Sostiene que los trabajadores deben luchar por mantener sus salarios. Pero que no deben caer en las trampas de “los formadores de precios”. Admite “errores” en subsidios e Indec. “Grandes y poderosos grupos económicos llevaron a una política que significó tener que devaluar, como mal menor”, sostuvo el dirigente de la central aliada al gobierno.
El Litoral |
Tras hablar sobre “los desafíos que enfrenta el movimiento obrero” y de la situación nacional que tenían previsto abordar secretarios generales de gremios que forman la CTA de los trabajadores, su titular Hugo Yasky respondió a preguntas de periodistas de Santa Fe.
—Es paradójico: ustedes apoyan al modelo, pero del gobierno nacional reciben una oferta salarial pobre para los maestros.
—Lo vivimos como un episodio, en el que debemos confrontar para sostener un mandato que no sólo es del gremio docente, sino de la Central de Trabajadores Argentinos: mantener el poder adquisitivo de los salarios sin que esto signifique el traslado a los precios.
El país fue empujado a un escenario en el que la devaluación terminó siendo casi la única salida. Queremos una fuerte recomposición del salario y políticas públicas para sostener un esquema en el que los precios no se eleven a unos niveles que nos empujen después a más reclamos, y a jugar con los personeros de la devaluación que dicen que si no hay un fuerte ajuste, en tres meses se viene otra devaluación.
Por eso nosotros debemos tener un equilibrio muy difícil y después de la devaluación recuperar el poder adquisitivo del salario. Nuestro mandato es defender salarios sin que esto signifique traslado a los precios.
No vamos a aceptar, en ningún caso, y tampoco en el de los docentes, retraer los salarios. Sería entrar en un esquema ortodoxo de ajuste de la economía.
Vivimos esta confrontación como un episodio que no nos quita del camino de defender el proyecto nacional, el papel del Estado la distribución de la riqueza, las paritarias libres y la revitalización del movimiento sindical.
—¿No hubo ninguna responsabilidad del gobierno nacional en la devaluación?
—Creo que se le pueden señalar al gobierno nacional distintos tipos de errores y de críticas. Por ejemplo, el manejo del Indec: la realidad demostró que lo que nosotros reclamábamos, transparentar las cuentas públicas, nos termino dando la razón. En el terreno económico, si uno puede señalar algún yerro esto tiene que ver con la política de subsidios y de haber retardado la posibilidad de pasarles el “peine fino”, hay sectores que los tienen y eso no se justifica. Pero está claro que, tal como en otros países de la región, grandes y poderosos grupos económicos llevaron a una política que significó tener que devaluar, como mal menor frente a las corridas cambiarias y los intereses especulativos.
Lo reconocen hasta los operadores del mercado, que hubo golpes especulativos. Y el asedio se sintió sobre todo en los últimos dos meses.
Para que esto no termine siendo el primer ajuste ortodoxo del 2003 a la fecha hay que sostener la capacidad adquisitiva de los salarios. Hay que generar una política que permita eficaces controles sobre los aumentos de los precios, porque creo que la jugada de los formadores de precios -empresas multinacionales- es propiciar un nuevo escenario devaluatorio.
Generar condiciones para que tengamos que devaluar nuevamente. Van a decir, otra vez, que el dólar está atrasado.
—Es paradójico: ustedes apoyan al modelo, pero del gobierno nacional reciben una oferta salarial pobre para los maestros.
—Lo vivimos como un episodio, en el que debemos confrontar para sostener un mandato que no sólo es del gremio docente, sino de la Central de Trabajadores Argentinos: mantener el poder adquisitivo de los salarios sin que esto signifique el traslado a los precios.
El país fue empujado a un escenario en el que la devaluación terminó siendo casi la única salida. Queremos una fuerte recomposición del salario y políticas públicas para sostener un esquema en el que los precios no se eleven a unos niveles que nos empujen después a más reclamos, y a jugar con los personeros de la devaluación que dicen que si no hay un fuerte ajuste, en tres meses se viene otra devaluación.
Por eso nosotros debemos tener un equilibrio muy difícil y después de la devaluación recuperar el poder adquisitivo del salario. Nuestro mandato es defender salarios sin que esto signifique traslado a los precios.
No vamos a aceptar, en ningún caso, y tampoco en el de los docentes, retraer los salarios. Sería entrar en un esquema ortodoxo de ajuste de la economía.
Vivimos esta confrontación como un episodio que no nos quita del camino de defender el proyecto nacional, el papel del Estado la distribución de la riqueza, las paritarias libres y la revitalización del movimiento sindical.
—¿No hubo ninguna responsabilidad del gobierno nacional en la devaluación?
—Creo que se le pueden señalar al gobierno nacional distintos tipos de errores y de críticas. Por ejemplo, el manejo del Indec: la realidad demostró que lo que nosotros reclamábamos, transparentar las cuentas públicas, nos termino dando la razón. En el terreno económico, si uno puede señalar algún yerro esto tiene que ver con la política de subsidios y de haber retardado la posibilidad de pasarles el “peine fino”, hay sectores que los tienen y eso no se justifica. Pero está claro que, tal como en otros países de la región, grandes y poderosos grupos económicos llevaron a una política que significó tener que devaluar, como mal menor frente a las corridas cambiarias y los intereses especulativos.
Lo reconocen hasta los operadores del mercado, que hubo golpes especulativos. Y el asedio se sintió sobre todo en los últimos dos meses.
Para que esto no termine siendo el primer ajuste ortodoxo del 2003 a la fecha hay que sostener la capacidad adquisitiva de los salarios. Hay que generar una política que permita eficaces controles sobre los aumentos de los precios, porque creo que la jugada de los formadores de precios -empresas multinacionales- es propiciar un nuevo escenario devaluatorio.
Generar condiciones para que tengamos que devaluar nuevamente. Van a decir, otra vez, que el dólar está atrasado.

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