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lunes, 10 de febrero de 2014

Yo mando en mi vida-Otra nueva columna, en este caso, de la profesional Alejandra Stamateas

Otra nueva columna, en este caso, de la profesional Alejandra Stamateas, en especial para el Suplemento Ser UN@. ¡No te la pierdas!, leela acá


Lamentablemente, en la actualidad se vive en un clima de violencia permanente que cada día involucra a más ámbitos. En gran medida esto se debe a que muchas personas confunden “establecer límites” con “violencia”. Es importante que sepamos que antes de ponerles un freno a los demás necesitamos aprender a establecernos límites a nosotras mismas. De esta manera le estarás mostrando a la gente de qué manera te tienen que tratar. Si, por ejemplo, dejás de consumir determinada comida porque no es buena para tu salud, el mensaje que estás dando es: “Me estoy cuidando porque mi cuerpo es valioso”. Al considerarte una persona con valor le estás diciendo al otro que te trate bien.


Algunas personas creen que porque alguna vez han permitido algo en su vida lo tienen que seguir permitiendo siempre. Dicen: “Si yo no puse el límite antes, ahora ya no puedo hacerlo”. Y cada vez que no se establecen límites para uno o para los demás se activa internamente un código de sumisión que consta de algunos síntomas que voy a mencionar a continuación:


Sentirse insignificante: este síntoma es propio de aquellas personas que nunca pueden regalarse algo a ellas mismas. Cuando logran algo, el éxito siempre se lo atribuyen a otros porque son incapaces de felicitarse a sí mismas. Además limitan negativamente su vida. Por ejemplo, cuando reciben un regalo valioso dicen: “Mejor se lo doy a otra persona. Si yo no suelo salir a ningún lado, ¿cuándo lo voy a usar?”. Por lo general, como estas personas no pueden poner límites, se terminan quedando siempre con la peor parte. Por ejemplo, en una reunión de amigos no soportarían servirse café en la taza más grande, ya que sienten que son insignificantes y que lo mejor siempre debe ser para los demás.


Ceder siempre ante los demás: la gente que no sabe poner límites pasa todo el tiempo cediendo terreno a los demás. Eso se debe en gran parte a que no saben negociar y a que no tienen en claro hacia dónde va su vida. Estas personas suelen dar siempre más información de la que se les pide. Por ejemplo, si a la hora de hacer un trámite les piden el número de documento, no sólo le brindan ese dato, sino que además informan su estado civil, la composición de su familia y hasta el sueldo que ganan. Ciertamente, tienen una gran dificultad para diferenciar entre la vida púbica y la vida privada. Dicho de otro modo, no saben distinguir aquellas cosas que uno le puede contar a todo el mundo y aquéllas en las que hay que ser reservado porque forman parte de la intimidad.


Construir límites falsos: muchas personas creen que ponen límites, pero en realidad se trata de límites falsos. Tal es el caso de la madre que les grita a sus hijos para demostrar su autoridad, pero a los dos días deja de hacerlo y la casa se transforma nuevamente en un desorden. Al no establecer un límite verdadero, aunque griten o se enojen, los demás no van a respetar a estas personas.


¿Qué necesitás entonces para poner límites?
1. Determinación. Una persona es determinada cuando está convencida de lo que quiere lograr en la vida, sabe lo que es bueno para ella y le pone límites a lo malo.


2. Estar al mando. ¿Quién es la persona que más sabe de tu vida? Vos, porque sos quien más tiempo conviviste con vos misma y por ende, conocés a fondo tanto tus capacidades como tus defectos. Cada vez que delegues en otro lo que sabés hacer porque creés que es mejor que vos, te van a manipular. ¡Recordá que sos vos la que debe estar al mando! Claro que podés recibir ayuda, pero eso no significa que tengas que delegar ni entregar tu vida a nadie.


3. No ceder terreno. No le des al otro lo que es tuyo, luchaste por ello y solo te perteneces a vos.


Para lograr estar al mando de nuestras vidas es esencial tener en cuenta que cuando no establecés límites los demás avanzan sobre tu territorio, tu cuerpo, tus emociones y tus proyectos. Para evitar que eso suceda y que el otro consuma toda tu vida recordá que la única que puede dirigir tu vida sos vos misma. Establecer límites y hacernos respetar es nuestro derecho.
Diario Uno.

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