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domingo, 1 de junio de 2014

Para Bulat el principal problema que se viene será el desempleo

En su paso por la ciudad, el economista dijo que el índice, que hoy está en 7,1%, a fin de año trepará al 10%. “A fin de año habrá cuatro millones de argentinos con problemas laborales serios”, afirmó.
Hipólito Ruiz / Diario UNO Santa Fe
Precios Cuidados. “Es una buena medida, pero no es un plan antiinflación”, dijo.

El miércoles pasado disertó en la ciudad, invitado por el grupo Sancor Seguros, el economista y periodista Tomás Bulat. En diálogo con Diario UNO repasó los principales temas de la economía nacional y también opinó sobre la relocalización del puerto de Santa Fe.
“El principal problema de la economía se llama inflación. Mientras eso no se resuelva, los problemas se van acumulando. Por qué tenemos un cepo cambiario, porque el dólar en 2010 subió un 4 por ciento y la inflación fue del 23 por ciento. En el 2011 subió 8 por ciento y la inflación fue del 25. Por eso el dólar quedó barato y la gente lo compraba. Entonces no se bajó la inflación y prohibieron comprarlo. Eso también hizo que bajen las inversiones, porque después no podían sacar los dólares; y cuando hay menos inversión, hay menos producción y cuando eso cae, también baja el empleo. Entramos en un círculo del que no podemos salir. Para romper con eso hay que ver cuál es el mal. Hay que bajar la inflación”, aseguró.
—¿Cuál es su receta?
—Yo tengo otra pregunta: ¿Es un problema tener inflación? Para usted, sí; para mí, sí; para el gobierno, no. El Gobierno está reconociendo la inflación, es un paso. El punto número dos es pensar que la inflación es algo malo, pero el Gobierno piensa que la inflación no es algo malo.
—¿Por qué?
—Esto lo deberían responder ellos, pero lo que están diciendo es que es culpa de los empresarios que suben los precios y se arma toda una lógica del capital concentrado y la inflación es culpa de otro.
—¿Pero por qué usted dice que el gobierno cree que la inflación no es mala?
—Porque paralelamente a la suba de precios también suben los salarios. Pero eso es mentira. La inflación es un problemón. ¿Cuántos países tienen inflación? Cuatro: Venezuela, Sudán, Zimbabwe y Argentina. Si la inflación fuese buena Estados Unidos y China tendrían inflación, pero no la tienen porque es mala para la economía, te la deshace. Para bajar la inflación en el corto plazo hay que tomar decisiones complicadas, y el Gobierno no lo va a hacer. Entre ellas hay que bajar el gasto público. Como eso no lo va a hacer, la inflación va a seguir alta y los problemas van a ser grandes.
Luego agregó: “El nivel de actividad es el segundo problema. Pero lo que más me preocupa para el segundo semestre del año es el desempleo. Creo que la pérdida de empleo va a ser importante. No tanto en las grandes empresas, sino en las chicas, en las que no son noticia. En el sector automotriz por cada empleo que tiene una terminal grande, hay 3,7 empleos en la cadena que forman concesionarios, autopartistas, entre otros. Cuando empiezan las suspensiones arriba, si duran mucho tiempo, ya empezó el desempleo abajo. Por eso lo que más me preocupa es el desempleo de las pyme”.
—¿Cuáles son las proyecciones porcentuales para finales de 2014?
—El desempleo que midió el Indec en 7,1 por ciento, más allá de las sensaciones que uno tenga, va a terminar arriba del 10 por ciento, pero muy tranquilo. Si tenemos un 10 por ciento de desempleo, más un 10 por ciento de subempleo, tenemos un 20 por ciento de la población económicamente activa con problemas laborales serios. De 20 millones de personas, habrá cuatro millones que van a tener problemas serios de empleo. Después hay que sumar a los trabajadores que están en negro, eso es otro tanto.
—¿Cree que la proximidad de un año electoral tan importante puede hacer que el Gobierno implemente herramientas que no permitan que se generen estos problemas?
—No creo. La principal restricción que tiene el Gobierno son los dólares y si no los consigue, más vale que le vaya bien con la Corte Suprema de Estados Unidos y no lo deje en default; que le vaya bien con el Club de París –la entrevista se realizó 24 horas antes del acuerdo–, pero además tiene que salir a colocar plata. Si no logra que vengan inversiones con muchos dólares, no va a poder hacer eso. Si promovemos el consumo interno, que es gastador de dólares, tenemos un problemón. Aun el año pasado el Gobierno decidió liquidar reservas para mantener la actividad económica. Cuando empezó 2013 había 40 mil millones de reservas y terminamos ese año con 28 mil millones. Este año no podemos volver a gastar 12 mil millones de dólares. Por eso pregunto de dónde van a salir los dólares. No hay que esperar en este modelo una recuperación para el año que viene.
“Por eso hay que tener un plan antiinflacionario. Hay que decir qué se va a hacer con el gasto público y cómo se va a financiar eso. Esto es como una familia. Si uno quiere gastar mucho, perfecto. El tema es que nadie te quiere dar un peso. Los trabajadores no quieren que le saquen más del impuesto a las ganancias. La pyme quiere que paren de ponerle impuestos. No quieren que el Estado les siga sacando dinero y por eso hay que reducir el gasto público. Ergo hay que tener una política monetaria distinta, emitir menos para que no haya expectativas de inflación. También hay que regular las políticas de ingreso que es cuánto crecen los salarios y la rentabilidad. Además, hay que decir qué se hace con el tipo de cambio. Todo eso debe ser un plan conjunto, coherente y ordenado. Eso este Gobierno no lo va a hacer”, sentenció.
—¿Cuánto influyen los grupos económicos concentrados en la inflación?
—La inflación no es un problema de tener grupos concentrados o no. Si yo subiendo los precios gano plata siempre, los precios no dejarían de subir. Pero cuando eso sucede la gente no compra, aunque haya un solo oferente. Si pongo el litro de leche a 500 pesos, quién lo compra. Hay que entender que en el capitalismo gana el que vende más, no el que compra más. Eso marca que la competencia es importante, sobre todo en un mercado chico como el de la Argentina.
—Pero cuando el pan casi duplicó su precio se habló de que se debía a una concentración del mercado, ¿eso no es así?
—En el trigo hay muchos productores y cinco exportadores. Pero como ahora no se puede exportar, no es relevante.
—El problema estaba con los molinos.
—Debe haber 14 molinos en el país. Tenían la harina congelada y les daban subsidios. No se entiende bien lo que pasaba. En una economía siempre hay que tratar de defender la competencia. Si en una economía chica como la Argentina se prohíbe la competencia externa, obviamente que se logra concentrarla. Desde que Moreno (Guillermo, ex secretario de Comercio Interior) intervino con los supermercados y se empezaron a controlar los precios, cuántos supermercados se abrieron. Ninguno, porque como está regulado ninguno que está afuera puede entrar y los de adentro dicen: «Ya está muchachos, somos nosotros». La mejor manera de molestar a los supermercadistas es permitiendo la competencia externa. Se necesitan algunas regulaciones, controles y un marco, pero lo que siempre tiene que estar latente es el temor de que pueda entrar otro. Si se les garantiza que el mercado está acotado, tendrán que soportar a un Moreno que los llame por teléfono, pero tienen garantizado que nadie va a entrar a competir.
“Por eso –continuó– digo que se necesita un plan antiinflación. Los Precios Cuidados es una buena medida. ¿Es un plan antiinflacionario? Ni ahí. El impacto que tiene en mi vida lo veo cuando saco las cosas del changuito y si la mitad son de Precios Cuidados el impacto es importante. Si sólo son cuatro productos, es insignificante. Es una opción más, pero no es un plan antiinflacionario”.
—Por último, ¿qué impacto puede tener en Santa Fe la relocalización de su puerto?
—Eso es fundamental. La relocalización de un puerto tiene dos partes: en primer lugar, la creación del nuevo con todo lo que eso significa. Lo que normalmente se hacía era hacer un puerto y las ciudades empezaban a crecer atrás. Después la ciudad crecía mucho y el puerto no, entonces quedaba encerrado y no era práctico porque entraban camiones, el tránsito era un desastre. El puerto nuevo te permite llevarte todo el flujo comercial por ese lado y, por otra parte, revalorizar la zona del puerto viejo, tal como sucedió en Buenos Aires, en Rosario y en Nueva York. Por eso digo que la relocalización del puerto tiene un impacto fenomenal. Porque promueve inversiones, vuelve más eficiente y competitivo al puerto y en la ciudad se revaloriza mucho la zona portuaria vieja. Por eso el efecto es doble. Sé que Santa Fe hace rato que quiere relocalizarlo y espero que lo logre rápido.

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