La doctora en Microbiología Emilce Méndez describió la situación actual y brindó recomendaciones. Méndez advirtió que solo se deben usar antibióticos cuando es necesario y de forma adecuada.
Diario UNO |
Nos estamos quedando sin antibióticos para enfermedades que pueden ser graves. La humanidad se enfrenta a un desafío enorme si no toma medidas a tiempo y no se frena el consumo irracional de bactericidas. Un ejemplo claro es que ya casi no puede combatirse la gonorrea (enfermedad de trasmisión sexual) en algunos países”, alertó Emilce Méndez en diálogo con Diario UNO.
Ella es bioquímica, doctora en bacteriología, docente e investigadora de la UNL, y enfatizó la importancia de hacer un adecuado uso de antimicrobianos y los desafíos que representan las bacterias resistentes para la salud.
Usar antibióticos solo cuando es necesario y de modo adecuado es la consigna de Emilce Méndez, también exjefa del Laboratorio Central del Hospital Cullen.
La venta libre de antibióticos, el hábito de los pacientes de solicitar antimicrobianos más fuertes de los necesarios para obtener un efecto más rápido atentan contra la necesidad de establecer conductas de control para que las bacterias resistentes no se diseminen.
Méndez describió la lucha que desde hace décadas los microbiólogos mantienen con una bacteria: Staphylococcus aureus. Se trata de la responsable, por ejemplo, de las forunculitis y de muchas infecciones intranosocomiales que en Santa Fe ponen en riesgo cierto la vida de personas que pasan varios días internadas.
Por los años 40 del siglo pasado apareció la penicilina, y gracias a su llegada al mercado los Staphylococcus desaparecieron porque todos eran sensibles a ese antimicrobiano. “Pero diez años después ya el 80% o 90% se hizo resistente a ese antibiótico”, explicó.
Según contó, después aparecieron la cefalotina y el grupo de los aminoglucósidos y lograron combatir a los Staphylococcus, pero generaron la aparición de nuevas bacterias resistentes: bacilos gram negativos.
Ya en 1960 apareció la meticilina para poder tratar los Staphylococcus. Pero al año siguiente ya se encontraron S. aureus resistentes a la meticilina en ámbitos hospitalarios.
“El problema de esta bacteria es que no la podemos tratar con ninguna penicilina y hay que recurrir a la vancomicina que es un buen antibiótico si lo cuidamos, pero algo nefrotóxico”, señaló.
Entre la gente
En los 90 apareció un S. aureus que ya mostraba una sensibilidad disminuida a la vancomicina. Además, por ese entonces se detectaron infecciones provocadas por S. aureus resistente a la meticilina pero con la particularidad de que ya no se trataba de una infección hospitalaria sino adquirida en la comunidad.
“No se puede tratar con ninguna penicilina ni sus derivados y lo tenemos circulando en la comunidad”, destacó Méndez.
“En las primeras décadas de esta historia había pocas bacterias y pocas resistencias, y a partir de los años 80 tenemos muchos tipos de bacterias y altamente resistentes. Esto es lo alarmante y nos estamos quedando sin antibióticos”, reflexionó.
Para saber cómo elegir un antimicrobiano, Méndez destacó distintos factores a tener en cuenta. En primer lugar, el individuo que se está tratando “no es lo mismo si está en condición ambulatoria o internado, si es un niño, una embarazada o una persona sana con su sistema inmune intacto”, ilustró.
En segunda instancia hay que tener en cuenta al organismo que se va a tratar. “Siempre hay que usar un antibiótico de espectro corto, que actúe sobre el patógeno. Si usamos uno de amplio espectro también matamos a las bacterias que nos defienden”, acotó.
Finalmente, es necesario tener en consideración la sensibilidad de esa bacteria frente al antibiótico.
De acuerdo a los relevamientos que mantienen los investigadores en la zona, las infecciones respiratorias por neumococo que se encuentran en la región son sensibles a la amoxicilina, por lo que ese es el tratamiento adecuado.
Hay pacientes que piden a los médicos antibióticos más fuertes de los necesarios para curarse más rápido. “Así estamos ejerciendo una presión selectiva, matando a los sensibles y generando resistencias”, alertó Méndez.
Detectado en 2011
En Santa Fe, ya en ese año un equipo de microbiólogas de FBCB analizó 141 muestras de pacientes con Staphylococcus aureus meticilino-resistente (SAMR), tomadas del Hospital de Niños Alassia y Hospital Cullen de pacientes adultos.
“La SAMR es un patógeno histórico que se conoce desde 1880 y ha ido cambiando su agresividad y resistencia. Y eso es lo que nos interesa a nosotros, la vigilancia epidemiológica de la resistencia. Más aun ese año, en que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró de interés internacional la resistencia a antibióticos por el grave problema por el que estamos atravesando”, explicó Méndez en diálogo con Diario UNO.
En primer lugar, a partir de la pesquisa las investigadoras descubrieron que la bacteria SAMR, que antes circulaba en el medio hospitalario, ha trascendido las barreras del nosocomio y ahora se encuentra en la comunidad. Además, pudieron observar que esta bacteria no solo se había vuelto más resistente sino que también demostraba un alto grado de virulencia.
En todas las muestras, las investigadoras hallaron el denominado gen mec, que se encuentra vinculado con la meticilino resistencia. Por otra parte, la presencia del gen pvl que se dio en un 65% de las bacterias, da cuenta del alto grado de virulencia.
La microbióloga agregó en ese sentido: “La presencia del gen pvl en Staphylococcus aureus meticilino-resistente destruye a los leucocitos, que son los primeros soldaditos que salen a defendernos frente a cualquier infección”.
En tanto, el mecanismo de resistencia desarrollado por este microorganismo patógeno hace que los médicos, ante su presencia, no puedan utilizar ningún antibiótico de la familia de los betalactámicos, tales como la penicilina o la cefalosporina.
Entonces, hay que recurrir a otras opciones que son más invasivas y a veces a terapias endovenosas frente a una infección ambulatoria que, antes, se trataba con cefalexina, ahora, hay que recurrir a otras opciones o antibióticos que se usan en el medio hospitalario”, agregó Méndez.
Qué es la resistencia
Si bien las bacterias desarrollan mecanismos de supervivencia que las vuelven resistentes a los antibióticos de manera natural, existen prácticas y costumbres culturales que colaboran a fortalecerlas.
“La resistencia se da por la presión selectiva que algunos antibióticos ejercen sobre las bacterias. Se ha visto que bacterias, antes de la era antibiótica, ya tenían algunos mecanismos de resistencia pero no los expresaban”, explica Méndez.
Pero además, es fundamental el uso y abuso que la comunidad en general hace de los antibióticos. “Se toman tantos antibióticos que las bacterias empiezan a hacerse cada vez más resistentes y a veces hasta se mal usan porque las personas lo utilizan desconociendo si el proceso es causado por una bacteria o por un virus y este último no se trata con antibióticos”, concluyó la especialista.
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