguirá acrecentando el movimiento cervecero local será el de la familia Saliba, creadores de la marca "Daniel O", que reformularán el comercio que supo ocupar Le Club Cocktail Bar en Brown al 3.000. Al ser consultados sobre cómo seguirá este fenómeno, todos coinciden que se trata de una tendencia que por ahora no encontró su techo, sino que por el contrario todavía existen lugares para seguir creciendo y público al que cautivar con nuevos sabores.
"Es un mercado muy incipiente, que tiene grandes posiblidades. Es algo muy lindo que los bares puedan producir su cerveza. Hasta te diría que los minimarkets van a tener una bebida propia. Si bien es una moda, no creo que sea pasajera", afirma el dueño de Collins.
Algunos cerveceros se entusiasman y desean llevar su marca a todos los espacios gastronómicos de la ciudad. Como Daniel, que sueña con que haya "una canilla de Fenicia en todos los bares y restaurantes de Rosario".

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