Colón nunca se da por vencido. Pese a que desperdició un penal y estaba abajo en el marcador por el tanto de Rodrigo Depetris (ST 6’), fue al frente y, de la mano de Gabriel Graciani (ST 16’), estampó el 1-1 final frente a Atlético de Rafaela, para quedar en el umbral de salvar la categoría.
Era una de las tantas y duras finales. Por consiguiente, el objetivo del Sabalero no modificó su tesitura, donde sumar es lo primero que se impone ante cualquier circunstancia y, si luego se puede, ganar. Es verdad que el presente de La Crema no era el mejor, porque llegaba golpeado y con su entrenador en la cuerda floja. De todas maneras no era de fiar, ya que jugaba con la fuerza de su gente, lo que hacía doblemente complicada la historia.
Fiel a su habitual repertorio, el Rojinegro se plantó en campo propio dejándole la iniciativa a su rival, que monopolizó el balón durante la mayor parte del encuentro. A diferencia de veces anteriores, al elenco de Osella le tocaba también lidiar con las reducidas dimensiones del campo, factor que atentó con el juego de apostar al pelotazo para Luque y Graciani, que prácticamente pasaron desapercibidos por las bandas. Los de Burruchaga, pese a tener la bola, no lograban romper el cerrojo defensivo santafesino, que todo el tiempo se mostró firme, pese a que Eluchans encontró resquicios por el sector de Castillo para inquietar.
Cuando no pasaba nada, Gerónimo Poblete rompió línea media y probó con un remate lejano, pero su envío fue más un drop de rugby (muy por encima del travesaño) que una situación de riesgo para el arco de Conde. Así y todo, ése fue el preludio de lo que vendría después a los 34’, cuando Alario la ganó en el área y fue derribado por Bovaglio, para que Diego Abal cobre penal. El encargado de tomar la pena máxima fue Jacobo Mansilla, pero su tiro fue desviado por el golero rafaelino, que le ahogó el grito al primer festejo de la tarde.
Colón sintió el golpe y Atlético intentó llevárselo por delante. A los 45’ Albertengo obligó a una notable reacción de Montoya, que la mandó al tiro de esquina. De esta manera se extinguieron los 45’ iniciales, con un justo 0-0 parcial por lo que había sido el trámite, pero con un sabor amargo para Colón, que tuvo la chance de ponerse al frente y así ensayar su mejor repertorio, el de esperar y contragolpear.
Se repuso del golpe
El empate no dejaba de ser un buen resultado para el Rojinegro, que carecía de volumen de juego. Pero el trámite dio un vuelco imprevisto cuando a los 6’ el Polaco Bastía agarró la lanza y, al mejor estilo de un wing, sacó un centro fenomenal con zurda (es derecho) para que Depetris ajusticie a Montoya y ponga a Rafaela arriba en el marcador por 1-0. Igualmente, eso motivó a que Colón tomara impulso para ir al frente y, de golpe y porrazo, llegó a la igualdad a través de Graciani (tiene cinco goles en el certamen), que capitalizó una formidable asistencia de Alario cerca del área chica. Así la tónica volvía como al principio.
El duelo creció en emotividad, ya que ambos se prodigaron en pos de ir por los tres puntos con un ida y vuelta constante. Burruchaga no quiso saber nada con el empate y mandó a la cancha a Federico González y Marcos Figueroa para poner tres puntas. El Sabalero regresó al plan de contragolpear, manteniendo el orden y, si era necesario, revolearla para no padecer complicaciones.
Con las cartas echadas, Osella ya había metido mano en el equipo (Gandín y Sosa) para ganar en frescura y poner el juego en el congelador, habida cuenta del asedio constante al que era sometido por el dueño de casa, que así y todo no le hacía pasar sobresaltos. Igualmente, el DT Sabalero era una máquina de dar indicaciones; cómo será que mandó al césped a Marcos Fernández en lugar de Sosa (sólo jugó algunos minutos), que no estaba cumpliendo el rol que se le encomendó.
El tiempo se extinguió con el 1-1 final. Colón atesoró un nuevo punto a su promedio y su sueño de salvar la categoría está más cerca que nunca. Y pese a que las chances de pelear el título aún perduran, da la sensación que esa utópica meta ya quedó en el olvido.
DIARIO UNO.
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