El partido se apagó en el complemento. El punto le sirve al canalla en todo sentido, aunque Russo se fue con mucho trabajo para esta semana corta, en especial para corregir desacoples defensivos y reactivar el mediocampo.
.La Capital |
La gran expectativa de la tarde sobre el gran partido que se intuía en Arroyito se fue esfumando a medida que se consumieron los 90 minutos. Tanto Central como River venían de ganar en el debut y por eso estaba la ilusión de que sería un choque con muchas emociones y equipos que buscarían la victoria hasta las últimas consecuencias. Pero cuando Fernando Rapallini decretó el final la sensación general fue que todo se quedó en las buenas intenciones, que sólo en pasajes del primer tiempo subió el ritmo de la adrenalina futbolística y que todo el complemento estuvo prácticamente de más. Igualmente Central que había arrancado perdiendo desde el vestuario tras una contra ingenua que capitalizó Manuel Lanzini, terminó reaccionando empujado por la intensidad de un aplicado Hernán Encina, que le puso la pelota en la cabeza al Chino Luna para que sobre la media hora estampe el 1 a 1, que luego fue inmodificable. El punto le sirve al canalla en todo sentido, aunque Russo se fue con mucho trabajo para esta semana corta, en especial para corregir desacoples defensivos y reactivar en el mediocampo un circuito futbolístico que ayer no engranó nunca. Siempre es bueno no perder con River, aunque la sensación final fue que Central jamás se terminó de acomodar en el partido y por eso la victoria siempre le quedó lejos.
Central fue demasiado impreciso en casi toda la tarde, le costó horrores llegar tocando al área millonaria y encima tuvo algunos desacoples en el retroceso que encendieron la alarma de entrada nomás. Porque le regaló el gol a River a los 3 minutos, cuando se durmió a la salida de un córner a favor y Lanzini terminó hundiendo con categoría la pelota en el arco de Caranta. Un golpe duro, que el canalla acusó y lo desorientó varios minutos.
Llegó la reacción de la mano de un Sapito Encina que fue el abanderado en la entrega y la combatividad. Ganó casi todas las divididas, exigió por derecha y fue el autor intelectual del empate canalla. No había luces en Central y el Sapito se cruzó de carril para lanzar desde la izquierda una bocha preciosa que iluminó al Gigante. Se elevó Luna en el área de Regatas y metió un cabezazo de manual para estampar el 1 a 1. Fue un salto limpito y goleador del Chino Luna, que se amigó con la red tras 480 minutos en cancha (ver página 4). Enseguida Gonzalo Castillejos aprovechó una mala salida de Leonardo Ponzio, pero perdió un duelo mano a mano increíble ante Barovero, que le atragantó el grito al Gigante.
El segundo tiempo fue pobrísimo. Mal jugado, sin emociones frente a los arcos y con la sensación de conformismo en ambos bandos. Cada minuto que pasaba agigantaba la figura del empate. Ninguno se animaba a arriesgar. El miedo al error ante la imprecisión general acomodaba a los defensores cada vez más cerca de sus arqueros.
Así el protagonista del complemento fue un perrito juguetón, que sobre la media hora recorrió por varios minutos el césped del Gigante, lo que obligó al árbitro a detener el partido. Nadie podía sacarlo del rectángulo de juego hasta que Jesús Méndez fue astuto para abrazarlo y dárselo a un colaborador para que lo retirara. Fue el toque simpático en un partido donde ya no pasaba nada. Y la gente aplaudió al can y sus travesuras.
Como postal del final quedó apenas la expulsión de Paulo Ferrari y la espera sin emociones para que concluya el encuentro. El partido amagó a ser de ida y vuelta, pero nunca se terminó de armar. Central al menos logró remontar la desventaja inicial y eso es positivo en su objetivo de sumar cada fin de semana.
Así Central salió parado ante un rival que llegó envuelto por el marketing de ser candidato. A veces el fútbol promete mucho y luego se concreta poquito. Eso ocurrió ayer en el Gigante. Un 1 a 1 que entró en el archivo rápido, con dos lindos goles y poco más para destacar.
Un gran marco para el debut en el Gigante
El debut de Central en condición de local generó una gran expectativa en los hinchas que colmaron cada rincón del Gigante de Arroyito. En un presente donde hay muchas canchas con restricciones de público por diferentes sanciones, el estadio auriazul volvió a tener un marco espectacular. Más allá del bono, los simpatizantes dijeron presente para apoyar al equipo de Miguel Angel Russo, que venía de vencer en el debut a Quilmes.
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