domingo, 21 de julio de 2013

'El secularismo privó a los jóvenes del mensaje de Cristo'

El padre Alejandro Russo, rector de la Catedral de la Ciudad de Buenos Aires, cuenta que el Papa dijo a la juventud que “asociarse a Cristo es remar contra la corriente”. No cree que Bergoglio venga pronto al país y explica por qué.
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'El secularismo privó a los jóvenes del mensaje de Cristo'

 En diálogo con Infobae, en vísperas de lallegada de Francisco a Brasil, el religioso, que también es secretario ejecutivo de la Vicaría Episcopal de Pastoral, admitió que “el secularismo y el relativismo de hoy provienen de una flojedad de la Iglesia en la difusión del mensaje”.
Pese a las dificultades que los jóvenes pueden tener, en este contexto, para tomar contacto con la fe, el padre Russo constata un renacer del interés a partir de la consagración de Jorge Bergoglio como Papa. Sin embargo, advierte que la tarea pastoral, por tener que ver con lo trascendente y espiritual no puede ser programada racionalmente, sino que tiene mucho de espontáneo, de imprevisible. Como la elección de Francisco, ejemplifica, que fue un verdadero milagro.

¿Encuentran los jóvenes en la Iglesia respuesta a sus inquietudes trascendentales?
Los jóvenes buscan respuestas pero el secularismo hizo estragos, hizo que el mensaje de Cristo esté completamente ausente de los lugares en los que los jóvenes desarrollan su vida. El Papa llama a salir a las periferias existenciales y geográficas del mundo y ése es un gran desafío para la Iglesia, porque una cosa es pensar que hay que hacerlo y otra realizarlo. La tarea pastoral, al ser algo relacionado al contacto con Dios tiene mucho de espontáneo, no puede programarse.
¿Cómo se hace entonces?
Bueno, no quiere decir que no haya que planificar, organizar. De hecho, las Jornadas Mundiales de la Juventud, por el hecho de reunir a tantos jóvenes que han encontrado respuesta en la fe, se convierten en un signo, un testimonio vivo. Pero las cosas de la Pastoral no todas pueden ser programadas. Por ejemplo, esto que pasó, la elección de un Papa que de pronto cambió la imagen de la Iglesia, no fue programado. La presencia de Dios, la acción de Dios en el mundo, no puede ser una técnica, es algo milagroso.
Una vez le preguntaron a Bergoglio cómo evangelizar. Y él dijo que, cuando se promulgó elEdicto de Milán que consagraba la libertad religiosa en el Imperio Romano, el cristianismo ya estaba difundido: de persona a persona, de boca en boca. No se puede pretender que haya una metodología de máquina, automatizada, es la espontaneidad del corazón lo que rige esto.
El Papa habla todo el tiempo de la necesidad de “salir” al mundo. ¿Está encerrada en sí misma la Iglesia?
Esto no es un mal de estos años, es un mal de los 60, 70 y 80. En los 70 hubo un anquilosamiento elitista. El secularismo y el relativismo actuales provienen de una flojedad de la Iglesia en la difusión del mensaje. Pero ese problema se está revirtiendo. De hecho, en la diócesis de Buenos Aires hubo una gran reversión desde la llegada de Jorge Bergoglio al Arzobispado.
En un contexto de tanta laicización, ¿es difícil para los jóvenes en particular profesar la fe?
Cuando el Santo Padre confirmó a varios jóvenes de todo el mundo que viajaron a Roma, hace poco, en abril pasado, les advirtió que asociarse a Cristo era ir contra la corriente. Pero esto es algo casi tan viejo como la propia Iglesia.
¿Qué buscan cuando se acercan a la Iglesia?
En general buscan respuesta a la razón de vivir. Yo soy también capellán de la Belgrano Day School y veo allí chicos de todos los ámbitos que se ayudan entre ellos un montón en la vida. Tengo por ejemplo un grupo de ex alumnos que organizan retiros espirituales en los que dan testimonio a otros de cómo la fe cristiana los ayuda a vivir. A muchos jóvenes les cambia la vida, encuentran el hilo conductor, la respuesta existencial. Hallado eso, se lanzan a la pileta de la vida.
¿Cómo son los jóvenes que viajaron a Brasil para participar de las Jornadas? ¿De dónde provienen?
El grupo con el que más contacto tuve fue el de los 420 que salieron de la Catedral metropolitana el otro día. Se organizaron básicamente desde la Acción católica. Lo más notable es la amplitud social y geográfica de ese grupo, porque había chicos y muchachas de la Villa 21, de Barrio Norte, Devoto, Belgrano, Barracas, Flores… Son todos jóvenes practicantes, integrados a parroquias o a alguna asociación.
¿Se nota en los creyentes un “efecto” Bergoglio?
Sí, se nota un efecto Bergoglio. Yo se lo dije a él cuando estuve en Roma y el Santo Padre me preguntó si no estaba exagerando y si no sería sólo un entusiasmo como el del Mundial. Yo le dije que no porque este entusiasmo tenía una repercusión sacramental. Lo veo todo el tiempo en el aumento de las confesiones. El día de la vigilia durante la ceremonia de inicio del papado hubo unas 15 personas que pidieron allí mismo ser bautizadas. La Semana Santa fue desbordante. En el Vía Crucis por avenida de Mayo hubo el triple de personas de lo habitual.
¿Qué efectos ha notado en los jóvenes en anteriores Jornadas?
Después de la JMJ en Madrid (2011) noté una revitalización: lo vi cuando estuve en España y me reuní con jóvenes que habían participado. Estaban renovados por el hecho de haber compartido la fe pero también por la cercanía con el Santo Padre, en ese entonces Benedicto XVI. Estaban conmovidos sobre todo por la posibilidad de encontrarse con creyentes de otros países. Es como una comunión planetaria, del punto de vista espiritual, y un entusiasmo multiplicado al no ser una experiencia individual. Lo mismo pasó con los que fueron desde acá, que por supuesto eran muchos menos que los ahora fueron a Brasil. Pero la vuelta siempre es linda, vienen renovados.
¿Cómo lo vio a Jorge Bergoglio, cuando lo visitó en Roma?
Espléndido, “¿será el color blanco, Santidad?”, le dije. Estuve diez días en total. Está siempre pendiente de lo que pasa acá, sí, pero también lo vi pendiente y concentrado en el mundo, es admirable cómo pasa de temas locales a los de cualquier lugar del mundo, según el interlocutor. Un día vino el nuncio del Líbano y él le hablaba como si hubiera vivido allí. Luego sucedió lo mismo con un obispo africano y después con otro de México. A mí me fatigaba el sólo hecho de escucharlo, mientras él dialogaba entusiasmado, preguntaba, etcétera.
Es difícil que venga pronto a Argentina, ¿verdad?
Él es ahora un jefe de Estado muy especial, porque el Vaticano no es un Estado temporal como los demás y porque sus gobernados están en todo el mundo. Se debe a todos ellos. Por otra parte, algo que les digo siempre a los que me preguntan esto es que, además de que como pontífice no puede hacer ningún viaje privado, Bergoglio no es un sentimental que se va a conceder esa debilidad de venir a su país, sino que va seguir las prioridades de su misión.

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