anuncio

anuncio

anuncio

anuncio

jueves, 19 de noviembre de 2015

El desafío de proteger las poblaciones de anfibios de la región En un hábitat alterado, ranas y sapos se las ingenian para seguir anunciando la lluvia

Muchos de los bañados que habitan están siendo rellenados para reubicar ganado o hacer nuevas construcciones. Especialistas del Instituto de Limnología advierten una disminución poblacional en los alrededores a la ciudad.

Si los escucho cantar ¿lloverá? Si me orina en los ojos ¿quedaré ciego? Si lo beso ¿se convertirá en príncipe? Muchos son los mitos que han transmitido a lo largo de los años las historias populares y cuentos clásicos de la literatura infantil. Algunos ciertos y otros falsos, las 36 especies de anfibios que habitan las zonas costeras e isleñas de Santa Fe tienen mucho para decir.

Rodeada de ríos y lagunas, la ciudad tiene una diversidad poblacional de sapos, ranas y escuerzos, muy importantes para el equilibrio del ecosistema y la calidad de vida de los santafesinos, pero que está siendo amenazada por la acción del hombre.

Así lo advierten los científicos del Laboratorio de Herpetología del Instituto Nacional de Limnología. “Los cada vez más frecuentes refulados de terrenos para reubicar ganado, boliches o hacer nuevas construcciones; la quema de pastizales y la utilización de agroquímicos están alterando el hábitat de los anfibios”, aseguró la Dra. en Ciencias Naturales (Universidad Nacional de La Plata), Romina Ghirardi, quien la semana pasada expuso sobre “Los desafíos de los anfibios para seguir anunciándonos la lluvia” en el Café Científico, el tradicional ciclo de divulgación que organiza la Universidad Nacional del Litoral.

Lo que pasa en Santa Fe se evidencia también a nivel global. Hay estudios que indican que desde 1980 se observa una declinación de anfibios en distintas partes del mundo.

Amenazados

En general, estas especies habitan lagunas permanentes o temporarias y no grandes cursos de agua. “Uno de los graves problemas que observamos, tanto a nivel local como global, es la alteración de los hábitat. Acá, en los humedales, por más que se vea agua por todos lados, las charcas que habitan son zonas de bañados bajos del valle de inundación y están siendo bastante alterados porque las rellenan y les sacan sus lugares de reproducción”, relató Ghirardi, quien además da clases en la Facultad de Ciencias de la Salud de la UCSF.

Advirtió, además, que la quema de pastizales y el uso de agroquímicos altera la dieta y cambian la fisonomía de los humedales. “Hay especies que se alimentan de un grupo específico de insectos, y si no los encuentran van desapareciendo del lugar. Esto se está dando acá”, aseguró la especialista, aunque aclaró que “no hay extinción de especies”. Uno de los lugares que estudiaron con mayor frecuencia es la Isla Sirgadero, muy cerca de Alto Verde.

Sus beneficios

Los anfibios realizan un gran aporte al ecosistema de la región, y por ende, a la calidad de vida de los vecinos de la ciudad.

Desde el punto de vista biológico, generan una importante relación en el transporte de materia y energía entre el agua y la tierra: “Cuando son renacuajos se alimentan de algas y son presa de insectos, peces y otras aves. Cuando metamorfosean y salen a la tierra se alimentan de bichos terrestres y éstos se alimentan de ellos”, explicó la investigadora.

Para el hombre son fuentes de biomedicina: “Algunas especies de acá largan toxinas a través de su piel y sirven como medicina para el hombre. En la piel de la filomedusa (vulgarmente se la conoce como la rana mono porque es la única que tiene el dedo pulgar oponible y puede agarrarse), han encontrado sustancias antifúngicas y antibacterianas, y están haciendo pruebas porque puede servir contra el Trypanosoma cruzi, el vector del mal de chagas”.

También son buenos indicadores del estado de salud del ambiente. “Son muy sensibles porque tienen una piel muy permeable y un doble ciclo de vida: acuático (cuando son renacuajos) y terrestre (cuando sacan sus patitas y absorben la cola van a vivir a la tierra, siempre cerca del agua). Con lo cual, si un ambiente no es favorable porque está contaminado o alterado, estos anfibios no están”.

Los mitos

— Los sapos y las ranas anuncian la lluvia. Verdadero. “Y son bastante confiables”, agrega la investigadora Romina Ghirardi. Los machos cantan para llamar a las hembras a reproducirse. El ciclo de reproducción comienza en el agua, donde ponen sus huevos. Sí o sí necesitan humedad, altas temperaturas y diferencia de presión atmosférica. “Son sensibles a esos tres cambios de condiciones ambientales. Si los machos empiezan a cantar es porque las condiciones ambientales van a ser favorables para poner sus huevos. Entonces va a llover”.

— Si te orina en los ojos, te deja ciego. Falso. “No puede dirigir la orín hacia el ojo, tiene una estrategia de defensa de orinar o defecar cuando un depredador los está por agarrar pero es orín como cualquier otro y si roza los ojos puede arder, pero no te va a dejar ciego”.

— Si lo tocas, te salen berrugas. Falso. Algunas especies largan una secreción en la piel porque tienen que mantener su humedad. Si la tocan empieza a largar como una leche blanca y es muy irritante; si te rascas la nariz o te tocas los ojos te empiezan a llorar. Sí es más tóxico para sus depredadores. Incluso cuando los perros mordisquean un sapo empieza a salir espuma por la boca, pero son mecanismos de defensa de la especie.

— Y el infaltable: Si beso un sapo, se convierte en príncipe. Obviamente Falso, pero es una dulce fantasía que alimenta la infancia desde que los hermanos Grimm escribieron “El príncipe rana”.

Especies locales

En Santa Fe hay 36 especies de anfibios. Están divididos en tres grupos: los anfibios con cola, parecidos a las lagartijas (pero sin escamas); los Gymnophiona, más conocidas como viboritas ciegas, con cola y sin patas; y los anuros, son los sapos, ranas y escuerzos (éstos últimos estudian en el Laboratorio de Herpetología del Inali).

El Litoral

No hay comentarios:

Publicar un comentario