La investigación desnudó las carencias de un asentamiento surgido de una ocupación de tierras, que hoy pide asistencia.
La Capital |
El barrio Resistencia se formó hace tres años en Villa G.obernador Gálvez tras la toma de terrenos. Es el más grande de estas características en la ciudad. Ocupa un sector periférico que nuclea a unas 220 familias, en la práctica más de mil seres humanos necesitados que viven en un radio de unas 16 manzanas. En el predio hay 317 terrenos y se pueden ver humildes viviendas de chapa y madera, y otras casas de material, la mayoría a medio terminar y casi todas con piso de tierra. En ese lugar, estudiantes de las Facultad de Medicina de Rosario hicieron un relevamiento y detectaron al menos 22 niños, sobre un total del 108, con problemas de desnutrición y bajo peso. Ayer LaCapital recorrió la zona, comprobó las graves carencias que padecen y habló con sus habitantes.
La mayoría son mujeres con varios hijos y sin pareja, todos apuestan a mejorar. Dicen que necesitan desde frazadas a leche y que reciben poca ayuda porque ocupan terrenos. Admiten la situación irregular en la que viven y piden al municipio regularizarla. Quieren mejorar y ofrecen aportar una parte de sus pocos pesos, cada uno según sus ingresos, para poder estar dentro de la ley.
Una de las vecinas que habló con este diario, María Laura Miranda, está a cargo del humilde comedor comunitario de San Martín y La Plata. Allí se les provee a las madres y a los chicos de alimentos básicos. "Aquí las necesidades son muchas y las ayudas, pocas. Cierto es que el municipio mensualmente nos da tres mil pesos para comida, pero es nada dividido entre 220 familias. No tenemos agua potable, salvo una cuba municipal, que viene una vez a la semana. Cuando llueve vienen los bomberos a ayudarnos porque se inunda todo, hace falta abrir zanjas que están tapadas a unas cuadras de aquí. Más de 70 centímetros sube el agua. También pedimos un medidor de luz comunitario para evitar enganchados. La copa de leche y una galletita por suerte no falta, pero sí otro tipo de alimentos, abrigos y poder mejorar los pisos de tierra", dice.
Mamá con chicos desnutridos. Valeria Toledo tiene cuatro hijos, uno de seis, otro de cuatro, y dos pequeños de 20 y cuatro meses, estos dos últimos estuvieron desnutridos. Incluso, el más bebé estuvo internado varias semanas en el hospital Centenario de Rosario hasta que recuperó peso y masa corporal. "Ahora le dieron de alta y está bien, pero había bajado mucho de peso. Había nacido con más de 4 kilos, anduvo bien, pero hace un mes tubo una broncoqueolitis y allí creo que decayó, yo no me había dado cuenta que estaba desnutrido, pero los médicos que lo trataron sí y dijeron que era un grado importante y que había bajado de peso y lo ayudaron a salir".
Liliana Grosso es otra mamá que tiene una criatura desnutrida. "Hace cuatro meses que llegué a vivir aquí, antes estaba en Rosario, a mi bebé le detectaron que estaba desnutrido. Tiene 14 meses y a penas pesa 10 kilos".
Las mamás agradecieron a los estudiantes de Medicina de Rosario que hicieron el relevamiento. "Les tomaban la medida de alto y el peso a nuestros hijos y así detectaron cómo estaban", dijeron. La mayoría de las madres, solas y con chicos pequeños, demostraron una voluntad inmensa de mejorar y manifestaron a este diario que "coraje sobra", pero que necesitan "ayuda para encarar la falta de agua y alimento para combatir el frío. Somos para muchos irregulares, pero somos más de mil seres humanos y carecemos de cosas vitales y las padecemos". Así de simple, así de fuerte.
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