En tres o cuatro meses, la emblemática fachada de la iglesia Nuestra Señora del Perpetuo Socorro (Alberdi 580) recobrará el esplendor de otros tiempos. Para llegar a esa meta, hace 45 días una empresa especializada en restauración montó una jaula de andamios de 47 metros de altura, donde diestros operarios trabajan para recuperar cada uno de los elementos característicos del edificio: la aguda torre, los rosetones con aires góticos y cada uno de los relieves que ornamentan el frente del templo, inaugurado en 1929 y desde entonces a cargo de la congregación redentorista.
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Las tareas forman parte de un proyecto de restauración definido y controlado por el Programa Municipal de Preservación y Rehabilitación del Patrimonio, en el que se invertirá más de un millón de pesos. La primera etapa de las obras, por 750 mil pesos, es íntegramente solventada por el municipio, mientras que a la segunda, por 280 mil pesos, la sufragará el gobierno provincial.
Antes de conseguir el paraguas protector del Estado, el actual párroco del Perpetuo Socorro, Fernando Belloc, tocó muchas puertas en busca de ayuda para afrontar la restauración de la iglesia ante el peligro que representaba el frecuente desprendimiento de grandes fragmentos de mampostería.
No fue el primero. En una nota del 2003, LaCapital daba cuenta ya de graves deterioros en el templo: grietas, humedades y caída de revoque y trozos de las torrecillas desde 50 metros. A tanto llegó por entonces el temor al desplome de material que quien era párroco en ese momento, el padre Silvio Bisi, decidió silenciar las campanas (ver recuadro).
Pero aunque se fueron poniendo parches y realizando trabajos menores para contener los daños (la caída de materiales llegó incluso a perforar la malla de contención dispuesta para reducir riesgos), recién una década más tarde se logró someter al menos a una parte importante del templo a una intervención de jerarquía.
La coordinadora del Programa de Preservación, Mariel Santos (a cargo de las obras junto a Gustavo Fernetti por parte del municipio), explicó ayer que la decisión de sufragar la totalidad de la primera etapa de las obras se tomó tras constatar que la propia parroquia ya venía realizando trabajos de mantenimiento y restauración en distintos sectores, pero carecía de capacidad para encararlos sobre la fachada, una tarea de alto costo en gran medida por los andamios necesarios para hacerla.
De hecho, de los 750 mil pesos aportados por la Municipalidad, el alquiler de los andamios que por estos días rodean toda la torre por avenida Alberdi insume 350 mil, casi la mitad.
Uno de los titulares de la firma Imper-Cober (que ganó la licitación de las obras), Omar Lores, explicó que el trabajo de "rehabilitación de toda la piel" de la iglesia está en manos de obreros formados especialmente y que "llevan años" en esas tareas. De hecho, la misma empresa ya se encargó de restaurar el bar Victoria (Jujuy y Oroño), el frente del colegio La Salle (Mendoza 444) y la casa Censi (Santa Fe al 1200).
La obra incluye limpieza por hidrolavado y cepillado, arreglo de grietas y fisuras, reposición de relieves faltantes (por molde y modelado directo), recuperación de ornamentaciones, líneas y molduras deterioradas, consolidación de revoques y análisis del material de frente original (que realiza un laboratorio especializado) para poder elaborar uno similar que luego se esparce mediante pistola a presión.
Del cielo a la tierra. Después de bajar más de 40 metros de andamio hasta el nivel del suelo, el albañil encargado, Iván Rodríguez, le contó a este diario que el proceso se llama "velado" y busca recuperar la "textura original" del frente.
Iván se mostró orgulloso del trabajo que hace junto a otros seis compañeros. "Es muy lindo ver cómo se puede recuperar una cosa antigua de 80, 100 años o más —dijo, sobre todo siendo una iglesia...". Y como si la satisfacción fuera poca, se trata de un trabajo "que además se cobra bien", explicó a su vez Lores.
La segunda etapa permitirá avanzar sobre las alas laterales de la fachada, el núcleo de dos salas bajas que da sobre Alberdi y la pintura de toda la cubierta de la iglesia —hoy francamente oxidada— con material anticorrosivo.
También Lores dijo sentir "orgullo" por la ejecución de ese tipo de obra, más tratándose de la parroquia de su barrio (lo que se dice todo un clásico de Arroyito) y de la que también signó su infancia.
"Ciertamente es un muy buen ejemplo arquitectónico, un edificio emblemático que tiene perspectiva, ubicado en una esquina y con retiro", aseguró la arquitecta Santos. Y aunque la iglesia que se ganó la fama de "gótica" tiene estrictamente bastante poco de ese estilo medieval, no cabe duda de que es parte inconfundible del paisaje rosarino.
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