anuncio

anuncio

anuncio

anuncio

domingo, 22 de noviembre de 2015

Un Ballottage que dará certezas, pero abrirá muchas incógnitas en Santa Fe

El Ballottage tendrá un impacto no solo en la política nacional: puede trastocar el mapa local. En Santa Fe, donde por quinta vez más de 2,5 millones de ciudadanos concurren a las urnas este año, la transición de Antonio Bonfatti a Miguel Lifschitz del Poder Ejecutivo provincial va llegando a su final. Aquí el Frente Progresista observa con atención lo que suceda en este Ballottage. Aunque el socialismo se declaró prescindente de ambos postulantes (en la primera vuelta apoyaba a Margarita Stolbizer, que hace pocos días difundió una foto con Vidal), es más que sabido que los dirigentes del partido de la rosa ven con mejores ojos un gobierno del FPV que de Macri, que tuvo en las elecciones provinciales a Miguel Del Sel a menos de un punto y medio de arrebatarle la gobernación en las más que reñidas elecciones provinciales de junio.
Diario UNO | 
Un Ballottage que dará certezas, pero abrirá muchas incógnitas en Santa Fe
 Hace 21 años, cuando los constituyentes (entre ellos Cristina Fernández) daban forma en Santa Fe y Paraná a la instancia del balotaje en el marco de la reforma de la Carta Magna, las vidas de los postulantes de la histórica compulsa de hoy transitaban otros carriles. 
Mauricio Macri, hijo del magnate Franco, era por entonces presidente de la automotriz Sevel y estaba a solo un año de convertirse en presidente de Boca Juniors, plataforma de lanzamiento para todo lo que vino después. 
Daniel Scioli, por su parte, era presidente de la filial argentina de la empresa de electrodomésticos sueca Electrolux. A la par acumulaba títulos en la disciplina deportiva que lo tuvo como gran estrella internacional, incluso tras perder un brazo en un accidente: la motonáutica. Como Macri, proviene de una familia acaudalada: su padre José fue dueño de la cadena de electrodomésticos Casa Scioli, empresario que además fue propietario de Canal 9 entre los 70 y los 80. 
Ambos coinciden en algo indiscutible: pertenecieron al jet set de los 90. Hoy coincidirán en otro ámbito: cada una de las 94.955 mesas de votación de todo el país, con sus únicas dos boletas en el cuarto oscuro. 
Sin duda los años los han transformado y ambos son ahora dirigentes con oficio en tiempos de la “videopolítica”, tomando prestado el término acuñado por el italiano Giovanni Sartori. Macri, líder de un partido de centroderecha que emergió tras la crisis de 2001, hace ocho años que es jefe de Gobierno porteño, a la par de las dos presidencias de Cristina. Scioli, que comenzó en la política en 1997 como diputado menemista y luego fue funcionario duhaldista hasta terminar como compañero de fórmula de Néstor Kirchner en 2003, también hace ocho años que gobierna la provincia de Buenos Aires.
Los candidatos de Cambiemos y el Frente Para la Victoria llegan a esta inédita instancia electoral en la que pueden sufragar más de 32 millones de ciudadanos, tras haber superado las Paso (Scioli sin interna) y la primera vuelta, que tuvo como vencedor en los números al candidato del oficialismo con el 37,08% de los votos contra el 34,15% de Macri. Pero como la política no es matemática, quien salió fortalecido de esa elección fue el líder del PRO al haber superado hasta las expectativas más optimistas, y debilitado al gobernador bonaerense, que esperaba imponerse en el primer turno. 
Tras ese resultado, Scioli debió recalcular su estrategia y su discurso. Se mostró más confrontativo y atacó con dureza a Macri, acusándolo de pergeñar un ajuste económico que golpeará los bolsillos de las clases medias y bajas. Macri, en cambio, apostó a consolidar la línea previa: exhibirse confiado en el triunfo, como un líder abierto, que busca el diálogo y los consensos.
Hay otro punto en el que coinciden ambos: ninguno plantea con claridad cuáles serán las medidas que tomarán en caso de acceder a la presidencia para superar el parate que hoy sufre la economía argentina por múltiples factores, entre ellos la falta de inversión, la escasez de dólares, una inflación de entre 25% y 30% todos los años alentada por una emisión monetaria descontrolada como forma de financiación. La economía nacional hace cuatro años que no crece y por lo tanto tampoco genera empleos. Y quienes lo tienen, mes a mes ven reducirse su poder adquisitivo por un alza de precios que es otro impuesto al consumo, que no discrimina clases sociales y que obviamente golpea más en las personas con menos ingresos.
Tiempo nuevo
De lo que sí no quedan dudas es que tras la elección de hoy, comenzará a transitarse un nuevo tiempo político en el país. Primero porque no habrá un Kirchner en la Casa Rosada tras 12 años de hegemonía. Pero también porque el mapa del poder político quedó configurado de otro modo. La primera muestra de ello es el histórico triunfo de la macrista María Eugenia Vidal contra Aníbal Fernández, en lo que se erige quizás en el hecho político nacional más trascendental del último cuarto de siglo: el peronismo dejará de gobernar la provincia más grande tras 28 años. El último gobernador de otro color fue el radical Alejandro Armendariz, entre 1983 y 1987, por arrastre del fenómeno alfonsinista.
También hay una reconfiguración en el Congreso, sin una mayoría determinante en Diputados, lo que obligará a discutir y buscar acuerdos para cada una de las normas que se quieran sancionar. En el Senado el Frente Para la Victoria tendrá quórum propio (41 legisladores), siempre y cuando no se produzcan fracturas tras la elección de hoy.
En Santa Fe, donde por quinta vez más de 2,5 millones de ciudadanos concurren a las urnas este año, la transición de Antonio Bonfatti a Miguel Lifschitz del Poder Ejecutivo provincial va llegando a su final. Aquí el Frente Progresista observa con atención lo que suceda en este balotaje. Aunque el socialismo se declaró prescindente de ambos postulantes (en la primera vuelta apoyaba a Margarita Stolbizer, que hace pocos días difundió una foto con Vidal), es más que sabido que los dirigentes del partido de la rosa ven con mejores ojos un gobierno del FPV que de Macri, que tuvo en las elecciones provinciales a Miguel Del Sel a menos de un punto y medio de arrebatarle la gobernación en las más que reñidas elecciones provinciales de junio. 
Existe sintonía entre la gestión de Bonfatti y la de Sergio Berni, por ejemplo. Y se sabe que hubo contactos entre el sucesor socialista y el sciolismo, entre otras cosas para intentar allanarle el campo al diputado radical Maximiliano Pullaro, quien será el ministro de Seguridad provincial y deberá demostrar en poco tiempo si el saco para esa función tan sensible le queda grande o chico.
Parte de los aliados del socialismo en el Frente Progresista, esperan con otra expectativa este balotaje. Son los radicales que, alineados con el acuerdo firmado en Gualeguaychú por la conducción partidaria nacional, respaldan a Macri. A la cabeza de este apoyo van el intendente santafesino José Corral y su antecesor y diputado nacional, Mario Barletta. En el Grupo Universidad consideran que un triunfo de Macri pondrá en carrera a Corral para postularse a la gobernación en 2019, lo que sin dudas abriría una serie de interrogantes dentro del Frente Progresista.
En el peronismo provincial, en tanto, se espera la elección de hoy para determinar esencialmente si la atomización que predomina por falta de liderazgos claros da paso a una conducción que acerque posiciones que parecían irreductibles hasta las elecciones provinciales. Figuras como las de Omar Perotti o Silvina Frana, de grandes performances en los comicios provinciales y nacionales y que hoy son legisladores electos, en alguna medida han amalgamado voluntades pero resta saber si esa tendencia prevalecerá en el tiempo.
Esto es apenas una parte de las implicancias nacionales, provinciales y locales de los resultados de la cita con las urnas de hoy. 
Se abrirán muchos signos de interrogación, pero también se cerrarán otros, porque nada será igual después de que esta tarde los relojes marquen las 18.

No hay comentarios:

Publicar un comentario