martes, 21 de mayo de 2013

Se cumplen cinco años de la muerte del Padre Gasparotto

Este martes, a las 19, habrá una misa en su homenaje en la parroquia de la Merced. En diálogo con UNO, el padre Axel Arguinchona lo destacó como “una luz muy clara de entrega a Dios y al prójimo”. 

Edelmiro Gasparotto. (Manuel Testi)EDELMIRO GASPAROTTO. (MANUEL TESTI)
Lo conocían en los barrios, en escuelas y en iglesias. Caminaba las calles y por eso sabía de mano propia cuáles eran las visicitudes que ensombrecían al pueblo en lo cotidiano, esas necesidades básicas insatisfechas que lo llevaron a trabajar cada minuto en pos de mejorar la calidad de vida de los más desprotegidos.

El 22 de mayo de 2008, la ciudad de Santa Fe perdió a un ciudadano ilustre, no sólo porque los papeles así lo designaran, sino porque se brindó a la ciudadanía con una generosidad fuera de lo común. Hoy se cumplen cinco años del fallecimiento del padre Edelmiro Gasparotto y se lo homenajeará en una misa, a las 19, en la parroquia Nuestra Señora de la Merced, en avenida Freyre 1.826.

“Es un momento muy especial para mí, porque el padre Gasparotto fue quien me introdujo a la vida cristiana, porque él fue quien, el 27 de noviembre de 1960 me dio la gracia del bautismo”, relató el padre Axel Arguinchona, en diálogo con Diario UNO.

“Era amigo de mi familia y, además, tuve la gracia de trabajar junto a él durante muchos años en el decanato, en la zona de las parroquias. También pude conocer su trabajo en Cáritas y como sacerdote en la parroquia de La Merced”, continuó.

A la hora de describir al padre Gasparotto, Arguinchona agregó: “Lo que siempre me impresionó de él fue su fidelidad hacia Jesucristo. Era un hombre que siempre tuvo muy claro lo que era una vida de oración, la vida sacramental. Tuvo una gran labor pastoral en las escuelas, como la Santa Lucía o la San Lorenzo”.

“Siempre tuvo bien claro que no hay evangelización plena sino pasa también por la promoción humana, por eso el trabajo de él siempre fue a destajo. Se levantaba temprano, descansaba poco y estaba todo el día con una fuerza interior muy grande. Se gastaba y desgastaba desde Dios y por el prójimo. Es un hombre que ha sido una luz muy clara de entrega a Dios y al prójimo en Santa Fe”, dijo el padre Axel.

“En la inundación de 2003, abrió inmediatamente las puertas de la parroquia y estuvo al lado de los necesitados. Cómo no recordar también el día de 2008 en el cual se fue. Ese día a la tarde estuvo celebrando la misa en la Merced. Rezó y trabajó hasta el último instante de su vida, por eso su ejemplo como sacerdote y como ciudadano es una luz para nuestra Santa Fe y para nuestra Argentina también, que necesita de hombres que se entreguen desde Dios y hacia el prójimo sin buscar nada a cambio. Fue un luchador, siempre con una gran esperanza y nunca bajó los brazos. Nos dejó un hermoso testimonio de vida”. concluyó.

Su vida
Sunchalense, de origen italiano, el padre Edelmiro Gasparotto habitó en el corazón de la comunidad santafesina durante toda su vida. Hijo de inmigrantes procedentes de Italia, nació en Sunchales el 4 de octubre de 1924.

En marzo de 1937, a los 12 años, ingresó en el Seminario Metropolitano de Guadalupe. El 12 de diciembre de 1948 se ordenó sacerdote. Tres días después celebró su primera misa en la localidad de Sunchales. Cerca del fin de ese año, el obispo Nicolás Fassolino lo convocó al Santuario Nuestra Señora de Guadalupe.

En 1951 fue designado director arquidiocesano a las Obras de las Vocaciones Eclesiásticas. Se desempeñó como asesor arquidiocesano de los Jóvenes de Acción Católica y como director de las Obras Misionales Pontificias. En 1957 participó de la programación de la nueva parroquia de la Virgen de la Merced.

El 16 de febrero de 1958 se hizo cargo de esa comunidad y se ocupó de la construcción del templo definitivo. En 1964 inició la tarea educativa con la Red de Escuelas Parroquiales de la ciudad en zonas periféricas, como avanzada de la acción misionera de la Iglesia.

Construyó el centro de atención y oratorio San Lorenzo y el centro Sagrado Corazón de Jesús, y contribuyó a la iniciativa asistencial y sanitaria Madre de la Divina Providencia. En el barrio Santa Lucía, edificó una escuela técnica con anexo, un jardín y cinco residencias de ancianos. Estuvo un año en el Instituto Pastoral de Madrid, dependiente de la Universidad de Salamanca. Creó la Fundación Gasparotto para desarrollar tareas dedicadas al bien común, una labor que continuará en la cotidianeidad con el trabajo de sus fieles seguidores.

Fue nombrado Ciudadano Ilustre de la ciudad, recibió en 1996 el Premio a la Excelencia que anualmente confiere el Instituto Argentino de la Excelencia y fue distinguido a nivel nacional como Anciano Notable.

Compromiso
En 2002, el cura Edelmiro Gasparotto declaró públicamente que consideraba positiva la renuncia del entonces arzobispo santafesino Edgardo Gabriel Storni, imputado luego por presuntos abusos sexuales a ex seminaristas. Fue uno de los siete sacerdotes que presentaron a la feligresía católica santafesina un documento donde pedían perdón públicamente por el escándalo. La carta, firmada por siete presbíteros en nombre de “muchos sacerdotes”, sostenía la necesidad de “servir con ánimo de construir una comunidad eclesial creíble”.

“Nos expresamos con dolor para pedir sinceramente perdón y misericordia si hemos pecado por omisión al no haber hecho todo lo posible para no llegar a lo que estamos viviendo ahora. Es posible que hubiéramos podido purificar a la Iglesia desde adentro, desde hace mucho tiempo”, afirmaban.

Décadas antes, en 1967, fue uno de los 18 sacerdotes de la ciudad de Santa Fe –junto a Carlos Aguirre, Elvio Alberga, Luis Amezaga, José María Bohedo, Celestino Bruna, Ángel Colombo, Osvaldo Catena, Victorio Di Salvatore, José Gasser, Eladio Giovannini, Ernesto Leyendecker, Atilio Rosso, Severino Silvestri, René Trossero, Edgardo Juan Trucco, Cirilo Zenclusen y José Serra– que suscribieron el Manifiesto de 18 Obispos del Tercer Mundo. Los ejemplos sobran para demostrar que el Padre Gasparotto dejó su huella en Santa Fe, no sólo por su labor en los barrios, sino también por su compromiso con Dios y sus prójimos.

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