jueves, 9 de mayo de 2013

SANTA FE: Procesaron al policía que mató a un comerciante para robarle, TRES BALAZOS FRENTE AL HIPÓDROMO


La víctima, un bicicletero de 58 años, planeaba sus vacaciones en las sierras de Córdoba cuando lo mataron. Quienes lo conocían aseguran que odiaba los bancos y por eso guardaba la plata en su casa

La muerte del bicicletero Miguen Ángel Koch, ocurrida a las puertas del hipódromo la noche del 9 de febrero, vuelve a dejar en evidencia la falta de controles hacia el interior de las fuerzas de seguridad. Una semana después del crimen, quedó detenido el policía Ezequiel Atilio Santa Cruz, quien se desempeñaba en la Subcomisaría 9na. de Santo Tomé. El efectivo de 29 años realizaba tareas de ordenanza y estaba con carpeta médica (psicológica) por lo que le prohibieron llevar el arma reglamentaria. Sin embargo, en sus horas libres cumplía funciones de guardia de seguridad privada para un grupo de comerciantes de la avenida Blas Parera.
El mismo al que los vecinos confiaron su seguridad, está ahora procesado como probable autor de “homicidio doblemente calificado, cometido con alevosía y abusando de su condición de miembro de las fuerzas de seguridad policial de la provincia, y agravado por el empleo de arma de fuego”.
La medida adoptada el 8 de abril por el juez de Instrucción Sexta, Sergio Carraro, ratifica además el pedido de “prisión preventiva” de la fiscal Nº 5, Elena Perticará.
Quienes se opusieron tanto al procesamiento, como a la prisión preventiva fueron los abogados defensores, Claudio y Nicolás Torres del Sel, quienes aguardan una resolución favorable por parte de la Cámara de Apelación Penal.
Un hombre desconfiado
Mientras tanto, numerosos relatos de vecinos, comerciantes y testigos ocasionales, aportaron a la Justicia sobrados argumentos para creer en la responsabilidad penal de Santa Cruz; pero también brindaron detalles de cómo vivía Miguel Ángel Koch, a quienes sus allegados apodaban “Cortito”.
Desconfiado del mundo de las finanzas, el dueño de la Bicicletería MK no realizaba operaciones bancarias, no tenía cuentas ni tarjetas de ningún tipo y meses antes de que lo mataran se había salido del registro público de comercio por un “inconveniente” con la Afip.
Un vecino contó que Koch “no quería saber nada con los bancos” y que guardaba la plata en cualquier parte, de hecho el día de su muerte fueron hallados varios bollos de billetes en sus bolsillos.
Esa fama la tenía bien ganada, porque expresaba en voz alta esos temores, cada vez que frecuentaba el buffet del Club Unidos del Norte, de donde era habitué.
Mala fortuna
Vivía solo y gran parte de su mundo pasaba por el trabajo en la bicicletería, donde se cree que a lo largo de los años amasó una pequeña fortuna.
Tenía dos empleados, Daniel, hombre de confianza “de toda la vida”, y otro muchacho apodado “Chino”, que seguramente fueron los primeros en quienes desconfió la policía, junto con alguna novia o mujer con la que pudo entablar una relación ocasional.
Antes de que lo mataran, se rumoreaba que quería cambiar el auto, para lo que estaba dispuesto a gastar unos $ 70.000. También se decía que llevaba veinte o treinta mil pesos en la guantera de su Peugeot 207 Compact y que tenía otros cien mil pesos dispersos en distintos escondites de su casa.
Tal vez todos esos rumores juntos hicieron desvariar al policía Santa Cruz, que se pasaba las tardes caminando la cuadra a cambio de o diarios que le pagaba cada cliente.
Ingenua amistad
Hacía dos o tres años que el centinela y el bicicletero se conocían del barrio y de esa relación, tal vez surgió una ingenua amistad que puso a Koch a merced de su cazador.
Santa Cruz sabía que el comerciante de 58 años estaba planeando sus vacaciones y que más tardar el lunes 11 de febrero se iría a las sierras de Córdoba con un amigo. Así se lo había dicho a sus empleados, a los que liberó durante las dos semanas posteriores, y según recordó uno de ellos, lo hizo delante del guardia.
Esas circunstancias hicieron que el golpe tuviera que ser el sábado, a la hora en que Koch solía hacerse una escapada al casino, en la zona del puerto.
Sin embargo, la mayoría de quienes conocieron a “Cortito” Koch, aseguran que nunca utilizaba la circunvalación oeste para llegar al centro, porque “tenía terror” de ser asaltado.
Tres tiros
El cuerpo de Koch fue hallado el sábado 9 de febrero a las diez de la noche, frente al portón de acceso al Nuevo Hipódromo de Las Flores, por calle Gorostiaga. Su auto, un Peugeot 207 Compact gris, había quedado inmóvil en el acceso norte a la circunvalación oeste, luego de que se oyeran tres o cuatro balazos.
El primero en dar aviso a la Central de Emergencias 911 fue el sereno del hipódromo, que desde unos 50 metros pudo ver un hombre, al cual describió perfectamente, que subió a un auto rojo y huyó a toda velocidad.
En su declaración, el guardia del hipódromo dijo ver a una persona “de unos 26 a 30 años, delgado de un metro setenta y seis de altura, rubio bien blanco con corte de pelo bien bajo tipo policial”.
Afirmó haber escuchado primero dos disparos de arma de fuego como “apagados” y seguidamente dos disparos más de las mismas características e intensidad, pudiendo observar desde adentro del Hipódromo y en dirección al portón de calle Gorostiaga, que se encontraba estacionado un auto Fiat Uno de color rojo.
Versiones más o menos acordes llegaron desde el caserío más cercano, donde numerosos vecinos reconocieron los estampidos de arma, que contaron en tres o cuatro y coincidieron en las características del segundo auto.
La llamada
Tras una semana de investigación, efectivos de la Sección Homicidios atraparon a Santa Cruz cuando transitaba por avenida Gorriti, casi Peñaloza. Iba en el Fiat Uno rojo denunciado y en su poder no encontraron armas. En su casa de Santo Tomé, la policía incautó una caja de pistola Taurus y tres cargadores con balas de 9 mm, pero tampoco apareció el arma homicida.
Los informes de cruces de llamadas indicaron que Santa Cruz llamó a la víctima minutos antes de su muerte. Cuando le preguntaron dijo que fue para avisarle que no iría a trabajar el lunes y martes siguientes porque era feriado, pero el resto de los testigos desmintieron todo durante los careos.
También negó haber utilizado un arma de fuego, pero una vez más los comerciantes lo dejaron en evidencia al reconocer que llevaba una en la cintura, debajo de la remera. Y como si fuera poco, uno de los empleados de Koch aseguró que ese sábado fatídico desarmó el arma delante de sus narices, en un mostrador del local.
Con todos los elementos de prueba reunidos hasta ahora, queda claro para el juez Carraro que no fue otro sino Santa Cruz el que bajo engaño condujo a Koch hasta un lugar oscuro y alejado, donde le robó y lo mató de tres tiros, uno de los cuales impactó en la cabeza de la víctima.
Retiro del arma.
La División Logística de la Unidad Regional Uno informó a la Justicia que el agente Nº 616.869 Ezequiel Santa Cruz “no posee arma reglamentaria provista por la repartición ya que el 5 de junio de 2012 devolvió la pistola calibre 9mm marca Hi Power con un cargador por consejo de la División Medicina Legal”. Además, se informó que le dieron una pistola Taurus el 3 de marzo de 2011 cuando trabajó en el departamento Castellanos, pero ésta también le fue retirada el 3 de noviembre del mismo año.
Sachet de leche
  • “Los disparos se escuchaban como apagados” dijo el sereno y guardia del hipódromo cuando le preguntaron en sede policial.
Fueron los peritos quienes corroboraron por qué se escuchaban “apagados” los estampidos de arma de fuego, siendo que se produjeron a tan corta distancia.
“Los restos de plásticos diseminados dentro del vehículo corresponden a un envase plástico tipo sachet de leche o similar, que colocado delante del cañón del arma, permite la realización de disparos quedando sus cápsulas servidas dentro del envase y evitando con ello ser fácilmente descubierto por medio de los cartuchos utilizados en el hecho”, indicó la Justicia.
El dato
Trabajo extra
  • De las declaraciones de los comerciantes que tienen sus locales en la misma zona que el bicicletero asesinado se pudo conocer que cansados de los continuos robos, se vieron obligados a contratar los servicios del policía Santa Cruz.
Dijeron que abonaban “por servicios de vigilancia” entre $ 10, $ 15 y $ 25 diarios por comercio, dependiendo de si se trataba de un kiosco, un local de ropas o un autoservicio.

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